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GRUPO A | FRANCIA

Macon, entregada a Griezmann

Su paisano fue el héroe de Francia en el partido ante Albania. “Es un ejemplo para todos”, dicen sus técnicos. Vivió allí hasta los 13 años.

Los niños de Macon celebraron la victoria de Francia contra Albania con más efusividad si cabe por ser Griezmann el héroe del triunfo.
Jesús A. Orihuela

Macon mezcla rayos de sol con gotas de lluvia al día siguiente de que su paisano más ilustre volviera a situar la ciudad en el mapa futbolístico mundial. Antoine Griezmann, ese pequeño Antoine que corrió por sus calles siendo un crío, fue el salvador de Francia ante Albania en un duelo con truco que sólo resuelven los magos. Tenía que ser Griezmann. Él. Lo sabían los alrededor de 35.000 vecinos de esta pequeña localidad de Borgoña, al norte de Lyon.

Allí perduran aún los recuerdos de un futbolista que despidieron siendo niño y ahora ven siendo estrella. Tenía sólo 13 años cuando dejó su modesta casa en el barrio de Gautriats para marcharse a España a jugar en la Real Sociedad. La casa se mantiene intacta, aunque los dueños han cambiado. También sigue ahí el pequeño campo de fútbol en el que Antoine pulió su técnica. Ahora son otros los que la depuran: Suny, Yazid, Marwan, Saif, Oussama, Rachid, Maxence, Jordan… “Ojalá algún día lleguemos a ser como él. Es el mejor de la selección francesa”, dicen con todo por aprender en la vida. Van de los 12 a los 16 años.

El barrio tiene una poderosa influencia de la inmigración. También la tuvo en su momento con la familia de Griezmann, pues sus abuelos maternos eran portugueses. El abuelo, Amaro da Cavada, fue jugador durante muchas temporadas del Paços Ferreira de la primera división lusa y por ahí le pueden venir los genes al ahora extraordinario nieto.

Escuela. A Griezmann el gusanillo por el fútbol se lo inculcó su padre, que también fue futbolista y llegó a jugar en categoría nacional. A los seis años le enroló en Entente Charnay; a los ocho, en un club más importante de la ciudad como el UF Macon. El campo de entrenamiento no estaba lejos de la escuela, el College Pasteur. “Era callado y reservado. Un buen chico”, dicen los que coincidieron con él por aquel entonces. Estuvo pocos años en la escuela antes de partir a San Sebastián, pero dejó huella entre el profesorado.

Muchos de esos niños que van a su misma escuela son los que también siguen sus primeros pasos en el fútbol. El entrenamiento de los chavales del UF Macon lo constata. No se concibe el fútbol base de la ciudad sin la figura de Griezmann en el horizonte. “Es el mejor. Y además es de Macon”, cuentan en un parón mientras su técnico les instruye. Portan camisetas de varios equipos y uno de ellos luce la del Atlético con el 7 de su paisano a la espalda. En total son 375 los niños que tiene el club entre todas sus categorías.

El paso de su representante más ilustre está bien documentado en la oficina y a la vez cafetería de la entidad. Hay fotos de cuando hacía diabluras con el UF Macon. Ya se le veía feliz posando junto a sus compañeros, al igual que ocurre ahora en el Atlético de Madrid.

Ejemplo. Sus técnicos por aquella época hablan de él como quien educó a un hijo. En este caso un hijo convertido en estrella. “Es un ejemplo para los pequeños de aquí. Todo el mundo quiere llegar a ser profesional como ha hecho él. ¿Cómo le recuerdo? No era alguien a quien le gustara perder, pero por ejemplo aceptaba bien ser sustituido. Siendo tan niño jamás hubiera imaginado que llegaría tan lejos”, afirma Bruno Chetoux, que le tuvo durante dos años y medio.

Después pasó a manos de Jerome Millet: “Jugaba muy bien y tenía una gran personalidad. Era serio y simple. No hablaba mucho, pero con la pelota era extraordinario”. La vida de Griezmann en Macon era la de cualquier otro más de la ciudad, hasta que con 13 años el fútbol le abrió una puerta que ya nunca jamás cerró.

“Jugamos un torneo en el sur de Francia y alguien de la Real Sociedad lo vio y lo fichó. Ya había estado cerca de marcharse al Lyon, pero le descartaron por pequeño. Hizo bien yéndose. En Francia nos centramos demasiado en la estatura. En España nunca le miraron por su físico”, reflexiona Millet. Y así, por unos caminos que vienen y otros que van, por esas calles del barrio de Gautriats que suben y bajan, se marchó Griezmann para algún día ser ídolo de Macon y de Francia entera. Ese día ya es hoy.