REAL MADRID
Ferenc Puskas dejó su último legado en tierras australianas
Llegó como un desconocido para la inmensa mayoría, pero acabó siendo idolatrado. Siete títulos en tres años, incluyendo una Liga en su último partido.
El 28 de agosto de 1989, el periódico The Age anunciaba en una esquina de su página 33 (de 36) que Puskas era el nuevo entrenador del South Melbourne Hellas. Las conexiones que guardaba de su etapa como técnico en el Panathinaikos hicieron que acabara firmando por un equipo de raíces helenas en Australia. Llegó como un desconocido para la inmensa mayoría, pero acabó siendo idolatrado. Siete títulos en tres años, incluyendo una Liga en su último partido, fue la última hoja de servicios de Cañoncito Pum como entrenador.
AS habló con dos de sus jugadores de aquella época. Paul Wade y Kimon Taliadoros. El primero vive en Sidney y el segundo, en Melbourne. Ninguno duda al definir a Puskas: “Un gentleman”. Aunque no siempre fue así. “Cuando llegó no sabíamos quién era, no apreciábamos lo que había hecho”, asegura Taliadoros. No existían las tecnologías actuales y no se retransmitían los partidos de fútbol europeo, de ahí el sorprendente desconocimiento.
Lo primero que llamó la atención a los jugadores del Hellas fue su físico. “¡Puskas tenía unos gemelos enormes! Antes del entrenamiento pegaba al balón y cruzaba el campo. ¡Me parecía algo increíble con esa barriga!”, bromea entre gestos Taliadoros. “Tenía 62 años y la ponía en la escuadra, era especial”, añade Wade, que también recuerda la panza del magiar: “Tras un partido nos invitó a espagueti. Pidió tres cazuelas gigantes para todo el equipo... ¡y él se comió uno entero!”.
Filosofía. Pero la importancia real de Puskas en Australia fue el cambio de mentalidad que dio al club. “Jugad, relajaos y divertíos. Si os divertís jugaremos un fútbol precioso’, nos solía decir en el vestuario”, recuerdan ambos jugadores. Les preguntamos qué táctica ponía en práctica. “Era un 4-3-3…”, afirma Taliadoros. Pero Wade puntualiza: “Acabábamos jugando como cuando los porteros no tenían guantes. Dos defensas, tres en el medio y cinco arriba. Nos animaba a un juego impredecible”. Sus entrenamientos también causaron sensación. “Mientras todos los equipos corrían, nosotros estábamos con el balón. Creó un estilo genuino que el South Melbourne mantiene. Una mentalidad ganadora y de jugar buen fútbol”, asegura Taliadoros.
Su último encuentro como técnico fue la final de la Liga entre el Melbourne Croacia y el South Melbourne Hellas. Empataron en el 88’ (1-1) y remontaron una tanda de penaltis que perdían 3-1. “Fue la magia de Puskas”, recuerda Taliadoros. “Nunca se me olvidará que todos llorábamos y él estaba quieto en el banquillo. ‘¡Hemos ganado!’, le gritamos. ‘Esto es una tontería’, contestó. Él ya había ganado todo”, explica Wade. Puskas estuvo a su altura en la despedida en 1992 con seis Copas y una Liga: “Sois buenos. No tanto como yo, pero no os preocupéis”. Genio y figura.