El Barça quema el colchón
Nueva derrota culé que deja al Atlético empatado a puntos en cabeza y al Madrid a uno de ambos. El Valencia se puso 0-2 y sobrevivió con una actuación memorable de Diego Alves
El Barça recuperó buena parte de su juego de manera inversamente proporcional al aumento de su mala suerte de cara a la portería rival y acabó perdiendo ante el Valencia un partido que en cualquier otra circunstancia hubiera ganado de manera amplia. Pero el resultado de 1-2 a favor de los visitantes quema definitivamente el colchón de 12 puntos que llegó a tener el conjunto de Luis Enrique hace nada. La Liga se queda en un pañuelo con el único argumento a favor de los barcelonistas de tener el goal-average a favor con sus dos perseguidores, pero inmerso en un bloqueo ante la portería contraria que es digno de estudio.
Esta vez, el Barcelona fue reconocible a excepción de la suerte en la definición. Sigue el equipo de Luis Enrique bloqueado en los metros finales, donde las jugadas de ataque se escapan por centímetros, por malos controles o, como fue el caso de nuevo, por un portero que hace el partido de su vida. Si usted es agente de porteros, la mayor bendición que le puede suceder es jugara día de hoy contra el Barcelona. Si hace una semana el Barça convirtió a Rulli en seleccionable en Anoeta, en el Camp Nou convirtió a Alves en un titán que paró no menos de cinco ocasiones claras para el conjunto barcelonista.
La salida del Barcelona en la primera parte fue más que buena, pero Alves, el portero, el que no se pone pelucas (el otro estaba en el banquillo) conjuró tres jugadas de gol ante Messi, dos, y Alves antes que en la primera aproximación de los valencianistas, Siqueira ganara la espalda a Sergi Roberto, su centro lo tocara Rakitic y Bravo se lo acabara de meter en la portería en una jugada absolutamente desgraciada que retrata el momento del Barcelona.
El gol dejó en estado de chock a los barcelonistas, que sin embargo volvieron poco a poco a poner en marcha su maquinaria y volvieron a poner a prueba a Diego Alves, que volvió a responder sensacionalmente. Cuando ambos equipos pensaban ya en el descanso, el Valencia dio la puntilla al partido con una gran jugada de Parejo que dejó a Santi Mina en duelo ante Bravo, que no hizo el milagro de su adversario. La pelota entró y al Barça se le acababa de levantar el Everest en sus narices.
Trató el Barcelona de poner cerco a la portería de Alves en la segunda parte casi a la desesperada empujado por dos motores como Mascherano y Piqué, que desde atrás empujaban al equipo. El coraje del argentino y el amor propio del catalán fueron la gasolina de un equipo que tiró más de testosterona que de sutileza ante un rival que se parapetó perfectamente.
Las prisas provocaron imprecisiones en el Barcelona en jugadas que en la jornada siete hubieran sido goles cantados. Messi rompió el maleficio de su gol 500 en el minuto 63 después de que Alba acertara en uno de los pocos centros claros que tuvo que poner al área. Había tiempo para buscar el empate y para incluso ganar el partido. Pero Diego Alves volvió a erigirse como un titán en la portería despejando un gran disparo de Rakitic.
A la desesperada y sin mover el banquillo, lo único que se le ocurrió a Luis Enrique fue colocar a Piqué como delantero centro. El central tuvo en sus botas el balón del empate, pero le pegó mordida y se le fue fuera. Ya nada podía moverse. El Barcelona tiene una nube negra encima y se enfrenta a la prueba más exigente. Una Liga a cinco partidos