Arbilla: “El ánimo y la esperanza nunca se pierden”
El navarro pasa por el “momento más duro de su carrera” y espera que las ondas de choque le solucionen la tendinitis en el Talón de Aquiles y le eviten el quirófano.
Cuatro meses y medio después de jugar su último partido en Vallecas, Anaitz Arbilla afronta las dos últimas semanas del tratamiento conservador con una certeza clara: o se recupera o se opera. El jugador explica lo mal que lo ha pasado. “Es el momento más complicado de toda mi carrera. Por suerte, y toco madera, nunca tuve una lesión de tan larga duración. Es molesto porque quieres ayudar al equipo, pasamos dos meses difíciles y no puede estar ahí. Sé cuál ha sido mi rol, intenté llevarlo al margen, y sabes que tu día a día es estar en el gimnasio. Lo aceptas, pero estamos en el final y esperaremos a dar este paso”, comentó.
El jugador se está sometiendo a un nuevo tratamiento de “ondas de choque” y espera en 15 días poder entrar al grupo y no sentir dolor. Su pensamiento está en recuperarse. “El ánimo y la esperanza se intentan no perder nunca, pero es un proceso largo y difícil. Todos me ayudan mucho. Mi esperanza es pensar que estoy en la recta final y en diez o doce días que me quedan recuperarme”. El jugador no quiere pensar en el quirófano. “Intento mantenerme al margen y creer en que existe una posibilidad, y trabajar la fuerza para fortalecer la zona y que no vuelva a recaer. Siempre tienes la operación en mente y no es fácil llevarlo. Intento por todos los medios trabajarlo y fortalecerlo para entrar cada mes, pero siempre tuve recaídas”, afirmó sincero.
El jugador tiene claro que “no podía soportar el dolor y no podíamos alargarlo más. Si me pierdo esta temporada lo acepto, pero no quiero empezar mal la próxima. Si no mejoro en estos 15 días, tendré que operarme”. Y reconoce que todo este proceso ha sido consensuado con los médicos. “Todos los pasos los dimos entre todos. Lo valoramos mucho, todas las opciones, y no hubo problemas. Intentamos dejar la cirugía al margen desde el principio porque creíamos que no estaba tan mal como esperábamos, pero el dolor siempre ha estado ahí. Fue muy incómodo. No podía correr cada vez que empezaba con el grupo y no llegué nunca al máximo nivel”.