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ATLÉTICO

Un consejo de Bravo, detrás de los libres directos de Griezmann

Los dos últimos goles del francés han sido de falta directa. Era su sino de siempre, pero ya es infalible también desde ahí. Desde Zubieta, y la Real Sociedad, lo intentaba.

Madrid
Gol de falta de Griezmann en el Holanda-Francia.
Gol de falta de Griezmann en el Holanda-Francia.Dean MouhtaropoulosGetty

Esta era una de las cuentas pendientes que Griezmann tenía con el fútbol, quizá la única: los lanzamientos de falta. Al francés no le entraba uno. Y lo había intentado. Vaya que si lo había intentado. Muchas veces, sobre todo en la Real Sociedad. Pero todos sus lanzamientos terminaban en churro, o en la barrera, o en la nada. Sin embargo, eso acabó, ha quedado atrás. Grizi, ahora, ha comenzado también a ser infalible en los libres directos. Ya es casi perfecto. Detrás hay muchos intentos y un consejo que una vez, hace muchos, muchos años, le dio un amigo, mentor y hermano: Claudio Bravo.

Todo comenzó en Zubieta. Griezmann, cuya máxima siempre es mejorar sus propios números, temporada a temporada arrastraba un blanco en su estadística. Era en los lanzamientos de falta. Sólo una vez estuvo cerca: fue en la Champions, en Old Trafford, ante el United. La Real perdió aquel partido 1-0 pero lo hubiera empatado, quizá, si aquella falta que Griezmann lanzó no se hubiera topado con el palo.

Las faltas eran ya su sino. Y su obsesión. Muchos días, la Real terminaba de entrenar pero él se quedaba, a veces con Chory Castro, a veces con Vela, a veces con Iñigo Martínez, ensayándolas, lanzándolas. Y lo más curioso es que las tiraba bien. Lanzamiento exquisito, de rosca. Pero llegaban los partidos y, lo escrito, sus libres directos siempre terminaban en ningún lugar. Y entonces llegó Bravo. Y lo vio: cuando Griezmann lanzaba en un partido no lo hacía como ensayaba en los entrenamientos, sino que cambiaba el golpeo, le daba a lo Cristiano, con el exterior y no el empeine o el interior. Es decir, le pegaba al balón sin ser Griezmann. Por eso no le entraba ni uno.

Cuando llegó al Atlético hace dos julios, esa casilla seguía en blanco en su currículum: 180 partidos, 46 goles, ninguno de falta. “Tengo que meter uno, que ya llevo mucho tiempo… En la Real practicaba más porque teníamos más tiempo. Aquí el Profe Ortega no te deja mucho tirar faltas...”, confesaba a AS en febrero de 2015. Un año después ya lleva tres y, curioso, sus dos últimos goles han sido así. El penúltimo, el que le hizo al Sporting lo envió a la escuadra izquierda y, el otro, el de Francia, lanzado desde el mismo lugar, a la contraria, la derecha. Y los dos fueron lanzamientos exquisitos, con la zurda, de rosca, como si, en el momento de golpear, aún escuchara a Bravo y su consejo: “Sé tú a la hora de lanzarlas, sé tú...”. Así ha sido. Es él. Puro Griezmann. Y ya no falla.