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ATLÉTICO 2 - VALENCIA 1

Carrasco brilla y Tiago manda

Sus goles tumbaron a un Valencia que dio guerra hasta el final por un penalti de Godín a Mustafi que transformó Alcácer. El equipo de Simeone, muy superior, sigue a 2 puntos del líder.

Madrid
Carrasco brilla y Tiago manda
AFP
AStv

El Atlético le dio un baño de realidad ayer al Valencia. Bueno, un baño, a secas. Y eso que los primeros minutos fueron un espejismo porque Nuno no quería que el Atlético pensara, ni un metro, ni un segundo, y por eso pobló su centro del campo de piernas. Su equipo salió acelerado y Danilo, por delante de Enzo Pérez, daba sentido a su juego, mientras que Parejo y André Gomes se alternaban las bandas. Y en los primeros veinte minutos la jugada le salió más o menos: Mustafi remató en el 3’ y el pie de Oblak (cómo no) había impedido el gol de Cancelo.

Pero esto es como la lotería, que no gana quien tiene más números, sino el que lleva los buenos, aunque sólo sea uno. O dos, como ayer: porque el 14 y el 5 (o sea, Gabi y Tiago) se comieron, solitos, a todos los centrocampistas del Valencia. Y eso que eran cuatro, Parejo-Danilo-Enzo-Gomes, para dos. Pero los barrieron. Gabi presionaba y Tiago, que rozó el partido perfecto, asfixiaba, y estaba en todo el campo, con balón y sin él. Fueron el mapa y la brújula del Atlético. Qué comienzo de temporada de los dos.

El espejismo che del principio se esfumó en el 21’, cuando Rodrigo, solo, se tiró al suelo con la mano en la rodilla y cara de dolor. Salía el delantero en camilla cuando comenzaba el recital rojiblanco: Filipe le lanzó desde su campo un balón a Jackson, que estaba entre los centrales del Valencia, pero uno (Mustafi) se fue inexplicablemente al suelo y, el otro (Santos), le dio una patada al aire. De risa. Y claro ahí apareció el Jackson del Oporto, un killer que se llevó la pelota, la acomodó con la rodilla y disparó con la derecha, al palo izquierdo del portero. Segundo gol con la rojiblanca en Liga para él y segundo seguido. Y, menos mal, porque hasta ese momento no se le estaba viendo demasiado. O sí, pero siempre muy lejos de la portería. El gol a él le mejoró una barbaridad y al Valencia le descompuso por completo.

El Atlético se fue a por el partido presionando arriba con cinco jugadores y un fuera de serie: Carrasco. Su gol fue el lazo a otro partido sublime: robó en el centro del campo y se lanzó vertical hacia la portería de Jaume, recortó, aguantó y disparó, raso y duro, desde fuera del área, ajustando la pelota al palo derecho del portero. Fue un gol de museo. Un gol que certifica lo importante que se ha hecho este jugador en cuatro partidos. Ya es imprescindible para el Cholo y para la grada, que le despidió con ovación en el 67’. No era para menos. Par-ti-da-zo.

En la segunda parte, el Atlético jugaba cómodo, dueño y señor del balón y del partido. El Valencia estaba pero en modo avión, que es estar pero en realidad no. Y, entonces, ocurrió algo que extraña, por inédito, y es ver fallar a Godín. Pero lo hizo: atropelló a Mustafi en el área que, todo hay que decirlo, al sentir al uruguayo en su espalda se dejó caer. Gil Manzano pitó el penalti y Alcacer lo transformó. Quedaban 20 minutos y el gol metió al Valencia en el partido. El Atleti tuvo tres (un cabezazo de Torres que se fue fuera, un tiro de Tiago y otro de Koke) pero no sentenció y el Calderón terminó mirando, preocupado, el reloj. Pero al Valencia, aunque apretara, en realidad no le salía: sólo tuvo una ocasión real, de Mina, que atajó Oblak sin problema. Y es que, si una vez estos dos equipos fueron rivales, eso está a años luz, en las hemerotecas. Un abismo separa ahora a Atlético y a Valencia. Y son los rojiblancos los que miran por encima. Que se lo digan a Nuno que, si anoche durmió, tuvo que soñar con Tiago. O con Carrasco. Seguro.