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MUNDIAL FEMENINO 2015

En 1996 Ignacio Quereda ya fue acusado de intimidador

En 1996 las internacionales de entonces ya pidieron la dimisión del seleccionador, en una carta que acaba de ver la luz y en la que se quejaban del trato y de su incompetencia.

Ignacio Quereda, seleccionador femenino desde 1988.
DIARIO AS

Era el 12 de mayo de 1996. La Selección dirigida por Ignacio Quereda jugó ese día un partido de la fase de clasificación de la Eurocopa de 1997, para la que España acabó clasificándose. Venían de empatar 1-1 contra Suecia, líder del grupo, en Visby. Aquel día, ese grupo de jugadoras que meses más tarde harían historia al acabar terceras en la primera Eurocopa de la Selección femenina, no aguantaron más, hartas de “estrategias de intimidación, entrenamientos monótonos, infravaloración y menosprecios varios”.

Las internacionales escribieron una carta ese mismo día desde el hotel donde se alojaban, el ‘Wisby Hotell’ de Visby, en la que pedían la dimisión de Quereda como seleccionador. El contenido de la misma, firmada por todas las internacionales, es un calco de las quejas que adujeron en su comunicado las 23 jugadoras que han participado en el Mundial de Canadá.

Muchas quejas. Como ha sucedido ahora, las internacionales hacían hincapié en que su decisión no era algo fruto de “algo repentino” y basaban sus quejas en “los motivos humanos” y “los motivos deportivos” y le acusaban de “menospreciar el fútbol femenino en general”. En el trato se quejaban de “utilizar estrategias de intimidación con ciertas jugadoras para sonsacar temas personales a nivel individual y grupal” y le acusaban de hacerles sentir “incómodas”. Al hablar de infravaloración hacían mención a la “época Pagán”, según aclara una de las firmantes, en alusión a este utillero, déspota y machista que, incluso, se tomaba la libertad de colarse en el vestuario sin avisar y con el pretexto de ir a recoger la ropa.

En lo deportivo denunciaban la falta de motivación que aportaba Quereda al grupo, así como “la pobreza de los entrenamientos, haciéndolos monótonos y repetitivos”. También le acusaban de no aportar “los elementos necesarios (motivación, tranquilidad, confianza, seguridad, decisión...), limitando a las jugadoras en su rendimiento y creatividad”. Las jugadoras concluían su carta pidiendo “un cambio por el bien del fútbol femenino”, un cambio que no se produjo en 1996 y que, 19 años más tarde, sus sucesoras vuelven a reclamar también “por el bien del fútbol femenino”.