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GETAFE 0 - ATLÉTICO DE MADRID 1

Torres y su Atlético no aflojan

El delantero volvió a marcar (gol 101) y se fue lesionado del tobillo, como Carrasco. Los de Simeone, sin alardes, siguen segundos. El Getafe, muy poco efectivo. Debutó Kranevitter en Liga.

Torres y Koke, tras marcar el delantero el único gol del partido en Getafe.
Torres y Koke, tras marcar el delantero el único gol del partido en Getafe.JESUS AGUILERADIARIO AS
LALIGA

Definitivo. En el Atlético se acabó la maldición del 9. Finí. Es agua. Pasado. Hasta Jackson marca en China, pero esa es una historia que ya nada tiene que ver con la rojiblanca. La de Fernando Torres sí. Y El Niño no deja de sumarle momentos. Si su gol cien con la rojiblanca llegaba en el 90’ del Atleti-Eibar, ayer no había pasado ni un minuto del Getafe-Atleti y ya tenía el 101. Adiós bloqueo. Hola goles, benditos goles.

Lo metió Torres pero lo fabricó Carrasco que, desde que se vistió de Maradona en el Camp Nou, no se ha quitado el traje. El gol convirtió la primera parte en viento a favor para el Atlético, dueño y señor de los primeros 30 minutos, triangulando como si sus botas llevaran motor y un Gabi enorme en el centro. Y eso que el capitán dio el primer susto de la tarde, al caer fulminado en el 4’ tras un pisotón por detrás de Sarabia. Sus manotazos sobre la hierba recordaron, por un momento, a Tiago y su tibia, a Tiago y su lesión. Pero no. Gabi estuvo fuera unos minutos y regresó aún mejor.

El problema fue lo del tobillo, que era una señal de lo que en el 53’ ocurriría y que nadie, aún, era capaz de imaginar. Porque en ese momento Gabi volvía, el tobillo no molestaba y el Atlético se movía rápido mientras el Getafe se hacía chiquito, chiquito, invisible casi. Abarcaba campo el capitán y creaba pavor entre Sarabia y Damián la banda izquierda rojiblanca, con Filipe y Carrasco en otro recital de pases, velocidad y descaro. Parecía el Coliseum un campo lleno de autopistas para el Atlético sin que del Getafe hubiera noticias. Pedro León y Sarabia lo intentaban pero jugaban demasiado solos y sus ataques siempre terminaban en ningún lugar. Todo cambió al filo del 45’.

De pronto, el Coliseum subió los decibelios. Y no fue para espantar el frío horrible: la culpa la tuvo Mateu Lahoz, que encendió a la grada al no pitar ni falta en lo que la grada consideró un penalti de Gabi sobre Víctor. Subió el sonido ambiente y se embarulló el juego con codazos, tarjetas y hasta un intento de Pedro León de robarle la cinta del pelo a Filipe. Entonces pasó lo mejor que podía pasar: el descanso, antes de que el follón terminara por engullir un fútbol cada vez más escaso sobre la hierba.

Fue al poco de reanudarse el juego cuando el Atlético entendió la señal del tobillo. Pugnaba Carrasco un centro con Damián cuando, al posar el pie, se le doblaba hacia dentro y caía al suelo, como Gabi al principio, pero con un final mucho peor: él no regresó a los pocos minutos, él abandonó el campo en camilla. Y con él se fue el poco fútbol que quedaba. Al rato empezó a cojear Torres de ese tobillo que lleva dándole la lata toda la temporada, así que, en el minuto 66 ya no estaban sobre el césped ninguno de los dos protagonistas del gol, Kranevitter había debutado en Liga y al Cholo le tocaba tirar de clásico para aguantar el tirón: solidez atrás. Y es que, sin saber muy bien cómo, el Getafe había logrado volcar el partido hacia Oblak.

Los de Escribá no disparaban entre los tres palos, pero llegaban con frecuencia y, cada vez que lo hacían, inquietaban, con Yoda muy activo y Pedro León mosca tocanarices alrededor de Godín. En un tris, se le había puesto feo el partido al Atlético, desapacible, como la tarde, cada vez más oscura. Pudo iluminarla Correa al quedarse solo ante Guaita casi al final pero en vez de disparar (gol fijo) quiso asistir a Saúl sin cederle bien. Total: despejó un defensa. Si lo ven Mulder y Scully lo cuentan como Expediente X. Aún así, a pesar del fallo incomprensible, el Atleti pasó tranquilo los últimos minutos. La culpa la tuvo Óliver, que parece jugar con botas de velcro y pelota de espuma. Era suyo el balón cuando Mateu pitó el final de un partido que terminó siendo sólo bueno en el resultado: tres puntos vitales antes de los 10 días de curvas que vienen.