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ESPANYOL | EL PERFIL

Collet alcanzó el sueño perico, que a ratos fue una pesadilla

Joan Collet deja la presidencia después de tres años, dos meses y un día. Dirigió con la soga al cuello, la deuda el maniató, pero tuvo éxitos como el reparto televisivo.

Actualizado a
Joan Collet saluda cariñosamente a su esposa, este miércoles, justo al término de la comparecencia con la que confirmó su salida de la presidencia del Espanyol.
CARLOS MIRADIARIO AS

Tan convulso fue su nombramiento, en la dura Junta de Accionistas del 19 de noviembre de 2012, como su salida. Y no menos agitados han sido sus tres años, dos meses y un día de mandato. A Joan Collet (Argentona, 1-12-1961) le tocó una presidencia repleta de escollos, marcada por las restricciones financieras que heredaba. No puede decir que las desconociera, pues desde 2009 ejercía de consejero delegado, pero sí las ha sufrido como nadie en carne propia.

El pago a rajatabla de la deuda, principalmente con Hacienda, ha sido el principal quebradero de cabeza durante su mandato. También lo que le ha conducido a vender más jugadores de los que quisiera, pese a que se ha destapado como un buen negociador: aun con la soga al cuello, no aceptaba la primera oferta que llegaba, como se demostró con Wakaso Mubarak, Héctor Moreno o Kiko Casilla. Y también en esa faceta destacó ante LaLiga, convirtiéndose en el abanderado por la lucha de un reparto televisivo más justo que al fin es una realidad.

La pesadilla de un Espanyol cercano a la quiebra ha enturbiado la consecución del sueño americano en versión perica: cómo un aficionado de base, que en 1989 fundaba la peña de Argentona, acabó siendo presidente. Pasó por todos los escalones desde 1997, desde el área social a la de Expansión, en plena construcción de Cornellà. E incluso por los sinsabores de saberse fuera, en 2004, por el pacto del Windsor.

Dani Sánchez Llibre propició su investidura y ahora aceleran su adiós. Collet se marcha con un desgaste inmenso, pero sin poder recoger los frutos. Y la grada recupera a un perico combativo como el que más.