Iker Casillas se despidió solo
Nadie del club acompañó al capitán en su última rueda de prensa. Tampoco estaban sus trofeos. Los jugadores ya se habían marchado a Melbourne.
Punto y final a 25 años de trayectoria como jugador madridista. Un emocionadísimo Iker Casillas se despidió ayer de la que ha sido su casa durante cinco lustros. La cita estaba fijada para las 12 de la mañana. Se retrasó unos minutos. Iker apareció por la puerta de acceso a la sala de prensa solo. Nadie con él en la mesa por decisión propia. Ni Florentino ni sus directivos se dignaron a escuchar su despedida.
Llevaba dos folios enrollados: su discurso de despedida. Un centenar de cámaras dispararon sin cesar. “No hagáis más fotos. Las que valen llegan luego. Tendréis mejores con lágrimas”, soltó para relajar el ambiente.
Tomó asiento. Solo con un micrófono, una botella de agua y un vaso. La soledad del portero una vez más a escena. “Esto se lee en 30 segundos, pero tardaré casi una hora”, advirtió. Al primer intento, su voz se quebró. Bebió agua, lo intentó de nuevo, pero las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas. Ana, que trabaja con Cutropía, su agente, le entregó un pañuelo de papel. Siguió quebrado, se tapó la boca, pronunció un “joder, macho” para el cuello de su camisa y, de pronto, un aplauso de la Prensa. Tomó aire y dijo: “A ver, me he comprometido a leer esto. ¿Veis como os he dicho que la primera foto no vale...?”.
Y se arrancó a leer (discurso íntegro a la derecha). Tardó siete minutos y cinco segundos. No admitió preguntas. Dio las gracias, envió un mensaje al Oporto, a sus compañeros, sus técnicos, su familia y al madridismo. No se acordó ni de presidentes ni de directivos. Iker en estado puro. En su despedida escrita no había nombres propios, pero sí pronunció dos cuando habló de sus entrenadores: el de Antonio Mezquita (ya fallecido), su formador en la cantera. Aquel que le dijo cuando tenía nueve años que de los 300 niños que entraron esa temporada en el Madrid, uno o ninguno llegaría al primer equipo. Él lo consiguió. También nombró a Carlo Ancelotti, su último entrenador en el conjunto madridista.
Su voz se quebró de nuevo cuando se dirigió al madridismo. Tragó saliva, bebió agua. Leer despacio le ayudaba a mantenerse sin lágrimas. Esta última temporada ha sufrido mucho con los pitos, aunque públicamente no lo expresaba. Así que se rompió una vez más cuando habló de él: “Me gustaría ser recordado por ser una buena persona...”.
La despedida. Al acabar de leer levantó la mirada y soltó: “C’est fini (‘Se acabó’ en francés). La Prensa aplaudió levemente. Aún habría un último mensaje: “Seguramente, nos veremos en el futuro. Así que no voy a decir adiós. Será un punto y seguido. Hasta pronto”. Así se fue el último jugador que quedaba del póster de la Octava, uno de los factótum de la Novena y el capitán de la Décima.
Mientras caminaba al párking de jugadores, la tienda de Adidas del club retiraba un póster gigante con su imagen. En Twitter, la cuenta del Madrid dejaba de seguir al que fue su jugador más leal durante 25 años... Por la tarde, el Oporto oficializó su fichaje vía web y sus redes sociales: “Bem-vindo, senhor Casillas! #SomosPorto” (en portugués, castellano e inglés). Iker respondía: “Feliz de começar esta nova etapa”. Mañana irá a Oporto para pasar reconocimiento médico y ser presentado. Por la tarde se incorporará a la concentración del equipo en Horst (Holanda). Su nueva aventura ya ha comenzado. Hasta pronto, Iker.