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CAFÉ, COPA Y FÚTBOL | MARIO CASAS

“Hay algo turbio en el Madrid y no sé quién tiene la culpa”

Mario Casas asoma por la calle y enseguida se le arriman, en gran jolgorio, niños y mayores en busca de fotos y autógrafos. Es una figura nacional, culé templado,...

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“Hay algo turbio en el Madrid y no sé quién tiene la culpa”
AStv

¿Ha entendido el cese de Rafa Benítez en el Real Madrid?

—El lenguaje del fútbol es singular y los clubes tienen su política pero creo que es muy importante escuchar a los aficionados. No sé si Florentino Pérez ha tomado esa decisión ante el clamor del Bernabéu, pero el ambiente era muy raro y nada saludable para el Madrid. Hay algo turbio en el club, y no sé si el responsable es el entrenador o el presidente, pero pasa algo raro. Benítez es un ser humano y estoy seguro de que lo ha pasado fatal. Veremos ahora qué ocurre con la llegada de Zidane.

—Siendo del Barça supongo que no le deseará muchos triunfos.

—Sí, soy del Barça desde que vine a vivir a Barcelona, me fui acercando al Barça sin dejar de lado a mi Depor de siempre. Pero soy un aficionado más bien atípico porque no soy fanático culé, y no soy anti nada, me lo tomo con calma.

—Vive a caballo entre Madrid y Barcelona, ¿Cómo vive la rivalidad Madrid-Barça desde ambos lugares?

—Tengo un amigo catalán que es el más madridista que conozco, y tengo buenos amigos del Barça. Yo estoy un poco en el medio e intento apaciguar las guerras y me río de los graves piques que se generan en el grupo. El fútbol es algo muy grande porque, al fin y al cabo, une a la gente aunque sean de criterios distintos. El fútbol mantiene vivo al personal.

—Se crió en el ambiente gallego de aquel gran Superdepor, ¿qué recuerdos le quedan?

—Sobre todo la pasión que tenía mi padre por ese equipo. ¡Cómo sufrió aquella fatídica noche en la que Djukic falló ese penalti ante el Valencia! Le recuerdo sentado en el sillón, frente al televisor, con la cabeza hundida entre sus manos, llorando como un niño. Eso me marcó mucho.

—Como futbolista usted apuntaba maneras, ¿qué pasó?

—No se me daba mal, pero no jugaba al fútbol once, me dediqué al fútbol sala cuando llegamos a Barcelona. Jugaba de pívot, tocaba rápido y corría mucho. Con 18 años me fui a Madrid a estudiar y lo dejé. Ahora me dedico a jugar con los amigos en algunos partidos benéficos entre artistas.

—¿Y cómo lleva ese grupo de amigos suyos la fama que le rodea?

—Nos conocemos casi desde niños y creo que, a veces, sufren un poco porque se retraen, por ejemplo, a la hora de elegir un sitio para estar juntos donde ellos creen que me van a molestar, y no es para tanto. Necesito tener esos buenos amigos y mi manera de estar con ellos no ha cambiado a pesar de que me haya convertido en un personaje famoso por mi oficio. Les necesito cuando estoy abajo y, sobretodo, cuando estoy muy arriba, para que me recuerden de donde vengo y no se me suba el pavo a la cabeza.

—Le escuché no hace mucho decir que lo que más desearía es pasar al anonimato y no le creí demasiado.

—Eso lo dije en el contexto de una entrevista donde me preguntaron qué me gustaría que me ocurriera alguna vez y yo respondí que me gustaría ser anónimo durante tres o cuatro días. Hacer lo que me diera la gana, volverme medio loco por ahí sin pensar en nada, irme a un parque acuático a disfrutar como un niño. Eso quería decir, pero yo soy muy feliz con la oportunidad que me están dando. Me siento un privilegiado en los momentos que estamos, estoy cumpliendo un sueño y la gente por la calle me demuestra su cariño.

—¿Qué siente cuando se ve en la pantalla?

—No lo sé, a veces no me soporto. Es muy complicado ese autoanálisis. Tenemos muchos miedos e inseguridades y al verme en la pantalla interpretando un personaje que no soy yo, que es otro, que no tiene nada que ver conmigo no siempre me resulta cómodo. Las películas las suelo ver dos o tres veces por los compromisos de los estrenos, pero no las vuelvo a ver nunca más.

—¿Cree que estrellas del fútbol como Cristiano Ronaldo también sufren cuando se ven en la televisión interpretando a un personaje que no tiene nada que ver con su realidad?

—Me cuesta opinar sobre esto porque no tengo ningún amigo estrella del fútbol, no conozco por dentro ese mundo. Pero me parece normal que dada la exposición que tienen todos ellos se revistan de varias capas para afrontar el asunto y protegerse. Y alguna de esas capas no tiene nada que ver con su personalidad real. Por lo general son gente más normal de lo que aparentan. Y, efectivamente, cuando se ven reflejados en determinados papeles a algunos es lógico que no les haga mucha gracia.

—No tendrá amigos futbolistas pero sí mantiene una gran relación con Rafa Nadal, tenista y ferviente madridista, por cierto.

