Guitián pone cuarto al Zaragoza
Su gol al cuarto de hora deja al equipo aragonés a sólo un punto del playoff gracias a los tropiezos del Osasuna y del Alcorcón.
El Zaragoza despachó al Oviedo en un duelo directo por alcanzar una plaza de promoción y está matemáticamente a un punto de lograr el objetivo y de disponer de una segunda oportunidad para regresar a Primera. El Oviedo, tras una larga y sostenida caída en la segunda vuelta, queda ya fuera de todo, tras perder un partido sin brillo y en el que el equipo aragonés y su entrenador volvieron a jugar con fuego tras ponerse por delante. El miedo guardó la viña más que nunca y a punto estuvo el Zaragoza de complicarse su acceso al playoff de ascenso.
El Oviedo salió al galope en La Romareda, pero el Zaragoza no tardó en tirarlo del caballo. A las ocasiones iniciales de Viti y Koné, producto de rápidos robos en el centro del campo, respondieron enseguida Ángel y Diamanka, y a la tercera fue la vencida. A los 20 veinte minutos, Lanzarote centró desde la izquierda, Ángel cabeceó entre los centrales, Rubén Miño despejó con reflejos felinos y Guitián remachó desde el área pequeña; el portero del Oviedo volvió a despejar por segunda vez el balón, pero lo hizo un palmo dentro de la línea. Pese a la indecisión inicial del árbitro Ocón Arráiz, su juez de línea lo vio muy claro desde el principio y el 1-0 subió al marcador con toda justicia.
El gol puso en ventaja al Zaragoza, y le disipó algunos fantasmas, pero no le sirvió para pasar a tener el control del partido. Continuó descosiéndose en la línea de creación, donde Erik Morán hizo aguas por todos los lados, y perdiendo muchísimos balones, lo que propició que el Oviedo se recuperara del mazazo y tuviera, incluso, mayor posesión a lo largo de la primera parte.
Al poco de volver del descanso, Isaac tuvo la sentencia con un disparo envenenado desde fuera del área, pero Rubén Miño desvió a córner con la punta de los dedos e impidió que el encuentro se cerrara. En verdad, fue un fogonazo aislado, porque al Zaragoza le costó muchísimo combinar y defender su renta con el control de la pelota.
Pero el reloj ya le empezó a volar al Oviedo y Generelo metió en el campo consecutivamente a Susaeta y a Linares en una búsqueda desesperada por darle la vuelta al marcador y recuperar alguna opción de entrar en el playoff. La doble apuesta fue muy valiente, pero no rindió frutos y el Oviedo jugó muy precipitado, empeñado en percutir por el centro buscando inútilmente el olfato de Linares y Koné. Y más tarde el de Cervero en un quema absoluta de las naves asturianas.
El Zaragoza continuó peligrosamente a la espera, apretado en su campo, regalando muchos metros al rival y confiando en una contra definitiva. La sentencia pudo llegar de nuevo en un córner que cabeceó Cabrera al larguero tras salir a por uvas Miño a doce minutos del final, pero el que no dejaba de insistir era el Oviedo.
A Carreras le entró entonces todo el miedo en el cuerpo y retiró a Lanzarote entre las protestas de La Romareda para colocar a Rubén como tercer central, en un intento claro y rotundo por defender el resultado por acumulación, lo que no evitó que Cervero, a la salida de un córner, tuviera el empate en su cabeza a un minuto de la conclusión, lo que hubiera dejado al técnico catalán más expuesto y cuestionado de lo que ya lo está.