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Paco Herrera: "La vida antes era cole, calle y fútbol"

El nuevo entrenador blanquivioleta se deja conocer, se abre y habla de todo: de su carrera, de su infancia, de su familia y de lo que quiere para el Valladolid.

Valladolid
Paco Herrera, nuevo entrenador del Real Valladolid.
IBG

El nuevo entrenador del Real Valladolid, Paco Herrera (2 de diciembre de 1953 en Barcelona) se muestra claro, sincero, contundente. Sabe que tiene que tirar los cascotes que han quedado de la temporada pasada y construir un equipo completamente nuevo. Y no le importa, pero antes se presta a que le conozcamos como persona...

Todas las personas con las que he hablado sobre usted antes de esta entrevista destacan que es usted un buen entrenador, que le gusta mucho el fútbol, pero, sobre todo, que es una gran persona…

Bueno, gracias, son cosas de la vida. Uno a veces se plantea que quieren decir cuando dicen que es mejor persona que jugador o entrenador (risas). A lo mejor era preferible ser mejor entrenador y peor persona, pero es una anécdota. Es parte de mi carácter. Tengo mis momentos en los que soy capaz de explotar, salirme de mis casillas, pero tengo claro que soy amigo de mis amigos y respeto mucho a todo el mundo que rodea a esta profesión y eso ayuda. No tengo conciencia de hasta que punto uno es buena persona.

Y le gusta mucho el fútbol, el banquillo, al punto de dar dos pasos atrás y dejar la dirección deportiva del Espanyol para entrenar en Segunda y relanzar su carrera como técnico…

Yo me fui, encantado de la vida, con Rafa Benítez, a Liverpool y allí hacía de todo. No había una dirección deportiva. Rafa me pidió que me ocupara de eso por lo que me gusta. Al volver a España todo el mundo me valoraba más por ese trabajo. No hay que olvidar que ganamos la Champions,la FA Cup y la Intercontinental… Firmé por el Espanyol. Todo lo que me salía era para ser director deportivo, pero cuando tuve la primera oportunidad de volver al banquillo, hablé con el entonces presidente del Espanyol, Sánchez Llibre, y le dije: "Dani, tengo una oportunidad de volver al banquillo" y él enseguida lo entendió. Me fui al Castellón, temporada 2008-09, y tuve más ofertas para hacer otras cosas, pero tengo claro que mi sitio está en el campo.

La buena relación con mucha gente ha propiciado también su llegada aquí, a Valladolid, por su amistad con Braulio, que fue jugador suyo. ¿Esta relación ha sido clave para su llegada?

Supongo que sí. Durante los años hemos ido hablando, como hablo con muchos otros exjugadores míos. Seguramente esa es una de las claves. Yo creo que ese es un punto bueno mío, que llego al jugador y tengo la capacidad de mejorarlo por mi manera de ser. Con Braulio mantuve esa relación como con mi segundo entrenador que fue jugador de Las Palmas, Sevilla, etc… pero también fue mío y un día me dijo que lo que él quería era trabajar conmigo.

Ahora que no nos oye nadie… ¿Cómo era Braulio como jugador?

Siempre nos reímos, porque yo lo fiché, él estaba jugando en el Farense, en la primera portuguesa, y lo traje al Mérida, de Segunda, que era un equipo que acababa de descender y, en una anécdota que no le va a gustar, al cabo del año también fui yo el que tomó la decisión de que no siguiera. Era un jugador muy sacrificado, muy intenso, extremo y siempre pensando más en el ataque que en la defensa. Rápido, intenso, muy pesado para la defensa y con algo de gol. No era titular, pero porque era un equipo de estrellas como Pablo Alfaro, Sabas, Luis Sierra… Lo que sí es verdad es que sus goles fueron siempre importantes.

Volvamos al principio… Usted como futbolista empezó en la Damm, ¿el pertenecer a este club de formación le ha marcado a usted como futbolista, como entrenador, como persona?

