Así funcionó la reventa de abonos antes del Clásico
El equipo de investigación de AStv desvela el negocio impune de una agencia. Precios: “Tengo de todo; de grada, de tribuna desde 300 a 750 euros”.
El negocio no puede parar. Ni con el estadio blindado por 2.500 efectivos tras los atentados de París ni con la alerta terrorista en nivel 4 reforzado. Un Clásico promete siempre emociones fuertes y la reventa lo sabe.
Dos semanas antes ya funciona a toda máquina. A falta de ocho días para el partido los atentados en la capital francesa disuaden a los aficionados durante unos días, pero los vendedores confían. Cuando quedan tres horas para el choque, en las mismas puertas de acceso al Bernabéu y con numerosas patrullas haciendo rondas, no hay quien detenga el regateo. “Llevo 60 años vendiendo aquí”, nos confiesa orgulloso un señor entregado a la faena. Quiere vender las últimas entradas que le quedan y se le acumulan los clientes. Mientras vigila que la policía no le descubra, ofrece dos tickets para tribuna por 600 euros y otros dos para tercer anfiteatro por 500. “Este año los precios han bajado, nadie ha vendido por 3.000 o 4.000 euros”, admite.
Cesión al club de asientos por descuentos
Él es el reventa tradicional que antes ha pasado por taquilla. No está solo. A escasos metros compite con vendedores extranjeros que se manejan en inglés y que venden entradas compradas por internet e impresas en papel. 220 euros cada una.
Pero el negocio es mucho más amplio y lucrativo. Es el caso de varias agencias que, al margen del club, compran y revenden abonos de socios asegurando “máxima discreción”. AS ha podido comprobar de primera mano que el sistema está perfectamente estructurado. Reparten octavillas con varios teléfonos de contacto y ofrecen desplazamiento hasta domicilio o trabajo para la entrega o recogida. La dimensión del negocio se manifiesta con la primera pregunta que plantean: “¿Quiere comprar o quiere vender?”. Cuando saben que buscamos entradas para el Clásico nuestro interlocutor se explaya sin ningún tipo de pudor. “Tengo de todo. Abonos de grada, de tribuna, de segundo anfiteatro... Desde 300 euros hasta 750, que es la más poderosa. Depende de lo que usted quiera”. La oferta es realmente amplia: controlan localidades en todos los sectores del campo.
Una vez acordado el precio (700 euros por dos abonos que costarían alrededor de 200 euros) nos garantizan que no habrá problema alguno en el acceso al estadio. “Tú pasas con el abono y ya está. Es cien por cien fiable”, aseguran. Y frente a las dudas por el dispositivo especial de seguridad tras los atentados de París el mensaje resulta incontestable: “No tendrás ningún problema y si lo tienes, nos llamas”.
La cita. El pago y la recogida de abonos se cierra en una oficina a escasos metros del Bernabéu. A la vista de todo el mundo, con apariencia de normalidad y con recepcionista. Atiende llamadas, da paso a los clientes y ofrece excusas por la demora. “Es que hay cola para entrar en la oficina”, se disculpa. El trabajo se acumula.
Damos por fin con el vendedor y desde el primer momento advierte que sin fianza no hay abonos. Además del precio pactado hay que adelantar 100 euros, una señal con la que se aseguran la devolución de los carnets. Pago en efectivo, recibo detallado y abonos en un pequeño sobre blanco. Todo listo rumbo al Clásico.
Llega el día del partido y la presencia policial abruma. En los alrededores del coliseo blanco tres anillos de seguridad. En las puertas de acceso un control minucioso. Cacheo. Revisión de bolsillos. Detector de metales. Perros. Un despliegue sin precedentes en un partido que en una semana ha visto multiplicado aún más si cabe su riesgo. Y llega el momento de pasar el abono por el lector del torno sin la certeza de que vaya a funcionar. Accedemos. Estamos dentro del Clásico más vigilado con abonos de reventa. No se verifican los datos, pero es que la cesión de asientos por parte de los socios suele ser una práctica habitual con familiares y amigos aunque sin ánimo de lucro.
Termina el Clásico y toca devolver los abonos y recuperar la fianza. En la oficina un socio recoge los carnets que ha cedido hace unos días para su reventa. Es uno de tantos que ha asumido correr el riesgo de ser expulsado. Ha sacado cuentas y le sale rentable. Con lo que obtiene por el Clásico paga más de medio abono y cobra al contado. Máxima cordialidad y emplazamiento para un futuro próximo. Es una relación productiva a espaldas del club: las dos partes salen ganando.
La confesión. Llega nuestro turno y sobre la mesa del vendedor un buen número de carnets alineados ‘esperan’ a sus dueños. Y tras la entrega, el vendedor confirma lo evidente: “El club no tiene nada que ver con esto”. Admite además la inquietud general que existió para acceder al partido. “La gente estaba preocupada por los controles, pero no hubo problemas. Habría sido un circo. Me reclaman, yo reclamo…”.
Todo un mercado negro que el Real Madrid no impide, pese a que le resta ingresos y cuestiona la seguridad de su estadio. Así lo creen incluso aficionados que optaron por comprar por esta vía. “No me parece seguro que entre gente con el carnet de otro”, admite Omar. Y añade: “Todo el que entra debería estar identificado”. Mientras se reabre el debate de la seguridad en los estadios, el espectáculo y el negocio no paran y la reventa funciona a toda máquina.