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BILBAO SE ECHA A LA CALLE

“Vamos a volver en la gabarra”

Aduriz, héroe de la Supercopa, prometió otro título a los 60.000 seguidores que recibieron al Athletic. Iker Muniain fue el speaker desde el balcón, bien apoyado por Iñaki Williams.

Susaeta y el capitán Gurpegui sostienen el trofeo en las escalinatas del Ayuntamiento de Bilbao, cuya plaza, puente y alrededores (el Casco Viejo y muelle de Uribitarte) no cesaban de animar en rojo y blanco.
Susaeta y el capitán Gurpegui sostienen el trofeo en las escalinatas del Ayuntamiento de Bilbao, cuya plaza, puente y alrededores (el Casco Viejo y muelle de Uribitarte) no cesaban de animar en rojo y blanco.
ATLAS

El Athletic es único. Más de 60.000 seguidores abrazaron a los supercampeones en Bilbao, a los héroes que han devuelto un título al club después de 31 años de sequía. El gran artífice del éxito, Aritz Aduriz, lanzó una promesa a los aficionados desde el balcón del Ayuntamuiento: “El año que viene vamos a volver en la gabarra”. Europa League y Copa son los grandes objetivos.

La afición se echó a la calle de víspera tras el partido. Hubo baño en la fuente de la Plaza Moyua, decenas de seguidores se acercaron a Foronda al aterrizaje a las tres de la madrugada y luego a Lezama. Los leones alucinaron antes de irse a la cama. Ya en el entrenamiento, se fue calentando más el ambiente antes de salir a las tres hacia la Basílica de Begoña para brindar el trofeo a la patrona de Vizcaya. El párroco, Jose Luis Atxotegi, valoró la gesta: “Es un dulce deseado y soñado, el triunfo del pequeño sobre un grande”.

Montaron entonces en un autobús descapotable para llegar al Ayuntamiento, donde pegaba el sol con dureza pero el calor lo ponían los cánticos de los seguidores, enfervorizados cuando ascendieron al Consistorio. Les recibió el alcalde, Juan María Aburto, que dijo a los futbolistas que “el Athletic es el mejor equipo del mundo” y les dio “las gracias por traer a Bilbao el trofeo”. “Esto demuestra que en el Athletic se pueden ganar títulos”. Josu Urrutia agradeció sus palabras y valoró que la manera de afrontar las metas les hace “diferentes al resto”.

Llegó el momento de acabar con los formalismos. Y fue ahí cuando apareció Iker Muniain para apropiarse del micrófono e ir presentando a sus compañeros. Entonó el “Txapeldunak, txapeldunak” para abrir boca y dio paso a Carlos Gurpegui, el gran capitán, que levantó el trofeo ante la algarabía general. “¿Parece que hemos ganado algo no? Es un día histórico, disfrutadlo mucho. Si alguien se merece esto, es el Athletic”, mandó como mensaje.

Fue entonces cuando el diablo Iker Muniain empezó a corear el nombre de Aduriz, que se arrancó con “esto es vuestro, somos una cuadrilla”. Cantó un “Oh là là Laporte”, en referencia al francés, con más gracejo con la pelota que de palabra.

Para entonces, Iñaki Williams ya era su compañero de karaoke. “¡Con todos ustedes, la pantera Williams!”, introdujo. “¡Somos campeones, oe, oe, oe!”, gritó el diamante, que se atrevió con el euskera ante las risas de todos.

Icono San José. San José, que gracias a sus goles en el nuevo estadio se está convirtiendo en un icono de la grada, fue uno de los más coreados, así como el técnico, Ernesto Valverde, que lanzó desde la balconada “todo esto es para vosotros y por vosotros”. Fueron pasando Iraizoz, De Marcos (“ganar un título aquí es mejor que en cualquier sitio”) y Beñat, con el que hubo risas porque en el momento en que Iker le llamó al escenario estaba yendo al baño. “¡Ni Barça ni Madrid, Athletic!”, se despidió Muniain, que movió como quiso a la afición. Crack en el campo y fuera.

El cierre de la fiesta tuvo lugar en la Diputación de Vizcaya, donde fueron agasajados por el diputado, Unai Rementeria. “Es el triunfo de unos valores, merece la pena esperar 31 años. Tenéis un pueblo detrás”, lanzó con gran sentimiento. Como el que puso Iribar al brincar desde su balconada el “¡Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo, como Iribar, no hay ninguno!”. Sobre las siete y media, el autobús se retiró hacia Lezama. Hay que madrugar para viajar a Zilina, donde toca librar una batalla contra el cansancio. No hubo gabarra por las apreturas de tiempo entre partidos. Están en deuda.