No tengas la menor duda. Yo nunca he hablado de eso públicamente. Jugué en la Damm desde los 10 a los 18 años, y a mí me salvó de todo. Me salvó de ser un golfillo y de un montón de cosas más. Con 16 años me quedé sin padre y el presidente se convirtió, prácticamente, en mi padre. El recuerdo que tengo es que me marcó en mi educación y el segundo aspecto que aprendí allí y que vosotros me nombráis mucho es el valor de la cantera. Allí cuando terminas con 18 años, se acabó, quedas libre y a volar. Todo aquello me marcó a mí para la toma de decisiones del fútbol base y en mi manera de ser.

¿Quizás en aquella época los jugadores se tomaban más en serio el fútbol, jugaban más, tenían menos distracciones?

Sí, era colegio, calle, fútbol todo el día. Ponías dos piedras que marcaban las porterías y a jugar y tenías que sortear hasta árboles. Cuando tienes la posibilidad de incorporarte con 10 años a la Damm era una oportunidad única. Ahora hay muchas cosas en las que pensar a esa edad. El fútbol evoluciona tanto que te obliga cada día a renovarte. Si yo no me estuviese actualizando constantemente, yo ya no estaría en esto. Seguro que soy el entrenador más mayor de Segunda, pero seguro también que estoy al mismo nivel de actualización de los demás, en cuanto a entrenar de manera moderna. Todo evoluciona.

Hablaba usted de sus años en la Damm… ¿ese es el recuerdo de su infancia?

Yo venía de una familia emigrante, que llegamos a Barcelona y vivimos en un barrio de emigrantes, muy humilde, no conflictivo, en el que ni siquiera había calles asfaltadas. Lo que me hace ser futbolista son mis hermanos, mayores que yo, uno de ellos ya fallecido. Ellos jugaban y yo desde muy pequeño iba de su brazo a verles todos los partidos que jugaban. Mi hermano el mayor, Juan, llegó a jugar con el primer equipo del Barça, aunque fuera en un amistoso y unos minutos, era un jugador al que yo admiraba, era mi modelo y me trasladó la pasión por el fútbol.

Esa pasión le lleva a quedarse por las noches a ver la Copa América, por ejemplo, o es capaz de relativizar…

Bueno, yo lo hago por la circunstancia que ahora me marca más. Yo puedo haberme acostado a las dos de la mañana, pensando si fichamos a este jugador o a este otro… Por encima de todo está mi equipo.

Entrenador de 24 horas…

Sí, un poco (risas). Llevo casado 41 años y mi mujer me conoce y soporta todavía que me habla muchas veces y yo no estoy, tengo la cabeza en que ha salido mal en el entrenamiento, qué podemos mejorar, qué pasa aquí… Cuando me ve así, se borra porque sabe que no la voy a hacer caso…

¿Qué es lo que se encuentra Paco Herrera al llegar a un Valladolid derruido, decepcionado, por una de las peores temporadas en décadas?

Vamos a tomar bastantes decisiones drásticas (una hora después se anunciaba la no continuidad de Óscar en el club después de nueve años). Va a quedar un grupo reducido y desde ahí tenemos que volver a levantarnos. Es preocupante e ilusionante. Yo ya me enfrentado a retos importantes y donde la gente veía dificultad yo veía posibilidades. Y ahora me pasa lo mismo. Nos podemos quedar con cuatro o cinco jugadores, más los del filial. Es una dificultad, pero también un reto. Si luego lo conseguimos, la satisfacción no está pagada con nada. Luchamos por este nuevo proyecto y lo estamos poniendo en pie.

Esta pasada temporada, uno de los déficit ha sido que nunca hemos sabido a qué jugaba el equipo. No sabíamos si el equipo quería presionar arriba o abajo, si quería jugar al toque o al contragolpe… ¿Usted tiene esa idea clara ya o va a depender de los jugadores que tenga?

Tengo claro a lo que queremos jugar, a la globalidad. Queremos jugar al fútbol, saber lo importante que es siempre la pelota y tratarla bien. A mí no me preocupa jugar 442, 4231,433. A mí lo que me preocupa qué equipo tenemos, qué jugadores tenemos para hacer eso, para tener la pelota, y a partir de ahí construir una idea, un sistema en el que me da igual que formación usemos siempre que sea algo atractivo, que ilusione a la gente. El Valladolid sabemos que va a estar por debajo, al menos, de seis equipos a nivel presupuestario, pero estamos en Segunda y, por muy bien que lo hagan, nosotros no podemos jugar ante esos equipos con miedo a ellos o pensando en ellos. No. Nosotros tenemos que saber desarrollar el sistema que yo elija o la idea que yo elija y defenderla ante esos equipos pensando en nosotros.

