El Girona sentencia en la noche negra de Óscar Whalley
Una pifia monumental del portero hundió al Zaragoza cuando tenía apabullado a su rival. Un doblete de Mata y Lejeune acercan a los de Machín a Primera.
El Girona sentenció en La Romareda. El fútbol fue cruel con el Zaragoza. Con el Zaragoza y con Óscar Whalley, cuya monumental cantada comenzó a decidir el partido y la eliminatoria para el Girona. El fútbol son goles y el equipo de Machín tuvo una eficacia notabilísima: disparó seis veces a portería y metió tres goles. El Zaragoza remató en 19 ocasiones y se quedó en blanco. El domingo, cuando perdió el ascenso directo en el descuento frente al Lugo, al Girona parecía que se le acababa el mundo, pero ahora festeja su clasificación virtual para la eliminatoria final del playoff. Como decía el uruguayo Ildo Maneiro, fugaz entrenador del Zaragoza en la temporada 1990-91, “lo que hoy es tragedia, mañana es anécdota”.
La tragedia es ahora para el Zaragoza, que no mereció esta derrota tan amplia y al que le aguarda, como mínimo, un tercer añito consecutivo en Segunda División.
Decíamos que el fútbol fue cruel con el Zaragoza. Y lo fue de verdad. El equipo de Popovic apabulló literalmente al Girona durante los primeros veinte minutos, con claras ocasiones de Rubén, Pedro y Willian José, pero se encontró con un gol en contra en una acción desgraciadísima de Whalley. En una pifia que se recordará muchos años en La Romareda, el portero no supo resolver un balón fácil ante Mata y el Girona, sin ningún mérito, se encontró con un marcador favorable. El 0-1 lo cambió todo, porque le dio confianza y soltura a un rival que no había pasado hasta entonces de medio campo y que aún vivía en estado de depresión.
La diferencia estuvo enla portería. Mientras Becerra lo paró todo —y en la primera parte le tiraron, quizá, más que en todo el campeonato—, Whalley no tuvo apenas que atajar, pero propició el solito el gol que lo cambió todo. Su cantada recordó a aquella frase histórica de Di Stéfano cuando entrenaba al Elche y le dijo a uno de sus guardametas: “No te pido que pares los tiros que vayan dentro, pero, por favor, no te metas los que vayan fuera”. Lo de anoche fue todavía peor que eso.
El 0-2, al filo del descanso, fue ya la puntilla para el Zaragoza, que dos minutos antes había visto como Becerra le sacaba un cabezazo mortal a Pedro. Whalley dudó en su salida y Lejeune, un coloso en la defensa del Girona, clavó el segundo gol al cabecear un córner libre de marca. La diferencia, otra vez, estuvo enla portería. Unadiferencia colosal.
La segunda parte ya fue un quiero y no puedo del Zaragoza frente a un rival que, con todo a su favor, no perdió jamás la compostura y contragolpeó con muchísimo peligro. Y así llegó a media hora del final el 0-3, en un centro cruzado de Aday que resolvió el bigoleador Mata con un cañonazo.
Queda el partido de vuelta en Montilivi, pero la clasificación del Zaragoza depende de algo más que un milagro, aunque el domingo vaya a estar ya Bono en la portería.