BETIS 0 - SPORTING 3
Caballero asciende al Sporting
El equipo de Abelardo pasó por encima del Betis y ascendió cuando ya había terminado su partido y gracias al empate postrero del Lugo en Girona.
El partido del Villamarín, monólogo de un Sporting que goleó fácil a un Betis en chanclas, había terminado ya. Había que esperar al milagro en Montilivi y este llegó. El gol de Caballero desató el éxtasis en el equipo asturiano y en los casi 3.000 aficionados sportinguistas que, con una fe infinita, acudieron al Villamarín buscando el regreso a Primera. El Villamarín celebró dos ascensos en dos semanas, porque los prolegómenos, un choque jugado con dos velocidades distintas, y sobre todo, un final de locura hermanaron para siempre a las dos aficiones.
La Mareona le puso casi todo el color, animación y las ganas que le faltaban al Betis en una grada que, a pesar de contener a casi 3.000 sportinguistas, presentó una de sus peores entradas de los últimos meses. Pero que vivió un momento de éxtasis, digno del ascenso que fue, cuando el partido ya se había acabado en el Villamarín y la afición.
Casi menos empeño le puso sobre el césped un once verdiblanco plagado de bajas. Pepe Mel dispuso un once que contenía meritorios (el central canterano Caro, Álvaro Cejudo) y también parecía bastante experimental, con Portillo en un doble pivote desprotegido y Piccini partiendo desde el extremo. No pareció de los peores el lateral italiano, único junto a Rubén y Molina capaz de poner en problemas al Sporting mientras los chavales gijoneses demostraban con dos velocidades más que les iba la vida en el intento.
Carmona, Castro y Hugo Fraile se zafaban, encaraban con facilidad y centraban casi siempre. Media docena al menos de ocasiones coleccionó el equipo de Abelardo en la primera mitad, unas antes y otras después del gol de Guerrero, a placer, metáfora de lo que estaba ocurriendo en el partido. Rubén, en busca de su gol 33, pudo alguna vez el empate y también Molina con un disparo que, casi sin portero, se marchó mansamente a las manos de Cuéllar.
Del descanso, pues el equipo catalán había marcado al final de su primera parte salió el Sporting con una nefasta noticia: había marcado el Girona. Pudo ser peor si el disparo de Molina no es desviado, in extremis, por la espalda salvadora de Nacho Cases. Quizá por el desánimo procedente de Montilivi, por momentos el equipo asturiano pareció bajar la cabeza hasta que salió uno de sus futbolistas insignia, que se había quedado en el banco por precaución: Jony. Nada más salir, el extremo cangués hizo de cabeza el 0-2 y pegó un chutazo que Dani Giménez evitó se convirtiera en el 0-3. Isma López, minutos después, redondearía el marcador ante los pitos de la afición local, que luego se celebraría la derrota como victoria propia. Un gol en el descuento tuvo la culpa.