VALENCIA - REAL MADRID | LA INTRAHISTORIA
Benítez hizo del Valencia el mejor equipo del año 2004
En 52 de 114 partidos de Liga el Valencia no recibió ningún gol. Sólo dos veces encajó más de dos tantos: en el Santiago Bernabéu y en el Camp Nou.
Once años después de su adiós, Benítez vuelve a Mestalla. Allí cumplió el sueño de cuatro generaciones de valencianistas que no habían visto ganar a su Valencia una Liga (la anterior fue en 1971). Él les hizo festejar dos (2002 y 2004). Y también una UEFA (2004), lo que le convierte en el entrenador con más títulos de la historia del Valencia y el único que le ha dado un ‘doblete’ al club en sus 96 años.
“En una de sus primeras charlas en el vestuario nos miró y dijo: ‘Podemos ganar la Liga’, pensábamos que estaba loco”, recuerda Juan Sánchez. Pero como apunta Mista, quien le tuvo en el Tenerife y en el Valencia: “Su secreto es que cree ciegamente en lo que hace”.
Benítez fomentó el rigor táctico de sus dos antecesores en el banquillo de Mestalla, Ranieri y Cúper; explotó en beneficio del colectivo los egos de un vestuario formado por Cañizares, Ayala, Baraja, Albelda, Carboni, Vicente o Aimar; y, su santo y seña, introdujo un sistema de rotaciones con el que alimentó la competencia y descansaba las piernas de sus jugadores. Su Valencia mordía en cada segundo. “Íbamos como motos”, enfatiza Albelda.
Pero lo suyo en Valencia no siempre fue un camino de rosas. A su llegada un consejero dijo: “¿Es un entrenador o un torero?”. El Valencia venía de dos finales de Champions y él de Segunda. Es más, al descanso de un partido en Montjüic que perdían por 2-0, Benítez iba a ser destituido. Pero remontó con goles de Rufete e Ilie y comenzó la leyenda.
Benítez dirigió 114 partidos del Valencia en Liga. En 52 no encajó ningún gol y 16 los ganó por 1-0. Sólo en dos ocasiones le hicieron más de dos goles en un partido: en el Santiago Bernabéu (4-1) y Camp Nou (3-1). Benítez ganó su primera Liga con sólo 51 goles a favor (1,3 por partido), pero encajó únicamente 27 (0,7). En su segunda Liga mantuvo su rigidez defensiva (27) y mejoró la pegada (71).
Los jugadores a los que hizo campeones le definen como “incansable”. O en un argot más coloquial: “Era un martillo”. Ninguno de ellos olvida los “entrenamientos del día después a los partidos en los que nos hacía repetir tres, cuatro y hasta cinco veces los movimientos en los que habíamos fallado”. Así gestó Benítez el Valencia del ‘doblete’, el mejor equipo del mundo en 2004 según la IFFHS.