Dani Guzmán: “¡Yo ayudé a Agüero a definir su fútbol!”
El sábado, un atlético se llevó el Goya. Lo ganó Dani, Mejor director novel, por 'A cambio de nada', a la que le ha dedicado diez años de su vida. Habla de la película... Y el Atleti.
-¡Cómo se emocionó al ganar el Goya a Mejor Director Novel por ‘A cambio de nada’...!
-¡Es que tenía alergia y el aire estaba alto! No. Han sido tantos años, tantas puertas cerradas... Y mi abuela, protagonista, que se hacía mayor... Hemos peleado tanto que, el Goya, fue una explosión de emoción, sí.
-¿Cuántas veces pensó en abandonar?
-¿En estos diez años? Muchísimas. Cada vez que una tele me decía que no la financiaba. Pero yo tenía la necesidad de contar esta historia y eso me impulsaba a seguir. Mi familia estaba preocupada.
-Pero creyó, contra todo y todos, con coraje y corazón, y triunfó. Muy rojiblanco...
-Sí, debe ser que tenemos algo en el ADN que... (ríe).
-Horas antes de que usted recibiera el Goya, Torres hizo el gol cien. ¿Lo vio en el campo?
-Hace año y medio que no voy porque estaba inmerso en la vorágine de la peli. El sábado fueron mis amigos. Me decían: “¡Vente Dani!”. “¿Estáis locos? ¿Qué queréis? ¿Que no llegue a los Goya?”. Debía estar a las siete en el photocall. Imposible.
-¿Dónde guarda sus Goya?
-No guardo ningún premio en casa. Los que me dan, prefiero compartirlos. El primero (por el corto Sueños, en 2003) se lo regalé a mi madre y este segundo, a mi abuela... Aunque se lo he pedido prestado unos días...
-¿Camisetas de fútbol tiene?
-Varias. La del aniversario del Aviación. Las del Kun. Sus botas cuando estaba aquí...
-Eran muy amigos, ¿no? ¿Cómo empezó su relación?
-Mucho, sí. Pues al principio. Él lo pasó muy mal cuando Aguirre no lo sacaba. No lo entendíamos mucho y hacíamos pachanguitas para que no perdiera la forma. ¡Yo le ayudé a definir su toque! ¡Lo que ha logrado en el fútbol me lo debe a mí! (ríe).
-En esas pachangas, ¿cómo era jugar contra él?
-¡Yo intentaba que me tocara siempre en su equipo! Un día estaba Maradona y fue uno de mis momentos más especiales. Imagínate jugar con los dos... Ahí sí que me esforcé para no dar un pase mal. Recibía el balón y pensaba: “Hoy no es para exhibirte, hoy es jugar sencillo y ya” (ríe).
-¿Qué es lo mejor del Kun?
-Lo familiar que era. Cuando le veía muy hundido, me acuerdo, jugábamos a ping-pong y yo me dejaba ganar algún punto para que se viniera arriba...
-¿Cambiaría su Goya por haber visto al Atleti ganar en Lisboa?
-No. Este Goya son diez años de mi vida y nada puede superar la emoción del otro día. Fíjate que me gusta el fútbol, pero este momento es para mí.
-¿Dónde vivió aquella final?
-Allí. Me fui con cinco amigos en caravana a Lisboa y, cuando marcó Ramos, me fui del campo. Sabía que habíamos perdido la final. Dolió mucho.
-¿Le daría un papel en una película a algún rojiblanco?
-Sí, a uno: el Cholo.
-¿Qué le parece?
-Pues que ha devuelto al Atleti al lugar que le corresponde. Desde que él llegó le jugamos de tú a tú a Madrid y Barça. Pero no extraña. Es su manera de ser.
-Usted, incluso, celebró con él el Doblete... Cuénteme eso.
-(Estalla en risas) Sí, sí. Venía de jugar un torneo con mi equipo y fui al Calderón aún con la equipación y las botas puestas. Acabó el partido y me colé: salté al campo y me metí al vestuario. Pensaban que era el familiar de alguien y no me decían nada. Yo estaba alucinado. Con Kiko, Pantic, el Cholo, mirando sus botas... De pronto llega López, que me conocía del barrio, y me dice: “¿Tú qué haces aquí?”. “Pues tío, celebrando”. “Anda, ¡vete!”. “López no me creo que seas tú quien me eche, ¡si tu tío Marcial me corta el pelo!”, dije... No sirvió de nada: me tuve que ir cuando se metían al jacuzzi (risas).