REAL MADRID | LA INTRAHISTORIA
De las lágrimas en la noche de autos a paradas magistrales
Costa Rica se rinde a un portero menospreciado por el propio club. Tras tres jornadas ligueras, Keylor es el único meta imbatido, parando penaltis e imposibles.
Llegó como el mejor de la Liga y sensación del Mundial. El Madrid vivía momentos de inquietud, en medio una leyenda herida (Iker Casillas) y comenzaron los crueles debates. En el horizonte un capricho llamado De Gea y por minutos el club blanco casi pierde un elemento que le faltaba, y que estaba ahí, comprometido con su escudo.
Aquel niño flaco y de baja estatura que nació al sur de Costa Rica (Pérez Zeledón), al que no le pintaban futuro de arquero, que debía caminar kilómetros entre soleadas calles de lastre para entrenarse y perseguir un sueño, lo encontró. Nunca desmayó y pasó por un filtro de tortura máxima que un cuerpo común no hubiese soportado.
Puso como cada día sus rodillas al piso, se fue a entrenar y en Cornellà dejó claro lo que es. “Encantados con él”, “es grandísimo”, “lo merece todo”, “trabaja enormemente”, “todos estamos con él”, “tiene nuestra confianza y es total”, éstas son palabras de sus compañeros. Y el Bernabéu, además, le aclama. Se rinden al portero del menosprecio, el segundón, la moneda de cambio, uno de los que el Madrid paga menos y duda en incrementarle el salario. Tras tres jornadas ligueras es el único imbatido, parando penaltis e imposibles.
En 855 minutos de siete partidos de pretemporada más tres de Liga sólo encajó tres goles, ninguno fue su error. El Madrid llega a la Champions con una tranquilidad esquiva. El día después del no fichaje, Keylor no paraba de llorar, llamó al seleccionador de Costa Rica y le dijo que en ese momento no sabía ni cómo se llamaba. Hoy todos saben cómo te llamas y este es tu momento, Keylor Navas Gamboa.