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CAFÉ, COPA Y FÚTBOL

Jorge Blass: “En el fútbol se utilizan métodos de la magia"

Como buen ilusionista, Jorge Blass, es un gran psicólogo empeñado en trucos imposibles que asombran al propio David Copperfield. Su equipo, el Atlético.

Jorge Blass.
Jorge Blass.Chema Díaz
AStv

Si la magia es ilusión, pocas cosas concita tanta ilusión como el fútbol.

—Es una cuestión de la atmósfera que creas y eso lo hacemos los magos y los futbolistas que hacen vibrar un estadio. Que una persona con un balón pueda hacer que un estadio se ponga del revés es mágico. Además vivimos en el riesgo, porque nunca vale de nada lo anterior. El último partido, el último show es lo que dice quién eres tú en este momento.

—¿Un campo de fútbol puede ser un escenario de magia?

—Podría ser. La verdad es que no se ha hecho nunca. Es una situación casi imposible, rodeado de público por todas partes. Habría que hacer lo que nosotros llamamos “magias blindadas”, es decir, que no puedan ser desveladas por ninguna parte. Desde luego, estaría dispuesto a intentarlo.

—Lo peor es que les descubran el truco. ¿Le ha pasado?

—Me ha pasado, sí. Recientemente, además, en la tele. A veces hay cosas que se te escapan. En mi caso fue un fallo de iluminación. Ensayamos con una luz y de pronto actuamos en directo con otra distinta y eso es muy arriesgado. Se desata entonces una polémica muy fuerte y entran a saco determinadas bestias de Ttwitter. Es muy desagradable, aunque forma parte del oficio. Me han pasado muchas cosas a lo largo de mi carrera y al final te das cuenta que nada es tan grave. Esa convicción es imprescindible cuando te tienes que enfrentar a un público. El error es importante porque aprendes. Los éxitos no te enseñan nada. Te acomodan y te hacen estar en una actitud que no avanzas.

—¿Se enfrenta a sus espectáculos de magia sabiendo que hay un margen de error?

—Hay un gran margen de error. Hay ilusiones muy complicadas. Una magia que estoy practicando ahora es una doble levitación mía y de una chica y hay diez personas trabajando con tantas cosas a la vez que, con que una falle, todo se va al garete. Hay que estar muy alerta. Igual que en un campo de fútbol que hay once personas moviéndose y en un momento dado el error de uno puede dar al traste con todo el trabajo previo. Hay que estar siempre en actitud de concentración y alerta.

—¿Cómo crea sus trucos?

—No tengo una técnica definida. Me muevo por impulsos. Veo algo que me llame la atención y empiezo a pensar posibles trucos y se me ocurren varias ideas. Lo bueno de la magia es que piensas cualquier idea por loca que sea y siempre hay una forma de conseguirlo. Lo que pasa es que hay que dar con ella y eso no siempre es fácil. Pueden pasar meses, años, y un día das con ello.

—Lleva una cuota importante de trabajo y disciplina.

—Eso es lo que marca la diferencia. Aquí nadie te regala nada y tú tienes cada día que ponerte a currar, a pensar, a ensayar y a iniciar caminos antes no explorados. El secreto de un buen mago es hacer cosas que otros no hacen y sorprender, dejar con la boca abierta a un público que está ya muy avezado y que gracias a la tecnología sabe de todo, incluso de magia. Puede mirar inmediatamente el truco que has hecho y en Youtube tiene la explicación. Tienes que combatir contra todo eso.

—Futbolistas mágicos ha habido que también hacían trampas. ¿Los magos las hacen?

—Sí hacemos trampas, lo bueno es que siempre avisamos de que vamos a engañar. Somos tramposos honestos y la gente que viene a vernos se deja engañar, lo cual es maravilloso. A veces nuestras trampas psicológicas las utilizan en la política, la publicidad o los negocios.

—¿El truco es siempre algo psicológico?

—Hay distintos trucos. Está el mecánico, el psicológico y luego está la persuasión, que también lo utilizamos mucho. De hecho un entrenador, ¿cómo consigue que su equipo esté motivado y salga rabioso al campo? Es una cuestión de motivación y los magos debemos dirigir a nuestros espectadores donde queremos que miren, si queremos que olviden esto o que recuerden otra cosa. Hay mucha manipulación psicológica.

—¿Se fija mucho en la calidad de sus espectadores?

—Sin duda. Tenemos que estar siempre mirando al público para darte cuenta de que hay uno que de repente ha mirado donde no debe y hay que reconducirle. Eso me pasó a mí en un show de David Copperfield en Las Vegas. Entonces no me conocían y me subieron al escenario para hacer aparecer un coche, un truco que ya había visto tres veces. Los espectadores se dan la mano, rodean un perímetro donde debe aparecer el coche. Y yo estaba mirando donde no debía y uno de los ayudantes me corrigió y me dijo: Mire usted hacia el frente.

—¿Explica sus trucos?

—Procuro que no porque cuando explicas muchos trucos la gente piensa “qué tontería”. Lo mejor es no saberlo.

—De todas formas vivimos una época diabólica para los magos por culpa de las redes sociales y los programas de magia donde se destripan trucos.

