NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

ATENTADOS EN PARÍS

El octavo terrorista fue visto cerca del estadio

Fuentes del Ministerio del Interior belga no descartan que Abdeslam tuviera como objetivo atentar durante el partido de España.

Dos policías dan instrucciones a un conductor, por el barrio de Molenbeek.
JUAN FLORDIARIO AS

El Bélgica-España fue suspendido porque la última vez que se vio a Salah Abdeslam, el terrorista huido de los atentados del viernes en París, fue el sábado junto al estadio Rey Balduino, en Bruselas. Sus secuaces se inmolaron en las puertas del Stade de France. La Policía de Bélgica teme que el yihadismo radical haya decidido atentar en los estadios. Un cambio de estrategia que se fraguó en el barrio belga de Molenbeek, nido del Estado Islámico en Europa.

Fuentes del Ministerio del Interior belga no descartan que Abdeslam tuviera como objetivo atentar durante el partido de España, motivo por el que fue cancelado. Así lo confirmó el viceprimer ministro, Didier Reynders: “El partido se suspendió por motivos de seguridad. La amenaza terrorista es real”.

La Policía belga obtuvo la declaración de dos detenidos que sitúan a Salah Abdeslam en Bruselas. Uno de ellos, Mohamed Amri, confesó que el sábado dejó a Abdeslam cerca del estadio. El otro detenido, Hamza Attou, afirmó que le llevaron hasta el barrio de Molenbeek. El barrio belga seguía ayer tomado por la Policía y por los medios de comunicación. La alcaldesa de la Comuna de Saint Jean Molenbeek, el barrio en el que nació Kompany, el jugador del Manchester City, es Françoise Schepmans que lamenta “la estigmatización del barrio”.

Integración. “Hemos fallado en las políticas de integración”, dice Schepmans para justificar que su dominio sea el punto de Europa donde se concentran más terroristas por kilómetro cuadrado. Ha habido vecinos de Molenbeek involucrados en los atentados de 2004 en Madrid; en el asalto al Museo Judío de Bruselas, en 2014; en el ataque a Charlie Hebdo el pasado enero y en los sucesos del viernes en París. Demasiada casualidad. Pese a que ello ofenda a decenas de miles de musulmanes que viven allí y que se desmarcan del yihadismo. Entre ellos Mehdi, que tiene una tienda de frutas y verduras. “No todos se dejan contaminar por ideas radicales. Aquí hay más gente buena que mala, pero debemos aceptar que tal concentración de terroristas en nuestro barrio indica que algo malo pasa”. La misma conclusión a la que ha llegado el primer ministro de Bélgica, Charles Michel. “Es evidente que hay un vínculo entre los últimos atentados terroristas y Molenbeek. No tenemos la situación bajo control”, señaló. El titular de Interior, Jan Jambon, tampoco le puso paños calientes al asunto: “Tenemos un problema gigantesco”. Una enorme fábrica de Citroën marca la entrada a Molenbeek. Un estrecho canal separa los dos mundos. A un lado, la Bruselas más cosmopolita. Al otro, como dice el taxista portugués que nos lleva hasta allí, “un trozo de Islam”. Lo primero que te encuentras al entrar en Molenbeek es una mezquita. No es nada extraño. En el barrio hay 21, entre ellas la más grande de la capital belga. A pocos metros la comisaría de Policía, con las banderas de Bélgica y Francia a media asta. Otro vecino, Ayoub, que regenta una peluquería, se lamenta. “Nunca nos quitaremos la mala fama. Estos terroristas han dejado el barrio señalado para siempre”. La prueba, las decenas de televisiones de todo el mundo que trabajan sobre el terreno.

Algunas se concentran frente a la casa donde viven los padres y el hermano del terrorista Salah Abdeslam, Mohamed. “Si mi hermano me está escuchando le ruego que se entregue a la Policía”, dice Mohamed ante los micrófonos. Hasta hace poco regentaba un bar que fue clausurado por tráfico de drogas. Los gendarmes franceses encontraron jeringuillas en el hotel Alfortville, al sur de París, en el que se alojó Salah antes de los atentados. Otra vía de investigación. Otro problema. El 44% de los jóvenes del barrio está en paro. Han crecido la delincuencia, el consumo y el tráfico de drogas. Todo junto es un caldo de cultivo para los reclutadores de yihadistas, que han encontrado una cantera de terroristas en Molenbeek.