Barrio Sésamo en el Pizjuán: La diferencia entre 'dentro' y 'fuera'
Segunda derrota seguida fuera en Liga ante un Sevilla de raza. El equipo de Luis Enrique remató tres veces a la madera. Marcaron Krohn-Dehli e Iborra. Neymar hizo el 2-1 de penalti.
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Queridos niños, hoy en ‘Barrio Sésamo’ aprenderemos la diferencia entre ‘dentro’ y ‘fuera’. El profesor Luis Enrique, el nuevo Monstruo de las Galletas (las que reparte a los periodistas en la sala de prensa, concretamente) explicó la diferencia mediante el partido del Barcelona en Sevilla que el conjunto andaluz ganó por 2-1. Básicamente, se impuso el Sevilla porque supo interpretar a la perfección lo que es ‘dentro’ y el Barça llevó al límite lo que supone el concepto ‘fuera’. Porque dentro de lo que supone ‘fuera’ también cuentan los postes. El Barça, en Sevilla, impactó cinco balones en los palos de Sergio Rico y sólo pudo marcar de penalti después de más de 20 disparos a portería. El Sevilla metió dentro las dos clara que tuvo.
El ejemplo de Barrio Sésamo viene que ni pintado después de que el entrenador que definió hace un año al Barça como Disneylandia, comentara en sala de prensa en la previa del encuentro que el Barça no “era Barrio Sésamo” cuando le preguntaron por las misteriosas fuerzas que desean que se hunda su equipo, al que comparó con un corcho.
Pues bien, en el Pizjuán el corcho se hizo granito y no pudo salir a flote a pesar de hacer méritos más que sobrados para, por lo menos empatar el partido. Pero la falta de eficacia del Barça en los metros finales, más allá de que esté o no esté Messi, es un tema a investigar. Sin duda, en Sevilla el Barcelona jugó mucho mejor que en el 90 por ciento de partidos de la presente temporada, pero se dio con un canto en los dientes. Perdió porque es un equipo que defiende mal y el Sevilla necesitó apenas dos arrancadas para cobrarse dos goles y también porque en los metros finales Suárez, el salvador del equipo en las últimos duelos, anduvo extrañamente patoso.
Volvieron a protagonizar Sevilla y Barcelona un duelo vibrante, de esos que encantan a cualquier espectador con la salvedad de que no militen en uno u otro bando. Jugaron a cara descubierta ambos. Los locales apostando por las jugadas a balón parado y los contragolpes y el Barça borrando cualquier indicio de fútbol-control, desnudando su centro del campo y fiándolo todo a la efectividad en la delantera. Eso proporcionó un partido de ida y vuelta, en la que se sucedían las ocasiones a una velocidad de vértigo, pero en el que nadie acertaba a embocarla.
En la primera parte hubo sustos para los dos porteros, especialmente para Sergio Rico tras un disparo de falta de Neymar que tras dar en el poste, le dio en la espalda, volvió a rebotar en el palo y seguidamente la pelota se paseó por la línea de gol ante la mirada de un Piqué falto de reflejos para empujarla con lo que fuera. No acabó aquí la jugada, tras eludir el gol paseándose por la cornisa, el balón le cayó a Suárez que volvió a disparar al palo. Poco después, el uruguayo colocó un balón en la cruceta y en la segunda parte Sandro disparó a bocajarro al poste de nuevo. Cinco palos en un partido. Un consejo, sigan a Rico y compren el número de lotería que adquiera.
En la reanudación, el Sevilla tuvo diez minutos de gloria que comandaron al galope Krohn-Deli y Gameiro que le bastaron para encontrar la vía de agua en la banda de un Mathieu que sigue sin liquidar un partido decente de cabo a rabo esta temporada. En un visto y no visto, el Sevilla se había puesto 2-0.
Pero a los locales les entraron los temblores. El Barça se lanzó a la carga y acogotó al Sevilla. Rico siguió sacando el número premiado de la lotería, los palos le ayudaron y el Barça solo pudo marcar de penalti. Eso sí, como un niño después de ver Barrio Sésamo se fue a casa, muy tranquilo y sin periodistas, conociendo a la perfección la diferencia entre ‘dentro’ y ‘fuera’. Algo es algo.