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ATLÉTICO 1 - ESPANYOL 0

El Atleti gana, Tiago se rompe

Otro gol de Griezmann da la victoria al Atlético, que se mantiene a cuatro puntos del líder. Debutó Thomas, Torres se quedó sin marcar el gol 100 y Tiago, lesionado de gravedad.

Griezmann, autor del gol del Atlético ante el Espanyol.
Griezmann, autor del gol del Atlético ante el Espanyol.Emilio NaranjoEFE
LALIGA

Escribo que Griezmann vuelve a marcar y que el Atlético suma su décimo partido sin derrota. Escribo que Simeone agitó el once y le salió bien su apuesta por los bajitos (Óliver, mejor; Vietto, peor). Escribo y escribo pero todo me suena hueco, como vacío. Porque mientras escribo una imagen no se me va la cabeza. No se va y lo tapa todo. Es la de Tiago mientras se lo llevaban en la camilla, tapándose la cara con las manos, con un gesto terrible de dolor que enmudeció el Calderón. Tiago marchándose roto del estadio. Y la grada despidiéndole en pie, con un “Tiagooo, Tiagooo, Tiagooo” que sonaba infinito y afónico; que ponía la piel de gallina y, a la vez, era como un puñetazo en la boca del estómago.

Porque Tiago se iba del campo y el asunto no tenía mala pinta, no, tenía peor. Antes de que la caseta lo engullera, el portugués se llevaba una mano a la tibia derecha. Ahí se había hecho daño un minuto antes, en el 27’, cuando en un cruce por un balón golpeó a Asensio con la pierna en el glúteo. Fue una patada extrañísima de fatales consecuencias. Lo contaba el gesto lívido de Simeone cuando el rojiblanco cayó al suelo y comenzó a agitar la mano con alarma. Tiago es un jugador sin sustituto y ésta, quizá, estaba siendo la temporada de su vida. A sus 34 tapaba, distribuía y creaba con la cabeza de un abuelo y las piernas de un chaval. Era reloj, brújula y pulmón. La clarividencia del equipo. “No podríamos pagar a dos como él”, decía hace poco Simeone. Ayer fue lesionarse y al Atlético se le hizo de noche durante muchos minutos.

Hasta su lesión, el Atlético había dominado al Espanyol todo el tiempo y en todo el campo. También lo hacía en el marcador, desde que en el 2’ Óliver se sacara de la bota una exquisitez y filtrara un pase al punto de penalti, donde estaba Griezmann, que sólo tuvo que meter la puntera para cruzársela a Pau. El gol, por cierto, retrató lo que es la defensa del Espanyol: Fuentes llegó tarde a tapar a Óliver y Rocco ni se enteró de que su deber era intentar frenar a Griezmann. Lo dicho, un desastre.

El Atlético jugaba a placer después del gol, con Óliver repartiendo juego, Filipe muy activo en la izquierda y Saúl haciendo muy bien de Gabi. También es cierto que el Espanyol no fue rival nunca, ni en la primera ni en la segunda parte. Un dato: en los 90 minutos no disparó ni una sola vez a puerta y así es imposible ganar un partido. En el Calderón se mostró como un equipo plano, horizontal y sin ideas. De Asensio no hubo noticias y de Caicedo casi que lo mismo. Tampoco supieron aprovechar los minutos en los que pudieron hacerle daño al Atlético, que fueron los que siguieron a la lesión del portugués. Simeone reordenó al equipo: puso a Saúl de Tiago, Koke y Óliver por delante, Griezmann y Carrasco en las bandas y Vietto sólo arriba, pero la plantilla tardó 45 minutos en reaccionar, en aprender a jugar sin Tiago.

Y ahí ayudó el debut de Thomas, que salió por Vietto y jugó con orden, ganas y un desparpajo apabullante. Casi marca en el 90’, pero su disparo desde la frontal lo atajó Pau, el mejor perico. También lo intentaron Torres, Carrasco o Juanfran. Y la madera rechazó un disparo de Godín y otro de Koke se fue, por milímetros, fuera. Porque el Atlético creó pero, como en partidos anteriores, le faltó acierto. Eso sí, efectividad le sobra y, con eso, de momento le vale para seguir al Barça.

La afición no se había dispersado aún de los alrededores del Calderón cuando se confirmó lo que parecía, el peor de los pronósticos, que el portugués se había roto la tibia. Y lo escribo y a mi cabeza, entre la pena, algún destello. Brotes verdes. El partido de Saúl. El de Óliver. El debut de Thomas. Los llamados a ser Tiago hasta que el portugués regrese y el Calderón pueda volver a dedicarle ese “Tiagooo, Tiagooo, Tiagooo” largo y afónico, sin que ya duela. Ay.