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ATLÉTICO 1- LEVANTE 0

Thomas hace líder al Atleti

Un gol de empuje del mediocentro ghanés en el 80', sólo siete minutos después de salir, deja a los rojiblancos con dos puntos de ventaja sobre el Barcelona.

Actualizado a
Thomas hace líder al Atleti

Eran las 17:47 y la tarde se deshacía sobre el barrio de Arganzuela mientras los primeros aficionados llegaban al Calderón radio en mano. Y al oído: el Atleti acababa de ganar su primer partido del día, ese que no jugaba, el Espanyol-Barça que terminó 0-0. En un rato a los del Cholo les tocaría el suyo, ante el Levante, y ganarlo significaba ser el líder de la Liga (el Barça tiene un partido menos, ante el Sporting, aplazado al 17-F). Las otras dos veces que pudieron, pincharon. La de ayer era la tercera. Y fue la vencida.

Y lo fue por un jugador que hace un mes estaba fuera. Un canterano que es ghanés y se llama Thomas Partey. Simeone lo vio en verano y dijo: “Me lo quedo”. Pero comenzó la Liga y pasaban los partidos y al chaval siempre le tocaba grada. Entonces se lesionó Tiago y, ante el Espanyol, éste tuvo sus primeros minutos. Y ya demostró todo lo que vendría: tocó el primer balón y se fue a la portería rival como si llevara en Primera toda la vida. Pero ese es su secreto. Que cree que puede hacerlo y lo hace. Sin miedo: encara, regatea y es pura potencia, puro descaro. En Vallecas salió del banquillo y asistió. Ayer salía de nuevo del banco. Era el minuto 72 y la grada, que en el cambio silbó a Jackson, a él le ovacionaba. Diez minutos después los 48.000 del Calderón hubieran saltado al césped para sacarle a hombros. Porque Thomas salió y marcó el gol del partido cuando más feo se le estaba poniendo al Atlético, con el Levante atacando y ocasiones tan claras como la de Xumetra, que sacó Juanfran bajo palos. Pero salió Thomas y marcó el gol de la victoria. Presionó, robó, hizo pared con Gabi y se fue a por Mariño directo, deshaciéndose de toda la defensa del Levante como si fueran sombras inofensivas y no rivales. Disparó con la derecha y marcó (ayudado por el portero del Levante, todo hay que decirlo, que la tocó, pero no lo suficiente).

Y nada más marcar, Thomas se fue al córner a celebrarlo, golpeándose el escudo y señalando el césped. Aquí creyó que podía quedarse. Aquí se queda. Aquí crece. El Calderón explotó. Por el chaval y porque, al fin, el Atlético rompía en el partido esa maldición que le pesa y que ayer se le vio más que nunca: le cuesta horrores hacer un gol. No es el cien. Son todos. Atrás su defensa es incontestable, un armazón, pero delante es llegar al área y sus jugadores se ciegan. Ayer el Cholo, incluso, lo buscó jugando media hora con tres delanteros (Vietto, Jackson y Griezmann) y un hombre siempre al ataque como Carrasco pero nada (de hecho al quitar a Koke su equipo jugó sus peores minutos). Pero es que, además, el Atlético tuvo tres palos, ¡tres!: uno en la primera parte de Savic y dos en la segunda, de Koke y Vietto. Y Clos Gómez debió pedirle un rato las gafas a Trujillo porque no vio un penalti (que era) de José Mari a Correa. Pero, claro, tal y como estaba ayer el Atlético, una cosa es que te lo piten y otra que valga porque, para ello, antes tienes que meterlo.

Desde el córner fue desde donde más lo buscó el Atlético (lanzó 10 sólo en la primera parte) y casi siempre por la banda de Filipe (cada vez a más, cada vez mejor) pero entre que Correa en banda se diluye y que Griezmann no puede crear, molestar, asistir, atacar y golear siempre (y que a veces se confunde como en el 41’, cuando solo ante Mariño en vez de disparar trató de asistir, incomprensiblemente, a Jackson) el marcador al descanso seguía 0-0.

Tampoco lo puso fácil el Levante; nunca. La tabla dirá que es colista pero se presentó en el Calderón como equipo rocoso y difícil. Rubi salió con trivote (José Mari-Verza-Lema) y Morales encontró pasillo hacia Oblak cada vez que Koke iba a presionar la salida del balón. En la primera parte avisó Verza, pero su disparo se fue fuera. En la segunda, agobiaba hasta que Thomas disolvió el empate. Así que eran las 22:32, noche cerrada, cuando Clos Gómez pitaba el final, el Atlético era líder y el Calderón tenía nuevo ídolo. Y era él. Thomas Partey.