Gareth Bale-Cristiano: una foto vale más que mil sospechas
El futbolista portugués consoló a su compañero nada más lesionarse. Nada alivia tanto como el amigo que te dice: ‘Tranquilo, no es nada’.
Puede sonar descabellado, pero… ¿y si todos fueran buenos? Buena gente, digo. Compañeros de fiar, tipos generosos para lo que se estila en la sociedad civil. Hablo en serio. Se baraja poco la posibilidad de que los futbolistas sean personas normales, como usted o como yo, incluso más que nosotros dos. En sentido contrario, buceamos con batiscafo para descubrir los caprichos más recónditos de los jugadores malcriados. Los coches, las fiestas, el sexo. Si tuvieron veintitantos y aún conservan la memoria entenderán lo absurdo del reproche. Recuerden lo que hicieron y ahora traten de calcular lo que hubieran hecho de haber podido. Figúrense con un puesto en el once y en un estadio lleno, perseguidos una tarde por las chicas a las que persiguieron durante años. Imagínense aclamados y con Twitter.
Limpio. Si se preguntan por mi ablandamiento súbito, les diré que la fotografía es la culpable. No encuentro en ella razón alguna para la crítica o la guasa. Sólo observo a un compañero preocupado por otro, una mirada limpia y un acercamiento sincero. Cristiano podía haberse interesado desde arriba, pero bajó. Una vez agachado, pudo conformarse con unas palabras de consuelo, pero además estableció contacto físico y palpó la zona lesionada. Quien alguna vez se ha visto herido sobre el asfalto o sobre el césped, sabe el alivio que proporciona el diagnóstico del amigo que nos recoge, el notar su mano cerca. ‘Tranquilo, seguro que no es nada’.
El gesto, apreciable en cualquier situación, tiene más valor aquí porque hace coincidir a dos futbolistas de cien millones, al rey y a su delfín, al hoy y al mañana. Cristiano y Bale comparten camiseta, pero se pelean por los mismos goles, por el mismo Balón de Oro, casi por la misma banda y por parecida libertad. Si en algún lugar podían crecer malas hierbas era en el fondo de esta relación: demasiado altos, demasiado fuertes, demasiado iguales.
Natural. Sin embargo, como tantas veces, una imagen vale más que mil sospechas. No hay nada impostado en los personajes. No hay rastro de falsa compasión, ni de actuación ante las cámaras. Ninguno de ellos se tapa la boca. Todo es natural. Ni Bale se retuerce ni Cristiano bracea para llamar a los médicos. Ambos esperan. A que llegue la asistencia, a que pasen las tres semanas, a que se cumpla la temporada y a que al finalizar otra cualquiera se haga efectivo el relevo. Nuevo rey y otro delfín.
Llegarán otras fotografías que nos harán titubear, pero la que firma JuanJo Martín (Efe) no ofrece dudas. Tienen que ser buena gente. Forzosamente, tienen que serlo.