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JUAN TAMARIZ

“El fútbol tiene magia y el regate es el arte del engaño, ilusión”

Magia potagia y pura ilusión. Viajando en una chistera de naipes el gran Juan Tamariz se aparece en Las Estaciones de Juan sacándose goles y regates de la manga.

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“El fútbol tiene magia y el regate es el arte del engaño, ilusión”
AStv

—Don Juan Tamariz, maestro de magia, ¿qué tiene usted para que le admiren los mejores magos del mundo?

—Entre todos los magos hay un ambiente muy noble, nos llevamos muy bien y nos transmitimos mucho, y como llevo muchos años en esto todos tienen la falsa opinión de que yo sé mucho de magia y lo que tengo es una pasión inmensa, no se puede medir. Me llaman de todas las partes del mundo los magos más destacados en la materia para reuniones y conferencias y compartimos nuestro conocimiento. Acabo de visitar varios países de Latinoamérica y me han tratado con mucho cariño.

—¿En qué rincones del mundo impresiona más la magia?

—En todos, la magia es algo que te hace volver a la infancia. Todos tenemos el deseo de lo imposible, la seducción por lo asombroso y el mago presenta su acción como si todas esas cosas que imaginamos fueran posibles. En estos tiempos sombríos de crisis los magos hemos llenado los teatros más que nunca. La gente necesita evadirse, escapar. Por eso el gran triunfo de magos como Houdini, que era un mago menor, pero se hizo mundialmente famoso por sus habilidades como escapista. El tipo hacía ver al personal que era posible huir de una situación complicada. Es una de las virtudes del arte, crear ilusiones.

—Ahora lo tienen más fácil, en otras épocas sombrías los magos estaban bajo sospecha.

—Es verdad que hubo una época en que los magos estaban muy perseguidos y entonces se llamaron físicos, recuerda aquellos grabados de magos con cucuruchos como Merlín. Se llamaban físicos para esconderse detrás del valor de la ciencia. Pretendían dar a entender que sus obras no respondían a ningún arte oculto, eran acciones mecánicas, científicas para evitar problemas y que les llevaran a la hoguera.

—¿Quiénes fueron sus primeros maestros?

—Uno de los más grandes magos que ha dado España, José Frakson. Aparte de sus técnicas de magia me dejó una enseñanza inolvidable. Me decía: “Mira Juan, si tú vas a los teatros sólo a buscar el aplauso y la admiración de la gente tu ego se irá haciendo cada vez más grande y un día explotará. Hay que actuar para compartir algo y, sobre todo, la suerte de trabajar en algo que amas de verdad. Se trata de que todos, público y artista, participen de un juego.

—Los españoles tienen gran prestigio en el arte de los juegos de manos y usted fue campeón del mundo, ¿cómo llevo el asunto?

—Pues mira, yo no creo mucho en los premios relacionados con el arte. Me parece muy bien en un atleta, o algo así, porque el mejor será siempre el primero que llegue a la meta, pero en arte, no sé, tengo muchas dudas. No creo que se pueda decir que un pintor sea el mejor del mundo, o un escritor, o un mago. En estos casos no hay mejor ni peor, eso dependerá del gusto del espectador. En mi caso, sí es bonito cuando los magos más brillantes del mundo reconocen toda una trayectoria de vida, como me pasó a mí en Los Ángeles, hasta me compré una chaqueta para la ocasión que me hacía mucho más guapo. Ese premio sí me hizo ilusión.

—¿Dónde encuentra la magia en el fútbol?

—En muchos momentos, sobre todo en las emociones que suscita y que tan bien transmite mi viejo amigo Alfredo Relaño. El fútbol, como la magia, es un juego, un juego que fascina.

—¿Y qué juego de magia podríamos enseñarle al Real Madrid, por ejemplo, para que saliera del atasco?

—Yo tengo un método infalible: que en cada partido meta más goles que el contrario, así de fácil. Una vez, después de una actuación, se plantó ante mí un hombre y me felicitó emocionado, no le reconocí en ese momento y me contó que había sido jugador de fútbol. Soy Gento, me dijo. Y entonces el que se emocionó fui yo y casi me arrodillo. La de veces que me he emocionado con su juego, esas carreras por la banda tras recibir un pase de Di Stéfano o Rial.

—¿Se podrían aplicar algunas de las técnicas de la magia para salir airoso en un partido de fútbol?

—Hombre, en fin, piensa que muchos de los lances del fútbol se basan en el engaño, el regate, por ejemplo. Marcas al contrario una salida y te escapas por el otro lado. El regate es el arte del engaño, pura magia e ilusión. ¿Dónde está el truco?... Aaaah!

—¿Es madridista?

—Bueno, nací en Madrid y en esos años gloriosos de Gento y Di Stéfano sentía esos colores, pero sólo he ido una vez al Bernabéu. Fue muy curioso porque era un partido amistoso, en el año que Di Stéfano ya iba a abandonar el Real Madrid, vino al Bernabéu el Santos de Brasil. Y en ese equipo había un chico formidable que se llamaba Pelé. Pocos pueden decir que han visto en un mismo partido a don Alfredo y a Pelé.