—Sí, pero suelen ser trucos mecánicos, y la magia suele ser mucho más que eso. Para hacer un mismo truco hay muchísimos métodos. Para hacer desaparecer una moneda puede haber cien métodos. Si desvelan uno hay 99 más. La magia es muy amplia y tiene una enorme cantidad de métodos. El primer mago que se conoce es del antiguo Egipto, dos mil quinientos años antes de Cristo. Desde entonces, científicos, iluminados y hasta buscavidas, han estado pensando ideas, ingenios, formas de engañar a la mente humana para hacer magia. Es imposible descubrirlo. Tú ves un truco y no es que seas muy tonto y el mago muy listo, sino que hay mucha historia detrás. Llevamos miles de años con gente sabia intentando descubrir la manera de engañar a la mente.

—¿Un mago podría aplicar sus métodos en el fútbol?

—Sería muy útil aplicar la magia a momentos de estrategia futbolística. Ya se hace: desviando la atención, manipulando la memoria. Se trabaja mucho con la mente humana. Los magos y los futbolistas también.

—¿Por qué ha tenido siempre tanto éxito el truco de cortar a una mujer por la mitad?

—Porque juegan con la idea de matar a una persona y luego resucitarla y eso es fascinante. Por eso tiene tanto éxito. Yo ahora en el show lo estoy haciendo pero con cajas transparentes, donde pueden ver a la chica en todo momento. De cortar a una persona en dos puede haber cincuenta métodos.

—Algunos como Houdini se jugaban la vida con el escapismo.

—Houdini se reinventó. No tuvo éxito como mago. En 1920 hizo que desapareciese un elefante y la gente ni se inmutó. Se tuvo que retirar de la magia y de repente se inventó esto del escapismo y fue un exitazo. Se veían como auténticas hazañas y, desde luego, tenían su cuota de riesgo.

—¿Qué papel ha jugado la televisión en su carrera?

—Muy importante. Empecé en el año 2000 con un anuncio de Telefónica que se hizo tan famoso que vendimos todas las líneas en una semana. Luego empecé en muchos programas. Creé un formato de magia que estuvimos tres temporadas y nos fue muy bien. Es muy importante por el papel difusor tan masivo que tiene la tele.

—¿Trabaja solo?

—Tengo lo que se dice un equipazo. En todos los proyectos que hago tengo detrás un equipo de magos, consultores, guionistas, gente que me ayuda con ideas y hacerlas realidad. Trabajo con unas diez personas pero en algunas producciones podemos llegar a treinta.

—Hace poco le ha vendido un truco a David Copperfield.

—Hace cinco años tuve una idea que fue mezclar las redes sociales con la magia. Se me ocurrió una idea loca: eliges a una persona al azar, sube al escenario, entra en su Facebook, elige a un amigo y ese amigo se teletransporta al teatro. Hay una caja vacía y, de repente, el amigo aparece físicamente en el teatro. Lo primero que pensé es que esa idea era imposible. De repente un día en un tren se nos ocurrió que podríamos aplicar un método y empezamos a trabajar en ello. Tardamos tres años hasta que al final funcionó. Hay dos claves: se elige totalmente a una persona al azar y ésta elige libremente al amigo que quiere traer aunque esté en la otra parte del mundo.

—Y Copperfield se enteró y alucinó.

—Hablamos y me preguntó tres cosas: “¿Has inventado tú este truco? ¿Hay alguien más en el mundo que haga algo parecido? ¿Estarías dispuesto a cederme los derechos?” El acuerdo al que hemos llegado es que yo lo puedo hacer en todo el mundo menos en EE UU donde él tiene la exclusividad.

—Habrá mucho dinero de por medio.

—Hay dinero pero, sobre todo, prestigio. Que este hombre que es, indiscutiblemente, el número uno se interese por un truco de mi invención tiene mucha importancia. Ahora somos muy amigos y mientras lo está preparando me llama cada semana y hablamos del asunto.

—Le ha tenido que enseñar el truco, claro.

—Sí, estuve una semana en Las Vegas con él y le conté todos los detalles. Me hizo mil preguntas sobre los posibles fallos que implica y le he tenido que preparar un vídeo de más de dos horas hablando de todos los detalles y las cosas que pueden pasar.

—¿Qué tal es el personaje?

—Impresionante. Va a cumplir 60 años y le puedo decir que es el artista que más entradas para un espectáculo ha vendido de la histora. Hace dos espectáculos diarios en Las Vegas en un teatro enorme de más de dos mil butacas. Siempre está inventando. Lo último es que hace aparecer un dinosaurio.

—¿Cuál es el sitio más extraño en el que ha actuado?

—Recuerdo en Barcelona una fiesta para una boda hindú que fue algo alucinante. Cerraron la ciudad y vinieron treinta invitados. Me ha tocado ir a Abu Dabi o actuar ante el Príncipe Rainiero. Es verdad que la magia me ha proporcionado experiencias que ninguna otra cosa me hubiera permitido vivir.

—¿Hay truco imposible?

—Seguramente hacerse invisible. Lo que pasa es que sólo se me ocurren maldades.

—¡Puede meter un gol en fuera de juego!

—La mayoría de la gente preferiría colarse en el vestuario de las chicas, se lo aseguro.