La desgracia y el árbitro se ceban con el Zaragoza en La Romareda
Un gol en propia puerta de Cabrera (3’) y un penalti inventado transformado por Manu dle Moral (46’) decidieron el triunfo del Valladolid que le da aire en la tabla.
Un autogol de Cabrera, a los tres minutos de empezar, y un penalti inventado por el árbitro, en la primera acción de la segunda mitad, decidieron la derrota del Real Zaragoza en la matinal de La Romareda y abortaron su pretendido asalto al liderato. Toda la desgracia que se cebó con el equipo aragonés fue fortuna para el Valladolid, que, plagado de ausencias, fue una roca en defensa y aprovechó convenientemente los dos regalos para darse un alegrón y huir del peligro que le acechaba en la clasificación.
El partido comenzó con un gol inesperado del Valladolid, un gol que dejó en silencio a La Romareda durante casi un cuarto de hora. Un gol que llegó tras un error en cadena de Cabrera y Manu Herrera: Hermoso sacó un córner desde la derecha que prolongó Villar sin aparente peligro, Cabrera peinó delante de un sorprendido Manu Herrera, y el portero metió los puños muy blandos y no logró impedir que la pelota acabara en la red ante la sorpresa general. Una pura desgracia para el Zaragoza.
El equipo de Popovic, que sólo había encajado un gol en las últimas siete jornadas, se encontró con un tanto en propia puerta a los tres minutos, y le costó digerirlo. Tuvo algún fogonazo en las botas de Hinestroza y del peleón Ortuño, pero nada contundente. Nada certero para comprometer en la primera parte a Julio Iricíbar, que demostró temple y seguridad en la portería del Valladolid.
Sólo cuando el balón pasaba por Pedro lograba el Zaragoza la claridad necesaria, pero eso sucedió con cuentagotas y no tuvo efectos prácticos frente a un Valladolid, muy práctico y ordenado, que se dedicó a enfriar el partido hasta el descanso, sobre todo cuando perdió por lesión al portugués André Leao y Miguel Ángel Portugal se vio obligado a sustituirlo por Timor, entre algodones toda la semana.
La mañana se le puso definitivamente imposible al Zaragoza nada más comenzar la segunda parte, en concreto a los 12 segundos, cuando el árbitro Ais Reig se inventó literalmente un penalti de Olaortúa, debutante en Segunda, sobre Tiba. Manu del Moral no desperdició el regaló desde los once metros, y ya todo fue coser y cantar para el Valladolid con una diferencia de dos goles.
El tiempo empezó a correr para el Real Zaragoza y el partido le resultó ya muy fácil para el Valladolid, que se quedó también sin Manu por una rotura fibrilar y reordenó sus líneas con la entrada de Guzmán.
Con todo en contra, a Popovic le costó encontrar soluciones. Sólo a 25 minutos del final relevó al colombiano Hinestroza, mermado por un proceso gripal que el propio entrenador se encargó de advertir antes del partido, y dio entrada al uruguayo Jorge Díaz, también afectado por el virus infeccioso. Precisamente, Jorge Díaz fue protagonista inmediato de un empujoncito de Chica dentro del área, que, sin ser penalti, lo fue mil veces más que el que el árbitro le señaló a Olaortúa en la primera jugada de la segunda mitad.
Ya a la desesperada, Popovic reemplazó en el minuto 73 al central Olaortúa por Sergio Gil, el gran deseado de La Romareda, pero para entonces el Zaragoza ya estaba totalmente partido, casi entregado, y el Valladolid controlaba la situación sin el menor problema. Lo cierto es que Julio, por el que corre sangre aragonesa — y ya saben que no hay peor cuña que la de la misma madera—, no tuvo que hacer una sola parada comprometida en todo este segundo tiempo.
Esta vez no estaba Óscar, verdugo impenitente, pero el Valladolid también ganó en La Romareda. Ya van cinco veces consecutivas.