El extremo que soñaba con marcar muchos goles
Rafa Iriondo es un museo con corazón. Nacido en Gernika hace 88 años, el último superviviente de la mítica delantera que formaba junto a Venancio, Zarra, Panizo y Gainza, es historia viva del Athletic. Nadie como él para recordar las glorias del equipo bilbaíno. 323 partidos con la rojiblanca y 115 goles entre 1940 y 1953. No es mala marca para un extremo. En realidad, quería ser delantero centro, pero su endiablada velocidad y su ímpetu con el balón (en aquella época el cuero era pesado y difícil de controlar) llevaron a todos sus entrenadores a colocarle en la banda. En el otro lado estaba Gainza, otra bala inteligente. Y en el medio Zarra, con Panizo y Venancio para lo que hiciera falta. Con Zarra y Gainza también compartió dos partidos con la Selección. Frente a Eire y Portugal. A los lusos les hizo el único gol que consiguió con la Roja.
La realidad de la vida le hizo fuerte desde pequeño, cuando sufrió de cerca el bombardeo de Gernika. Fue uno de sus supervivientes. Allí conoció el balón (o lo que entonces decían que era una pelota) y llamaba la atención de todos los que le veían jugar cerca de la Iglesia. Pero más que al Clero, lo de futbolista se lo debe al Servicio Militar, que hizo en Tetuán, donde popularizó sus carreras por la banda en el Atlético. El Athletic, que le había hecho una oferta para su filial antes de la mili, insistió y se lo trajo de vuelta a Bilbao. Acertó. 13 temporadas con 4 Copas y 1 Liga. Casado con Charo Echeverría y con hijos en camino, se reenganchó al verde en el Barakaldo para saltar otra vez a Primera con la Real. Después, salvo al Tetuán, entrenó a todos sus ex equipos. Y salió campeón.