Me habla en futuro… ¿No tiene la idea clara todavía?

Todo será en función de los jugadores que seamos capaces de traer. Si nosotros seguimos contando con Villar y fichamos otros jugador de su perfil para la izquierda y encontramos un buen delantero centro, todos ellos irían hacia el centro, con lo cual a mí me obligaría a adaptarme a lo que tenemos. Va a depender de los jugadores que tengamos, pero lo que sí tengo claro es que una vez tomada esa decisión el jugador va a saber a que juega y vosotros vais a identificar la manera de jugar, porque se trabajará todos los días en los entrenamientos.

Seguro que usted es muy autocrítico y ya ha analizado las causas por las que terminó despedido en Vigo, en Zaragoza, en Las Palmas… como que le cuesta en las temporadas después del ascenso…

Zaragoza es una cosa distinta. Soy muy autocrítico. No es una cuestión de las segundas temporadas, como de entrenar en Primera. Soy excesivamente crítico conmigo mismo, al punto de culparme de todo. A partir de ahí, la valoración no es que no he acabado la segunda temporada, porque la acabé en Vigo y seguí una más. La pregunta que me hacen es: ¿Por qué no acabas en Primera División? Y es verdad.

¿Y por qué?

No lo sé. Nunca he encontrado una explicación clara. Me da la sensación de que en Primera hay prisas, más urgencias, más necesidad de conseguir cosas, que en Segunda, donde parece que se hace todo con más tranquilidad. Los equipos con urgencias suelen tomar decisiones drásticas. La jornada 8 (habla de su última destitución en Las Palmas) nosotros habíamos jugado contra el Barça, contra el Atlético, Sevilla y más equipos de arriba menos uno. Y sólo estábamos un punto por debajo de la salvación. En la jornada 25, Las Palmas seguía un punto por debajo del descenso. No había mejorado nada clasificatoriamente hablando. La única conclusión que tengo claro es que en Vigo había ocho jugadores que debutaban en Primera, que necesitaban tiempo, igual que en Las Palmas había ocho jugadores que debutaban en Primera y que la campaña anterior lo habían hecho en Segunda. Necesitan tiempo y yo no lo tuve. Hace poco, creo que recordar que fue en AS o quizás en otro periódico, el presidente del Celta dijo que la decisión más difícil, equivocada y que más le pesaba era mi destitución. El tiempo te da otra perspectiva. Los jugadores necesitan tiempo de aclimatación y los técnicos que llegaron después de mí lo hicieron muy bien.

Usted dijo que no iba a inventarse jugadores de la cantera, que no va a regalar minutos. ¿De lo que ha visto tiene la ilusión o la perspectiva de que alguno de ellos pueda formar parte del equipo?

Al que más he podido ver, y te doy nombres, es a Jose. Y lo que he visto me ha gustado como para que yo valore seriamente que sea un jugador fijo en la plantilla para empezar. Los otros los he visto de manera esporádica, incluso algún vídeo que he visto no era capaz de captar quienes eran porque eran vídeos de Segunda B cogidos desde un ángulo… No me permitían tomar decisiones. A Jose le he visto con el primer equipo, a Ángel también le he visto un poco con el primer equipo y creo que tiene posibilidades, pero hay que trabajar mucho con él en un montón de aspectos.

Usted ha señalado que le da mucha importancia a la pretemporada, sabrá que el año pasado llegaron cuatro jugadores el último día… ¿Le mete presión a Braulio para que el 11 de julio, cuando el equipo empiece a entrenarse, pueda hacerlo con un 70% al menos de la plantilla?

Le he metido presión a él y me la meto a mí. Es una presión para todos. Si no somos capaces de conseguir eso puede ser también que no tengamos ninguna culpa porque hemos picado demasiado alto y nos está costando mucho encontrar esos jugadores. Yo marqué esos objetivos en la rueda de prensa de presentación para que todos nos pongamos las pilas.