—¿A qué futbolistas de estos últimos años ha admirado más?

—En España siempre me gustó mucho Raúl y, por supuesto, Andrés Iniesta.

—¿Cómo se entrena Juan Tamariz?

—Pues yo me entreno durante toda la noche porque duermo de día. Ocho o diez horas cada noche, solo o en compañía de mi mujer, Consuelo Lorgia, que también es maga, o de otros amigos magos. Y entrenamos todo, no sólo juegos de cartas, ensayamos expresiones mímicas, golpes de efecto de voz, miradas….técnicas psicológicas que ayudan a que la ilusión que quieres conseguir con un número sea más contundente.

—¿Técnicas de distracción?

—No exactamente, es algo más sutil. Piensa que nosotros hacemos magia de cerca e interactuamos mucho con los espectadores. Yo hago una magia muy jazzística, improviso mucho. Hay veces que empiezo un juego y a la mitad no sé por dónde voy a salir. Me lo estoy inventando en ese momento porque el que mira ha reaccionado de una forma imprevista y es necesario crear algo nuevo.

—¿Quién es el mago que más le ha sorprendido?

—Muchos, acaba de fallecer un gran mago argentino, que era manco y yo le traje a España a hacer muchos programas de televisión, Renné Lavand. Era bellísimo lo que hacía y tenía mucho mérito porque lo hacía con una sola mano, pero dejando este aspecto aparte, era asombroso porque mientras hacía el juego narraba relatos de Borges y otros autores que te dejaban con la boca abierta. La gente lloraba de la emoción que transmitía. También tuve un maestro canadiense, Dai Vernon, que murió con más de 90 años y se fijó en mí durante una actuación en Las Vegas.

—¿Qué me dice de David Copperfield?

—Pues que es un mago tremendo. Además, tiene mucha gracia y siempre que le preguntan quien es su mago favorito dice: ¡Juan Tamariz! Somos muy amigos y me parece maravilloso. Creo, también, que me tiene un poco de envidia por mi belleza y apostura (ríe).

—Gran parte de su fama se la debe a la televisión, ¿qué diferencia hay en actuar ante las cámaras o ante el público en un teatro?

—A mí no me gusta nada actuar en televisión, y eso que he estado casi 15 años haciendo programas. Un día dije basta y no lo volví a hacer más. La televisión es muy artificial, hay extras, el público aplaude cuando se lo indican, no sé. Me gusta más el contacto directo y en vivo con el espectador. Lo que sí tuvo de bueno hacer televisión es que acerqué la magia al gran público y di a conocer a muchos compañeros.

—Jugar con usted o sus amigos magos al póker no debe ser muy recomendable, ¿no?

—Ja, ja. Pues, no, no te lo recomiendo. A mí me han contratado directores de casino para explicarles técnicas de juego de cartas y, también, trampas de juego. La verdad es que la mayoría de los magos no solemos jugar al póker, aunque tengo algunos que sí lo hacen. Nos gusta hacer exhibiciones en partidas pero jugándonos algo simbólico. Tengo que decir que parte del arte y los secretos de la magia provienen de tahúres antiguos que creaban técnicas para cambiar cualquier carta y ganar haciendo trampas.

—¿Es verdad que la CIA ha recurrido a las enseñanzas de su libro ‘La vía mágica’?

—No, uff, eso es una leyenda urbana. Yo he escrito muchos libros, y muchos son de psicología y están traducidos a varios idiomas. Hombre, es normal que alguno de ellos, incluido ‘La vía mágica’, en el que hay técnicas de engaño a la mente, haya caído en manos de algún agente de esos y le haya llamado la atención, pero nada más. Además, aunque fuera verdad, que no me gustaría, ¿quién lo sabe?

—¿Qué es lo más mágico que le ha ocurrido últimamente?

—Lo más, lo más ha sido conocer a Consuelo, mi mujer. Y lo digo de verdad, la conocí hace 40 años en un Congreso de Magia, en Viena. Luego fuimos amigos durante muchos años, cada uno con su vida, hasta que al fin me cazó (ríe).

—Me han chivado que uno de los números que presenta en su actuación en Madrid es una partida de futbolín.

—Vaya, vaya, pues sí, es verdad. Hay un futbolín con el Madrid y el Atleti y yo pido que suban seguidores de ambos equipos al escenario. Uno de ellos hace de árbitro y le cuelgo un collar que esconde un papelito y le doy un cronómetro. Se juegan tres bolas, no puede haber empate, y al final del partido le pido al árbitro que lea el resultado que hay escrito en el papelito que le di al principio. Y ahí está escrito el resultado, el orden de los goles y el minuto en que se han marcado cada uno de los tantos.

—¿Existe algún truco, un juego que está persiguiendo desde siempre?

—Sí, claro, y eso es lo que te da la ilusión para seguir en esto. Hay juegos que duran 4 minutos y has tardado seis o siete años en ponerlo a punto.

—¿Ha pensado alguna vez en retirarse?

—Sí, y te voy a dar una primicia, me retiro dentro de 30 años, a los 103.

—¿Y de polvos mágicos cómo va?

—Muy bien, gracias.