VALENCIA / ENTREVISTA
Mustafi: “Yo no quiero ser un líder, soy un trabajador”
Es una de las voces autorizadas en el vestuario, o al menos así le ve la afición. Él prefiere sentirse uno más. Lo siente así porque entiende que el colectivo prevalece sobre los individuos.
—Tendrá un disco duro solo para guardar los Selfies...
—(Ríe) Sí. Los tengo todos. Son las fotos de mi vida. Cuando estás activo no tienes tiempo para recuerdos. Cuando tenga 35 o 36 años y esté con mi familia, las veré y recordaré cada segundo que he vivido.
—¿Mustafi tiene que dar las gracias a alguien?
—A mi familia. Por ellos juego al fútbol. Tengo muchos primos en mi ciudad de Alemania. Cada día jugaba con ellos. De niño solo hacía dos cosas: ir al colegio y jugar al fútbol. Pero no hay una persona concreta.
—¿En qué momento se da cuenta de que podía convertir su pasión en profesión?
—Con 14 años hubo un poco de evolución. No sabía que significaba ser futbolista. Pero cuando empezaron a llamarme equipos grandes, primero te hace ilusión. Pero luego tienes que aguantar la presión. Pensaba: ‘Tengo la posibilidad de llegar a ser profesional y tengo que hacer todo para llegar ahí. Si no tengo que volver a casa y todos estarían decepcionados o tristes por no aprovechar la oportunidad’. Con 17 años, cuando firmé mi primer contrato, estaba más seguro. En ese instante pensé: ‘Estoy en el camino correcto y puedo llegar si me esfuerzo’. Y aquí estoy, en el Valencia, en la Champions.
—Con 14 años se fue de casa y con 17 cambió de país...
—Llega un punto en que tienes que tomar decisiones y cada una de ellas marcará el camino. Con 14 años cuando estás sin padre, sin madre, sin amigos… tienes que esforzarte y saber acertar en tus decisiones. Una decisión mala es quedarte fuera. No hay espacio para cometer errores a esas edades si quieres llegar.
—¿En algún momento se vio fuera?
—Sí. Cuando llegué a Inglaterra y estuve casi tres años y no llegaba al primer equipo, solo una vez en la Europa League. No quería estar ahí solo para ganar dinero. Firmas tres o cuatro años y si no juegas, ¿después qué? Lo pasé mal.
—Bundesliga, Premier, Calcio y Liga. ¿qué hay de Mustafi de cada liga en la que ha competido?
—En cada país se juega un fútbol diferente. Pero al final, es fútbol. El fútbol no es matemáticas. No vive de si juegas con cuatro atrás, dos delanteros… el fútbol son emociones. Son decisiones que tomas en solo un segundo. Eso es el fútbol y esa esencia lo es en Italia, en Alemania y en China. En Inglaterra es más físico, en Italia no es rápido el juego pero es muy inteligente y táctico y en España, un poco de todo. Táctico y rápido. Pero no es tan táctico como en Italia. Es bueno jugar la Champions. Ahí ves que todos juegan con un balón, once contra once.
—Una de las virtudes es su inteligencia táctica, ¿le viene de Italia?
—Creo que un delantero tiene que leer el partido para ver dónde va a ir un rechace o un pase… yo tengo que leer el partido desde atrás. Saber dónde va a ir el balón, por dónde va a entrar el delantero… ese es mi trabajo. Leer un partido bien te ayuda mucho, muchísimo. Si lo lees bien, si estás en el sitio correcto, tienes menos trabajo. Yo lo entiendo así. Es algo que aún tengo que aprender, solo tengo 23 años, pero en el fútbol la edad no cuenta, solo las prestaciones.
—Forma parte de una generación que ha cambiado el estereopito de futbolista alemán. ¿por qué ese cambio?
—Mira, creo que los alemanes, como pueblo y cultura, quieren hacer las cosas perfectas. Yo aquí si me citan a las nueve estaré a las ocho y cincuenta. Los alemanes son así. Todo se debe hacer perfecto. Y eso pasó con el fútbol. Se hacían cosas bien… pero no perfectas, y se quiso cambiar hacia mejor. El éxito de Alemania ha sido ese. Evolucionar. El fútbol de antes no es el de ahora.
—¿Cuando uno gana un Mundial con 22 años, qué le queda por hacer?
—Eso me dice Feghouli, que pare ya. Pero no. Quiero más. Ganar títulos te da alegria, a tu familia, a la gente que te rodea. Mi famila viene de Albania. Gente humilde. Que llegaron a Alemania sin saber el idioma, sin trabajo, que se han hecho de cero. No es fácil. Ahora hay uno de la familia que ha llegado al fútbol profesional. No les puedo fallar. Están todos conmigo muy contentos.
—¿Decir no a Albania fue una de la decisión más difícil?
—Es verdad que no es fácil decidir no a un país. Pero tampoco fue muy difícil. ¿Por qué? Porque yo había jugado con Alemania desde Sub’15, así que era una continuidad. Doy gracias a Alemania porque me ha dado muchísimo.
—¿Es cierto que cuando fichó por el Valencia antes quiso conocer la ciudad?
—Me parece vital. No solo tienes que estar a gusto en el club. También en la ciudad. Cuando estás con la cabeza feliz, tranquilo en un sitio, es cuando puedes darlo todo en el campo. Si la cabeza no la tienes al 100% en el campo, mal. Y si no te gusta la ciudad, creo que no puedes darlo todo.
—¿Con qué noche se queda de las vividas en Mestalla?
—En Mestalla he podido jugar contra grandes clubes como Real Madrid y Barcelona. Y ahora estamos en Champions. Son noches que te hacen crecer y más para nosotros que somos un equipo joven.
—¿Y el runrun de ahora le afecta cuando juega?
—Yo cuando estoy en el campo no me interesa qué pasa fuera. Lo importante es lo del campo. Para leer los partidos bien, tienes que estar con la cabeza en el campo. No puedes escuchar lo que dice la gente. Ellos ven el partido y lo viven. Yo lo juego y tengo que analizarlo. Es lo que me da de comer. Cuando termina no puedo estar pensando que podría hacer algo más por haber estado despistado.
—¿Se ve como un líder?
—Yo no quiero ser un líder, soy un trabajador. Estoy aquí para trabajar, como todos los compañeros. Cuando puedo ayudar a mi equipo, lo puedo y debo hacer. Pero no me interesa eso que se dice de si soy un líder. Yo sé que soy un trabajador. Cada día vengo a trabajar y darlo todo. Quiero siempre pensar que he ganado o perdido pero lo he dado todo.
—¿Cuál debe ser el secreto de un vestuario?
—La unión. La solidaridad. No pensar nunca en uno mismo sino en el grupo. El fútbol es un deporte colectivo no individual. Esto no es como el tenis.
—Si le pregunto por su futuro...
—De mi futuro siempre digo lo mismo. Estoy y vivo en el presente, que trabajo ahí mucho por hacer.