ZARAGOZA | VEINTE AÑOS DE LA RECOPA
Víctor Fernández: “Aquella fue la gran victoria de todo Aragón”
Dos décadas después de tocar el cielo en París, Víctor Fernández, el entrenador de aquel equipo campeón, rememora el significado de la Recopa de 1995.
Parece que fue ayer, pero han pasado ya veinte años del gran día…
—El 10 de mayo de 1995 es una fecha imborrable para cualquier aragonés. En aquellos momentos el Zaragoza era el equipo de todos los aragoneses y el segundo de muchos españoles. El Zaragoza tenía una propuesta de fútbol que le agradaba mucho a la gente. Y, además, hicimos historia en París. Nada menos que en París.
—Habla de la gente y verdaderamente aquella fue la Recopa de Aragón.
—Fue el triunfo del pueblo aragonés. Y como consecuencia de la trayectoria de aquel gran equipo. Nació una afición nueva, y la imaginación, la fuerza y la energía que se utilizaban en La Romareda para animar al Zaragoza no se habían conocido antes. Sí fue el triunfo de todos los aragoneses.
—Quizá porque fue un motivo de orgullo para todo Aragón, una región acostumbrada a pedir y a que no se le escuche.
—El Real Zaragoza se convirtió en la imagen y en la voz reivindicativa de todo Aragón. Ésta es una región extraordinariamente exigente para todo el mundo y el Zaragoza sintetizaba los mejores valores. Fue el vehículo que daba imagen y que aportaba voz a una región que se convirtió en protagonista del fútbol europeo.
—Si echa la vista atrás, ¿con qué se queda Víctor Fernández de la Recopa?
—Lo que me queda, con una perspectiva mucho más fría, mucho más serena, mucho más objetiva, es la dificultad que conlleva una hazaña de este tipo. Y luego me queda la movilización social que ese éxito provocó en nuestra ciudad. Vi disfrutar a miles de padres con niños pequeños. Jamás se me olvidarán aquellas imágenes de la Plaza del Pilar con más de 200.000 personas.
—¿Cuántas veces ha vuelto a ver el partido?
—No puedo volver a verlo. Lo empecé a ver una vez y tuve que apagar el vídeo. Me puse muy nervioso.
—Lo que sí habrá visto muchísimas veces fue el gol de Nayim…
—Por supuesto. Y me sigue produciendo una extraordinaria emoción y una gran alegría. Pero lo he visto tantas veces que me fijo cada vez más en aspectos secundarios, como en la reacción de los jugadores, en ese descontrol al que nos arrastró la euforia.
—Sólo se habla del gol de Nayim, pero el de Esnáider fue igual de soberbio.
—El gol decisivo fue el de Nayim, pero el de Juan Esnáider no tuvo nada que envidiarle desde el punto de vista estético. Fue un golazo.
—Para los más jóvenes, ¿dígales cómo era aquel Zaragoza?
—Era un ramillete de jugadores de gran calidad técnica, y con un perfil muy ofensivo, porque hasta los defensas metían goles. Era un equipo atrevido, que siempre quería llevar la iniciativa, y que tenía mucha contundencia ante el gol. Era un equipo ambicioso, construido para atacar, para salir a ganar. Y esa vocación la defendimos hasta nuestras últimas consecuencias. El compromiso colectivo era extraordinario, fuera de lo normal. Y no se puede olvidar tampoco que el Real Zaragoza tiene una tradición ganadora. Eso también ayuda. Y nos ayudó a nosotros.