El Getafe pone fin a 12 años de sueño en Primera División
Pezzella y Rubén Castro, de penalti, sentenciaron a los de Esnáider. El golazo de Medrán, estéril. El árbitro se tragó un penalti de Pereira y pitó otro que no fue.
El Getafe puso fin a un sueño que le duró 12 años. Esas son las temporadas que exactamente ha estado el equipo en Primera, un club de una ciudad del sur de Madrid, localidad con señorío obrero, crecida como ciudad dormitorio en el cinturón de la capital, una ciudad que consiguió ser conocida en todo el mundo gracias a su equipo de fútbol: el Getafe.
Un gol de cabeza de Pezzella y otro de penalti de Rubén Castro guillotinaron las ilusiones del equipo de Esnáider. El golazo de Medrán apenas endulzó el adiós.
Llegaba el Getafe al Villamarín siendo el único de los tres que dependía de si mismo, sabiendo que si ganaba se salvaba. Pues bien, fue el único de los tres que en ningún momento fue ganando.
Cuando realmente se desea algo con firmeza, nada mejor que lanzarse decididamente a por ello. Al Getafe le urgía ganar y a los dos minutos dispuso de la primera ocasión de gol, un remate de cabeza de Juan Rodríguez a falta teledirigida por Pedro León.
Cinco minutos después llegó lo que se sabía que sucedería más pronto que tarde: gol del Sporting. Cuatro más tarde el que marcó fue el Rayo. En ese momento, el Getafe comenzó a jugar dos partidos, uno frente al Betis y otro contra los nervios.
El Getafe comprendió entonces que para coger peces necesitaría mojarse por encima de las rodillas. Adelantó su línea de presión, ocupando sus tropas terreno enemigo. En el cebo tuvo la pieza en el minuto 23, cuando Stefan, rematando de cabeza, sacó astillas del poste derecho de Dani.
El Betis sufría el mismo problema del que adolece desde principios de temporada, sacar el balón jugado desde atrás. Sólo Ceballos parecía saber darle sentido al juego este del fútbol, pero poco a poco fue soltándose el pelo, acallando todo tipo de suspicacias con su predisposición.
El primer paso al frente lo dio Ceballos probando fortuna desde fuera del área. Rubén Castro fue calentándose y llegaba hasta la línea de fondo con asiduidad, y hasta tuvo el gol en el bolsillo en una clarísima ocasión de Jorge Molina, en el 35’, cuando el delantero se quedó mano a mano frente a Guaita. El portero, sacó un guante milagroso. Ahí tuvo mala suerte el Betis, pero mucho peor fue el episodio siguiente, cuando el uruguayo Pereira hizo un penalti escandaloso al llevarse el balón con la mano sin que árbitro o linier le vieran. Tantos avisos del Betis dieron qué pensar al Getafe. Bien está ir a por la victoria, pero mal si a mis espaldas dejo la casa revuelta.
En el descanso, Merino puso más dinamita al partido y sacó a Musonda, un galgo, pero fue Stefan quien volvió a tener el partido en sus manos, el 0-1, quizá la salvación, cuando en el 53’ falló lo imperdonable en un partido de vida o muerte, tras una gran jugada de Pedro León y Sarabia. Del fallo al llanto hay tres minutos, los que tardó Pezzella en conectar un magnífico cabezazo y batir a Guaita.
Exactamente a esa misma hora comenzaron a llover lágrimas de alegría en Gijón. Una contra en el 72’pilló al Getafe con las vergüenzas al aire, pero la caída de Musonda no era penalti como imaginó Gil Manzano. Mala conciencia tendría por no haber pitado el de la primera parte. Daba igual, no se puede matar a un muerto y el Getafe ya había fallecido con el 1-0.