Las Palmas celebró el ascenso ante unas 50.000 personas

Las horas y los días posteriores a la derrota en Zaragoza (3-1) se hicieron largas e insufribles para la afición y el equipo amarillo hasta llegar al desenlace final el domingo 21 de junio. Una fecha marcada ya con letras de oro en la historia del la entidad grancanaria por suponer el regreso, trece años después, a la élite nacional.

Los goles de Roque Mesa y Sergio Araujo hicieron olvidar el sufrimiento acumulados durante 364 días, todos los que pasaron después del peor episodio futbolístico del club al quitarle el Córdoba, en el minuto 92, un ascenso que todos acariciaban. La masa social se levantó como nunca antes había hecho y guió a los suyos a un más que luchado ascenso.

Por eso fue celebrado de manera pasional tanto en la noche del domingo como ayer. Dos horas después de terminar el partido los jugadores, cuerpo técnico, consejeros, políticos y diferentes personalidades emprendían la marcha en la carroza que -un año antes también estaba preparada- salía del estadio de Gran Canaria rumbo a la parte baja de la ciudad. La plaza de La Victoria y el parque Santa Catalina fueron los dos puntos de mayor congregación de ilusionados aficionados grancanarios. Según las estimaciones oficiales más de 50.000 personas arroparon a los suyos en una noche mágica. Una vez acabados los actos oficiales, los jugadores siguieron de fiesta hasta altas horas de la madrugada. El lunes por la mañana la comitiva visitó la Villa Mariana de Teror, realizando una ofrenda floral a la Virgen del Pino y también de un balón firmado por todos los futbolistas que realizaron la proeza del ascenso.

Posteriormente se volvieron a montar en la carroza para emprender la marcha desde la zona del Muelle, parando en la Iglesia de la Luz, y recorriendo la arterias principales de la capital grancanaria, rindiendo visitas a la Presidencia del Gobierno de Canarias, Cabildo de Gran Canaria y Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Un día largo para unos agotados jugadores que desde ya piensan en sus vacaciones y en regresar con las pilas convenientemente cargadas.