Victoria Azarenka, las pistas de hielo y el control de la KGB

Bielorrusia ocupa el puesto número 80 en el ránking FIFA. La Federación Bielorrusia de Fútbol se fundó en 1989, en 1992 se afilió a la FIFA y en 1993 a la UEFA. La liga bielorrusa (liga Vysshaya) se celebra de abril a noviembre, estaba formada por 12 equipos, que se ha ampliado a 14 en este 2015 y a 16 en 2016. Juegan ida y vuelta y los seis primeros disputan entre ellos otros 10 encuentros acumulando los puntos de la fase anterior, el que sume más puntos será el campeón y accede a la segunda ronda de clasificación de la Champions, (el BATE Borisov), y segundo y tercero obtienen plaza para la ronda preliminar de la Europa League (Dinamo Minsk, Neman y Shakhtyor clasificado por la copa).

Pero el deporte nacional en Bielorrusia es el hockey hielo. La selección fue cuarta en los Juegos Olímpicos de Salt Lake City en 2002. En 2008, cuando se fundó la Liga Continental de Hockey par hacer frente a la todopoderosa NHL norteamericana, el Dinamo Minsk fue invitado a participar, lo que aumentó la pasión por el deporte del hielo. Además, en 2014 la ciudad de Minsk acogió el Mundial de hockey.

Pero si de algún deportista presumen los bielorrusos es de su tenista Victoria Azarenka, nacida en Minsk hace 25 años, pero residente en Montecarlo. Azarenka tiene el honor de haber sido la primera tenista en ganar un Grand Slam (Abierto de Australia 2012 y 2013) y la primera en conseguir una medalla para su país, fue bronce en los Juegos de Londres tras ganar a Maria Kirilenko. Azarenka fue número uno de la WTA durante 51 semanas.

El deporte está muy unido en Bielorrusia a la política, pues el presidente de su Comité Olímpico es el presidente de la República, Alexander Lukashenko, que lleva en el puesto desde 1997. Compitieron por primera vez como Bielorrusia en los Juegos de Lillehammer en 1994 y suman un total de 53 medallas (6 de oro, 18 de plata y 29 de bronce). En Barcelona 92 fue protagonista el bielorruso Vitaly Scherbo, que ganó seis oros en gimnasia artística.

Bielorrusia, la Rusia Blanca, se independizó de la URSS en 1991, pero es el único país de la antigua Unión Soviética que sigue utilizando los servicios de la KGB para controlar a sus 10 millones de habitantes.