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ATLÉTICO DE MADRID

Griffa: "Simeone le devolvió la grandeza al Atlético de Madrid"

Jorge Griffa (7 de mayo de 1935), leyenda del Atlético, es maestro en la formación de futbolistas y muchos exjugadores hoy entrenadores. Habla para AS.

Jorge Griffa.
GUSTAVO ORTIZ

Usted creó una de las mejores canteras del fútbol argentino. Ahora es normal hablar de formación de futbolistas, ¿pero lo era cuando usted empezó?

—No. En Newell’s fuimos pioneros. Inventamos ir al interior del país a buscar jugadores. Fuimos un poco los ideólogos. La prueba está en que ahora todo el mundo va al interior a buscar chicos para enriquecer sus inferiores. Luego te ha de gustar enseñar, guiar. Es dedicación. Yo no tengo la verdad absoluta, pero trato de transmitir mi experiencia. Y sigo aprendiendo.

—De Valdano a Tévez, ¿es más difícil encontrar talentos hoy?

—El fútbol actual exige una formación más integral, no sólo como jugador sino como persona. Como formador te exige más preparación y un conocimiento más profundo del fútbol y la enseñanza. Y hoy es más difícil hacerlos ver a los chicos un vídeo de fútbol y repetir ejercicios en el campo de juego.

—¿Por qué se volcó en formar y no en dirigir en Primera?

—Porque tengo alma de docente. El técnico de Primera depende de los resultados. Los entrenadores de cantera somos educadores. A mí me interesa todo lo que rodea al chico. De 100 que arrancan en la novena de un equipo (12 o 13 años) llegan 10 o 15. En el camino quedan muchos. A esos hay que ofrecerles la oportunidad de que elijan la senda correcta.

—¿Sigue al Atlético? ¿Qué opina de Simeone?

—Siempre. A Simeone no lo conozco personalmente. Sí su trabajo. Muy eficaz. Sin duda, ha puesto al Atlético en el lugar donde debe estar. El tercero en discordia, como dicen en España, pero no tan tercero... Ojo. En el pasado, Madrid y Barcelona nos tenían miedo. Ese miedo futbolístico cuando uno se enfrenta a algo que tiene calibre como era el Atlético en ese entonces. Y el Cholo le devolvió esa grandeza.

—Este año fichó a Vietto y Kranevitter y recuperó a Correa. Todos argentinos con futuro...

—Es muy vivo el Cholo. Ha fichado los mejores de estos últimos años. Kranevitter será el futuro Mascherano. Correa, el mejor jugador de las inferiores después de Agüero. Vietto ya demostró su capacidad...

—¿Disfruta viendo jugar al Atlético?

—Sí. Mucho. Me gusta ver sus partidos. Y ojalá siga así, ganando títulos. Guardo gratos recuerdos del Atleti. Llegué con 23 años y jugué allí hasta los 34, 35... Uno ya perdió la cuenta. Fue una etapa formidable. Tenía a Calleja como compañero y él era abogado. Me formé como futbolista y persona. Cuando yo empezaba, la sociedad no aceptaba al jugador. Pasó el tiempo y fue aceptándolo. Ahora lo acepta en su total dimensión. Yo creo que es un poco exagerado el lugar social que tienen hoy los futbolistas.

—¿Se siente identificado con Simeone por su carácter?

—Sí, veo parecido. Era tan competitivo como él. Quería ganar siempre. En el fútbol de todos los tiempos, el que ha marcado una diferencia es el que ha tenido la vocación por jugar y, después, la amplía a través de la capacidad, la oportunidad y la suerte. Se tienen que dar esas tres situaciones para triunfar y al mismo tiempo. Me gusta el carácter que el Cholo le imprime a sus equipos.

—¿Cómo era entonces?

—En ese tiempo, el hombre más importante del Real era Bernabéu. Pero el Atlético reunía a los personajes más importantes de España: don Juan Sánchez Cortés; don Francisco Urquijo, dueño de los Bancos Urquijo; don Francisco Torrente, alcalde de Madrid... Las personas importantes eran seguidoras del Atlético. Y nosotros teníamos un gran respeto con los jugadores del Madrid. Amancio, Del Sol, Di Stéfano, Puskas, Gento... O con los del Barcelona. Tejada, Kubala, Kocsis, Czibor... A uno le queda ese recuerdo. No deja de tener un afecto por aquellos tiempos.

—¿El Atlético le ayudó a forjar su personalidad?

—Yo tuve una preparación desde muy joven con entrenadores que me dieron un pensamiento claro de que las cosas no se conseguían porque sí. Había que buscarlas con esfuerzo. No es que uno lo tenga de nacimiento. Cuando llegué al Atlético y salíamos a jugar de visitante, tenían recelo. A mí me importaba un comino el rival. Yo les decía: “Vamos a ir a jugar y a ganar”. Se formó un gran grupo de gente. Nos sentíamos ganadores. Y eso fue lo que expresamos dentro del Atlético. Luego fui compañero de Luis Aragonés. Me nutrí de compañeros como él.

—Hoy la mayoría de entrenadores que recogieron sus enseñanzas en Newell’s está triunfando: Bielsa, Martino, Pochettino, Sampaoli…

—Todos con una gran capacidad. Es mérito suyo. En Newell’s tenía unas características muy especiales. Nadie hacía nada solo. Había gente muy preparada que me rodeaba. Al Negro Zamora me acuerdo de haber ido a buscarlo a la villa. Hacía tres días que no venía a entrenar y me dijo que era porque tenía la ropa mojada y no podía porque no tenía otra. Cogí el coche y fuimos a buscarle ropa. Había una situación afectiva que nos hacía crecer juntos. El fútbol es una posibilidad y el estudio una necesidad.

—¿Por qué la cantera argentina ha dado a los mejores de la historia: Di Stéfano, Maradona, Messi...?

—El jugador argentino es diferente. Y esos tres se propusieron ser los mejores, aunque tienen características distintas. Di Stéfano era más impulsivo. Maradona, más talentoso. Messi, la síntesis: tiene un poco de cada uno, pero su carácter a veces lo limita. Lo conozco sólo de verle jugar, pero me da la sensación de que puede dar más. El carácter se forma desde infantiles. En Argentina se ha visto a veces limitado para pegar ese salto que exige el fútbol argentino, quizá por la presión de tener éxito con la albiceleste. Parece que se frustrara para superar determinados compromisos cuando se pone la camiseta argentina. Ojo, nunca hablé con él. Pero es un jugador que marca una diferencia muy grande. Lo mejor de lo mejor.

—Ganar un título con Argentina es su obsesión, ¿lo logrará?

—Mirá, las edades marcan. De los 24 a los 30 es un permanente crecimiento. El momento cumbre es a los 30 años: el mejor en lo técnico, lo físico y lo psíquico. Después de los 30 años comienza el decaimiento físico. Es natural.

—¿Podemos ilusionarnos con el mejor Messi en Rusia?

—Seguro que va a ser así.