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Del set en blanco al match-ball de Galca ante la Real Sociedad

La imagen del equipo en el Bernabéu pone de relieve las carencias de siempre. El grado de paciencia de Míster Chen es una incógnita.

El entrenador del Espanyol Constantin Galca durante el partido correspondiente a la vigésima segunda jornada de liga en Primera División contra el Real Madrid, que se disputa en el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid.
El entrenador del Espanyol Constantin Galca durante el partido correspondiente a la vigésima segunda jornada de liga en Primera División contra el Real Madrid, que se disputa en el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid.Juan Carlos Hidalgo
LALIGA

Másters de Madrid. El 6-0 —idéntico al de la primera vuelta en Cornellà-El Part— no es el resultado de uno de los sets del Masters de Madrid de tenis, sino una sonrojante derrota del Espanyol en el Santiago Bernabéu, que duele más por la imagen, la indolencia y la desorganización del equipo que por la contundencia. No se le pedía al Espanyol la victoria, mermado por bajas vitales, pero sí que mejorase su estructura defensiva. Que fuese, vaya, un hueso duro de roer. Pero ese hueso resultó ser un bife de ternera poco hecho al que el Madrid le hincó el diente desde el primer minuto.

La portería. La primera decisión controvertida, que torció el gesto de los pericos, fue la alineación. Dejar en el banquillo a Pau y poner a Arlauskis, con solo dos entrenamientos y seis meses de suplencia en el Watford, fue un detalle poco humano. Y más las explicaciones del final: “Tengo confianza en él (el lituano)”, dijo Galca. Quedó claro que el problema del Espanyol no era la portería, después de recibir la mayor paliza de la temporada y ayudar a Cristiano Ronaldo a batir otro récord: con ocho goles este curso ante el Espanyol es el futbolista que más le ha metido en un año.

La gestión. La situación del Espanyol es descorazonadora. A dos del descenso, con una racha de cinco puntos de 21 con Galca, y un equipo que no acaba de solucionar sus problemas de principio de temporada, la gestión de la plantilla se antoja más clave que los posibles refuerzos que lleguen hoy. Las castañas las deberán sacar del fuego los que están, que no son tan malos como parecen, ni mucho menos. Parece que ni Sergio ni ahora Galca han conseguido sacarle todo el jugo a la plantilla, que no está para los retos del curso pasado, pero sí para ganar seis o siete partidos de los 16 que quedan por delante y salvarse sin problemas.

El futuro. La situación del Espanyol es una incógnita. No se sabe el grado de paciencia de Míster Chen, ni tampoco quién coge las riendas ante la marcha de Perarnau, ni quién marca los criterios. Pero la percepción del momento y de los mensajes dejan claro que Galca deberá salvar un match-ball ante la Real Sociedad, apenas 50 días después de aterrizar con discurso y unas buenas intenciones que, por el momento, no se han podido plasmar.

Del sueño a la pesadilla. Dijo Óscar Duarte que sería un “sueño” marcar en el Bernabéu, pero vivió la pesadilla de lograrlo en la portería contraria. Un partido histórico para la Liga, pues se convierte en el primer nicaragüense en jugar. Y también el bueno de Arlauskis, tercer lituano en hacerlo, primer portero, después de Stankevicius y Jankauskas.

El entrenador. Es el líder, el director, la pieza más importante que debe ser capaz de que el puzzle encaje. Y ahí radican los males. Después de la consensuada decisión de no confiar en Sergio, llegó Galca, pero ¿es el hombre adecuado? Sus ideas seducen, pero el equipo sigue estancado. Y la otra Barcelona puede hablar con razón de aquello de la “intensidad”.