Bartomeu: el secundario que ha sabido hacerse imprescindible
Fue el responsable de las secciones en la candidatura de Laporta de las elecciones de 2003. Dimitió y regresó con Rosell en 2010.
Josep Maria Bartomeu (Barcelona, 1963) apareció en el entorno barcelonista como responsable de las secciones en la candidatura de Joan Laporta de las elecciones de 2003. Le había colocado ahí su amigo Sandro Rosell, que concurría en el ticket electoral como vicepresidente deportivo. A Bartomeu le encargaron las secciones porque había jugado al basket en el Espanyol. Tuvo el honor Bartomeu de ser el primer directivo de la era Laporta en dimitir. Luego fueron legión, pero el camino, es justo decirlo, lo abrió él. También es verdad que, como diría José María García, se fue “diez minutos antes de que le echaran”. El propio Laporta confirma ese extremo, pues sus diferencias eran tan notables que llegaron a contradecirse en público en una rueda de prensa.
De un talante conciliador, dialogante y agradable en el trato, dicen los que le conocen que detrás de esa sonrisa que a los jugadores del primer equipo les recuerda a la de Nobita, el personaje de Doraemon, habita un ejecutivo implacable. No en vano, su empresa de fingers (las pasarelas que se utilizan para embarcar en los aviones) es un gigante mundial.
Regresó al Barcelona de la mano de Sandro Rosell en 2010, ya investido como vicepresidente deportivo y cuando el número uno de la candidatura salió zumbando se vio con mando en plaza. Y el secundario perfecto pasó a ser imprescindible y a ejercer el mando de una manera incontestable (que se lo digan a Zubizarreta). Tras verlo todo perdido, ahora estará otros seis años como presidente.