ESPANYOL | ENTREVISTA A AZKARGORTA
“Cuando llegué a Bolivia me llamaban ilustre desconocido, pero la locura se contagia”
Tomó las riendas del Espanyol con 29 años. Hoy es una leyenda en Bolivia, donde recibirá a los pericos. Azkargorta habla de fútbol, experiencia, China... y de 'su' Espanyol.
—Aterriza el Espanyol este miércoles en Bolivia. ¿Qué se van a encontrar ante Blooming y frente a Bolívar?
—El Blooming está peleando por una plaza en la Copa Sudamericana, el domingo jugó su clásico ante Oriente Petrolero y rascó un punto en el 93’, así que estarán con la moral alta e ilusión. Es un equipo correoso, el Espanyol no se va a encontrar el césped rápido como si fuera una mesa de billar tan típico de Europa. Estará irregular.
—¿Y el sábado? ¿Puede afectar a los pericos jugar en Cochabamba, que está a 2.558 metros de altitud?
—Cochabamba no tiene la altura de La Paz, pero es respetable. Y el terreno de juego, más que césped, es grama: muy esponjoso, rompe piernas porque se hunde mucho. Es difícil darle velocidad al juego. Si sumas el viaje, el cansancio del primer partido, la altura y el pasto, fácil no va a resultar.
—O sea, que el Espanyol puede pasarlo bastante mal.
—El fútbol boliviano no anda bien, hace tiempo que se durmieron y que la infraestructura no está en condiciones. Pero el Espanyol va a sufrir. Fíjese que ante el Blooming, incluso en Sant Adrià, ya costó ganar.
—¿Está Bolivia mucho peor que cuando usted les llevó al Mundial en 1994?
—Sí, igual o peor, porque los vecinos han evolucionado, han invertido y ellos no. No hay competiciones en categorías inferiores, los jóvenes lo tienen difícil. Faltan escuelas. Y, por supuesto, instalaciones. Te exigen ganar a clubes de Brasil, Argentina, Chile o Uruguay y no tienes ni donde entrenarte.
—Y sin embargo, en los últimos tres años están llegando españoles a la Liga boliviana.
—En el fútbol la locura se contagia. Mírenme a mí. Cuando llegué a Bolivia, tras ocho años entrenando a clubes de España en Primera, me llamaban ilustre desconocido. Yo les decía que ellos eran ilustres ignorantes. Es verdad que entonces debías ser abonado al ‘Gráfico’ o a ‘Onze’ para enterarte de noticias internacionales, y ahora con un click conoces hasta el número de zapato de la mujer de un jugador. El caso es que ahora los jugadores españoles empiezan a salir.
—¿Y cómo les va allí?
—Aquí vienen jugadores de Segunda o Tercera que ven que en España hay problemas para cobrar, para conseguir un contrato... Porque no todo es Madrid, Barça y Atlético. Llegan a Bolivia y ganan un dinero. Y, sobre todo, tienen un escaparate como la Copa Libertadores o la Sudamericana.
—Y usted, tras Bolívar y Oriente Petrolero, ¿tiene en proyecto dirigir a otro equipo?
—Tengo casa en Santa Cruz desde 2011. Con Bolívar gané dos campeonatos seguidos y llegamos a semifinales de la Libertadores, pero aquello acabó por un enfrentamiento con el hermano del dueño. En estos momentos, tengo bastante demanda de charlas a nivel empresarial, sobre trabajo en grupo y motivación. Estoy tranquilo y a la expectativa.
—Tiene 62 años, pero se le ve con cuerda para rato...
—Cuando asumí el Espanyol, en 1983, ni siquiera había cumplido los 30. Ahora estoy mucho mejor preparado, por mucho que digan que estás desactualizado u otros tópicos. Creo que la juventud está sobrevalorada, ser joven por sí mismo no es una virtud... Y luego va Ranieri y gana la Premier. Yo empecé muy joven y por eso pueden creer que soy mayor, pero Pellegrini me saca unas semanas.
—Hablando de técnicos, usted fue profesor de Rafa Benítez. ¿Cómo ha vivido su convulsa temporada, entre el Real Madrid y el Newcastle, con el que ha descendido?
—Lo del Madrid fue un poco sorprendente. Tampoco estaban tan mal como para echarlo. Y sobre su misión en el Newcastle, él era el primero que sabía que iba a ser complicada.
—¿Alguien le llamó para sondearle como hipotético director deportivo del Espanyol?
—Sé que se publicó, pero oficialmente nunca supe nada. Sí que me llamó algún grupo de accionistas. En cualquier caso, siempre es un gusto saber algo del Espanyol.
—Han pasado tres décadas desde que lo entrenó, pero dejó huella entre los pericos.
—Y podrían ser menos. Hace unos años estuvimos a punto de trabajar juntos Pochettino y yo, pero no se dio. Me halaga ese cariño que me tienen desde el Espanyol. Fue una etapa preciosa, sobre todo enfocada a la formación. Apenas eché manos de extranjeros porque ya estaban Lauridsen y N’Kono. No teníamos ni campo para entrenar, nos movíamos entre Piscinas y Deportes y la Seat. Pudiendo elegir entre medicina y fútbol, elegí fútbol.
—Y formó a la plantilla que acabaría en la final de la UEFA.
—Hicimos muy buen trabajo de formación de equipo, pero no hay que quitarle méritos a Clemente, que supo sacarle todo el jugo a aquellos jugadores.
—Como trotamundos, también trabajó en China. ¿Cómo cree que será el Espanyol bajo un propietario de aquel país?
—Ahora está de moda China, por las grandes sumas que pagan a los futbolistas. En el caso del Espanyol hay que ver quién manda, qué tipo de equipo quiere el grupo chino. Alguien les tiene que explicar, si no lo han hecho ya, que ser perico en Cataluña es algo muy especial. Y es necesaria la transparencia, que detallen el proyecto: ¿será de cantera? ¿cuál será el estilo de fichajes? Quedan muchas incógnitar por desvelar aún.