El Shakhtar juega en Lviv por el conflicto que se vive en Donetsk
Han fijado su residencia en un hotel de Kiev, a 500 kilómetros de Donetsk. Juegan sus partidos en el Arena de Lviv a 1.026 kilómetros de su hogar y lejos de su afición.
El Shakhtar intentará sacar algo positivo de la crisis madridista, pero la realidad de los ucranianos es más preocupante. La guerra en el este del país entre pro-rusos y nacionalistas les ha convertido en un equipo refugiado. Han tenido que huir y han fijado su residencia en un hotel de Kiev, a 500 kilómetros de Donetsk. Juegan sus partidos en el Arena de Lviv a 1.026 kilómetros de su hogar.
Huyen de las balas que aún vuelan en las noches heladas sin que nadie determine de dónde vienen o a dónde van. Los acuerdos de Minsk han detenido un conflicto armado que dañó seriamente el Donbass Arena (su estadio en Donetsk), arrasó la ciudad deportiva y que llevó al frente a buena parte de los ultras mineros (ver su Twitter). Todo provocó que jugadores del Shakhtar se sintiesen inseguros en Donetsk y el dueño, Rinat Akhmetov, accedió a cambiar de sede.
Viaje. El equipo ucraniano llegó ayer a Lviv desde Kiev. En sus frías calles (0 grados) se sienten seguros, pero muy lejos del calor de sus fans. “En Donetsk la situación es tensa, antes era aterradora, pero los hinchas del Shakhtar extrañamos al equipo y la Champions”, nos cuenta Katyusha Ostapenko, miembro del grupo Shakhtar Lady y residente en Donetsk. La conversación transcurre por VK (una red social). Llegar a Donetsk es peligroso. Tampoco es fácil salir de allí: “Es improbable que alguien de Donetsk vaya a Lviv a ver el partido. La gente lo verá en sus casas. Es imposible cruzar la línea”. Lena Leonova, del mismo grupo de fans, profundiza: “Es muy difícil conseguir el visado. Hay mucha gente que se enfadó con la marcha del equipo, pero yo lo veré por la televisión. Es imposible ir por la guerra”. Aún así el Arena de Lviv se llenará mañana, pero a 1.000 kilómetros la gente quiere soluciones y a su equipo en casa.