Galca agota su crédito tras recibir un 'manotazo' de la Real
Manita en Cornellá a un equipo sin rumbo. Jonathas y Vela pusieron el 0-2 en 8'. El Espanyol, a un punto del descenso. El portero Arlauskis, sustituido en el descanso.
De la danza del dragón y el león se pasó en Cornellà en cuestión de minutos al baile de la Real Sociedad sobre el Espanyol. Si el Año Nuevo chino es época de cambios, el de los pericos sí fue significativo, porque va de mal en peor, mientras que para los ‘txuri-urdin’ es cualitativo: golea, aumenta exponencialmente su autoestima y suma 27 puntos. Se aleja por tanto de un descenso que abrasa ya a los blanquiazules. El Espanyol de Galca, lejos de ser bendecido por el mono de fuego, se asemeja a una sombra chinesca. Una tortura china para sus seguidores y probablemente para sus nuevos propietarios, que pueden dictar sentencia.
Ni siquiera necesitó salir en tromba la Real, como pudiera parecer por el 0-2 tan tempranero. Simplemente le bastó tener orden, líneas juntas, paciencia y robar para lanzarse apresuradamente sobre Arla. Tras un saque de banda, en el 5’, llegó el primero, con mérito compartido entre Vela por su pase de primeras y de Jonathas, que se fue de Ciani y Álvaro con una pasmosa facilidad. De un robo nació el segundo tanto, en el 8’, una vaselina del propio Vela tras una asistencia formidable de Rubén Pardo y ganarle la espalda a Fuentes.
Intentó rehacerse el Espanyol en la primera mitad, pero le costaba tanto como al paciente que sale de la UCI antes de tiempo. Por ello siguió sin acercarse a Rulli, mientras que la Real aún gozó de dos ocasiones claras antes del descanso. Un centro-chut de Héctor Hernández al que Jonathas no llegó por centímetros y una llegada de Oyarzabal, en el 43’, en que burló a toda la zaga y Arla se jugó el penalti.
El lituano, tras haber recibido ocho tantos en 98 minutos como jugador del Espanyol —contando los seis del Bernabéu— y en nueve remates a puerta, fue el gran damnificado del primer tiempo. Galca dio entrada a Pau en una sorprendente decisión, solo explicable si sufría molestias. Pero, para tormento perico y alegría ‘txuri-urdin’, la sangría no cesó. Otra vez en el arranque, esta vez en diez minutos,la Real se dio un festín. En el 0-3, Oyarzabal dejó en evidencia a toda la defensa, superándola mediante una simple pared con el omnipresente Rubén Pardo. Y en el 55’, con el mismo asistente, Diego Reyes cabeceaba un córner con la misma contundencia con la que la Real sale del atolladero y se hunde el Espanyol.
Un disparo blando y centrado de Asensio, en el 75’, fue el primero a puerta de los pericos, tras un chut de Burgui que se marchó fuera por poco. Y así se resume el paupérrimo balance ofensivo de los de Galca, entrenador que se presentó apostando por un juego asociativo y vistoso, que solo 56 días después se ha derrumbado. Como muestra, el 0-5, en que Jonathas hizo lo que quiso con la defensa del Espanyol. Goleador capicúa para la Real, vergüenza sin fin para los pericos.