El Mirandés destapa las miserias del Zaragoza en La Romareda
Cuarta derrota en casa del equipo aragonés frente a un rival que fue mejor de principio a fin. Álex García hizo el definitivo 1-2. Debutó Dongou.
Decididamente, el Mirandés es la bestia negra del Real Zaragoza en este ya penoso periodo de tres años en Segunda División, un desierto que no tiene visos de acabarse nunca. En sus tres visitas a La Romareda, el equipo burgalés se ha llevado un empate y dos triunfos, este último merecidísimo, y ha jugado siempre sin complejos y con una autoridad sobresaliente. Todo lo contrario que el Zaragoza, incapaz de hacerse fuerte en su casa y que sigue sin salir de pobre, desperdiciando ocasiones para reengancharse a la cabeza. Aunque está a tres puntos de la promoción, se encuentra muy lejos de ser un aspirante, incluso, al playoff.
La primera parte fue un suplicio para el Zaragoza, siempre incómodo ante la presión asfixiante y muy adelantada del Mirandés, un ejercicio colectivo que desarboló a Diamanka, Erik Morán y Dorca, y permitió al conjunto de Carlos Terrazas llevar siempre la iniciativa y dar varios sustos a Bono desde el pitido inicial.
Los problemas crecieron para el Zaragoza cuando Isaac, lastimado en su rodilla izquierda casi desde el principio, pidió el cambio en el minuto 18 y obligó a Carreras ha reorganizar toda su zaga: salió Nieto para ocupar el lateral izquierdo y Cabrera y Vallejo se desplazaron al centro y al carril derecho. Pero apenas hubo tiempo para que se ordenara esta nueva defensa, porque un despeje de puños de Bono lo aprovechó Eguaras para firmar el gol de la jornada. Fue una impresionante volea de zurda desde 20 metros que se alojó en las mallas con toda la violencia del mundo. Un golazo.
El Real Zaragoza pasó de no poderle meter mano al Mirandés a estar completamente a merced de su rival, que recuperaba rápido el balón y seguía acercándose una y otra vez a un nerviosísimo Bono. Antes de la media hora, en otro despeje suelto del portero marroquí, Ion Vélez perdonó el 0-2 en una acción que ya desencadenó los primeros silbidos en La Romareda.
El Zaragoza, cegado y sin espacios, se limitaba a alguna acción a balón parado y a varios envíos largos para Hinestroza que rendían escaso fruto frente a un adversario tan valiente como sólido. Pero el fútbol es, sobre todo, acierto y el equipo aragonés se encontró con el empate cuando menos lo esperaba. A cuatro minutos del intermedio, Pedro sirvió a Ángel y el canario, siempre listo dentro del área, batió a Raúl Fernández con su zurda. Un gol providencial que igualó un partido que el Mirandés había dominado de calle.
Pero lejos de cambiar, el duelo se reanudó con la misma superioridad del Mirandés, que no tardó en hacer puntería en una acción colectiva que culminó Álex García. El 1-2 volvió a dejar descolocado al Zaragoza y Lluis Carreras, ya a la desesperada, relevó a un inoperante Dorca por Sergio Gil en un intento por poner claridad e intención al fútbol de su equipo. El Zaragoza achuchó algo más, especialmente por la bandas, pero el Mirandés no se descompuso nunca.
La última bala de Carreras fue Dongou, fichado el viernes para potenciar el ataque y que relevó a Pedro, pasando a ordenarse el Zaragoza en 4-4-2. Pero todo el ruido se quedó en nada. El Real Zaragoza, plano e incapaz, pareció más un visitante que un local y continúa enterrando sus posibilidades de alcanzar la promoción. Justo lo opuesto que un Mirandés, que piensa también la Copa. Quién iba a decirlo cuando comenzó la temporada.