—Lleva el Madrid en la sangre, sí, pero yo a Rafa lo llevo pegado a mi piel, qué tío. Le conocí en la calle, en Barcelona, estábamos tomando algo y, de repente, Nadal bajó de un coche y se dirigió hacía mí para saludarme. Estaba con varios amigos y todos se quedaron alucinados. A partir de ese momento nos hemos visto de vez en cuando. Es impresionante conocer de cerca a alguien tan potente y tan normal.

—Con Enrique Cerezo tampoco se lleva mal, ¿dónde le ve mejor como productor de cine o como presidente del Atlético?

—Pues le veo muy bien en los dos sitios. En el cine es uno de los primeros, lleva ahí toda la vida y sigue haciendo cine y apostando por actores y directores. Y en el fútbol, ahí lo tenemos, el Atlético de Madrid es el líder de la Liga, está haciendo un gran trabajo. En el caso del cine, que lo conozco más, puedo decir que es un tío encantador, un caballero y le admiro mucho, y, claro, ejem, que me siga dando trabajo.

—Si le pide Cerezo que se haga socio del Atleti, ¿lo haría?

—Me haría socio, claro que sí. Me gusta ese equipo, la pasión que transmite el Cholo Simeone. Es un espectáculo. Me encanta como sigue los partidos, no para un momento quieto, dirige a sus jugadores desde la banda, pero también dirige al público, les levanta el ánimo, les obliga a cantar. Es mucho el Cholo. Me encanta el Atleti, e insisto, soy del Barça, pero no me gusta despreciar a ningún otro equipo. Amo el fútbol y me gustan los deportistas por eso no me gusta juzgar ni faltar el respeto a nadie.

—En ‘Edén’, una película norteamericana, le eligieron para interpretar a un portero de fútbol, ¿cómo fue el asunto?

—Fue interesante porque la mayoría de los actores eran norteamericanos y tenían poca idea del mundo del fútbol y era yo el que les enseñaba y corregía muchas cosas del guión porque había muchas situaciones que eran increíbles.

—Desde Martorell al cielo, ¿le resultó fácil su viaje a la fama?

—Empecé haciendo publicidad muy pequeñito en Barcelona por casualidad, en un anuncio de Scalextric, creo. Luego ya me fueron llamando a los castings. Ya con 17 o 18 años les dije a mis padres que quería estudiar interpretación y me apoyaron en todo. Me dijeron que lo intentara y si no salía la cosa bien, no pasaba nada, me volvía a Barcelona y en paz. Fue cuando me vine a estudiar a Madrid a la escuela de Cristina Rota. Tuve suerte y al año y medio ya estaba trabajando en una serie. Y a partir de ahí no me faltó el trabajo.

—¿Con qué tipo de actor se identifica?

—A mí me gusta mucho Antonio Banderas. Tiene algo como persona, como ser humano que me fascina. He tenido la oportunidad de hacer una película con él, que se llama “Los 33”, sobre los mineros chilenos que se quedaron atrapados y me llevo el mejor recuerdo. Es un tipo que ha llegado a lo más alto y en el trato personal es de lo más humilde. Me parece un buen ejercicio pegarte a él y ver y sentir cómo trabaja y cómo se desenvuelve dentro y fuera del plató.

—Se plantea, como hizo Banderas, dar el salto a Hollywood?

—Uff, ahora mismo es más un sueño que otra cosa. Claro que me gustaría, pero ahora soy consciente de donde estoy. Soy joven y quiero seguir aprendiendo y veremos qué ocurre después.

—¿Es tan importante la figura del representante en el cine como lo es en el fútbol?

—No creo que exista un Jorge Mendes en nuestro oficio. En el fútbol esa gente se mueve en unos niveles que conforman otro universo. En el cine un agente puede conseguirte, como mucho, introducirte en un casting, en una prueba. Pero las productoras y los directores tienen sus preferencias más o menos claras y todo funciona de forma distinta.

—Acaba de estrenar ‘Palmeras en la nieve’, ¿si no fuera el actor protagonista qué contaría de ella?

—En el fondo está el tema histórico de la colonización de Guinea Ecuatorial por los españoles del que se conoce bastante poco. Yo a un colega mío le diría que en España se pueden hacer este tipo de películas históricas igual que hacen los americanos. Nosotros, los españoles, también hemos tenido esclavos en una época en la que vivir no era tan fácil como ahora. Luego, claro, la película tiene su trama de amor y pasión y todo eso, pero es importante refrescar el pasado.

—Con esta película no se sentirá tan extraño al verla teniendo en cuenta que su historia de amor en la ficción se ha convertido en una historia de amor en la realidad.

—Al final pasan cosas que no se pueden explicar y la vida te sorprende. Y el personaje ha acabado fundiéndose con la persona. La historia de amor que interpreto con Berta en la película ha pasado a ser real.

—El Pichi es una lengua que se habla en Guinea Ecuatorial con bastante influencia del español y que tiene su presencia en ‘Palmeras en la nieve’, ¿aparte de una lengua sabe lo que es el Pichi?

—Pichi… ¿pichichi?

—No, Pichichi era un histórico jugador del Athletic.

—Pues no sé….

—Pichi…. es el chulo que castiga del Portillo a la Arganzuela. O sea, un chulapo madrileño.

—Mira qué cosas.