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Cafe, copa y fútbol | Quique San Francisco

“El Barça tiene una disciplina de juego que le falta al Madrid”

Quique San Francisco aparece desgarbado y sonriente. Llega con prisa a Las Estaciones de Juan porque ha quedado con su última conquista: una moto de gran cilindrada.

“El Barça tiene una disciplina de juego que le falta al Madrid”

—¿Principales aficiones?

—Por este orden, el boxeo, el fútbol y las motos.

—Viéndole, nadie diría que es usted un gran deportista.

—Pues se equivocaría. A mi edad ya no, pero he practicado muchos deportes. Sobre todo el squash. Estuve durante cuatro años jugando seis horas diarias. No paraba. Se me fue la pinza y estaba enviciado. Es malísimo como deporte. Quebranta mucho y por eso creo que está desapareciendo. Además se juega en interior, porque ya sabe que se inventó en una cárcel en Londres.

—¿Y el pádel?

—Para nosotros el pádel, ¡qué quiere que le diga! Nos metíamos con ellos, nos parecía un juego para señoritas. A los 29 años yo entrenaba con los mejores jugadores de squash del mundo. Hacen falta muchos reflejos, mucha rapidez y sobre todo mucho físico. Necesitas mucho fondo para jugar al squash. Aquí gana el que aguanta más.

—¿Y antes de los treinta qué deporte hacía?

—Frecuentaba mucho el gimnasio. Pero nada de pesas. Gimnasia deportiva, cuerda, barra y footing. Muchos años haciendo deporte ya le digo.

—Y luego motero.

—Motero al máximo, desde los nueve años. Empecé de chico en Barcelona que es donde me crié. Trabajaba con los especialistas en el cine. Hice una película, ‘El paria’, donde tenía que llevar una moto por en medio del campo, y no podía con ella. La afición por las motos es brutal. Cuando se te mete en el cuerpo ya no hay nada que hacer.

—¿Se ha caído mucho?

—Sí, mucho. Me he dado golpes en circuitos por tumbar demasiado la moto, pero la mayoría de las veces no ha sido por mi culpa. Lo de la máquina es una putada, son dos ruedas y el resto eres tú. Y la gente no te respeta nada. Me pegaron un leñazo terrible estando parado en un semáforo en Madrid. Ahí no puedes hacer nada.

—¿Cuándo ve a Márquez qué piensa?

—Es impresionante. Ese chico estaba subido en la moto a los seis años. Es una maravilla. Superar a Rossi es difícil pero tiene la calidad suficiente para conseguirlo. Tiene una capacidad de riesgo absoluta.

—A los pilotos parece que les afectan poco las caídas.

—Porque son caídas desestructuradas. Me explico. No suelen chocar contra nada y además saben caer. El problema real de las caídas es que te des contra otras motos o que la máquina se quede contigo. Si la moto da vueltas contigo te desguaza. Hay que saber caerse. Me resultan más peligrosas las carreras de Moto3, porque van juntos todo el rato. Cuando entran en meta, el que está más lejos está detrás de tu culo. En Moto2 y Moto GP uno o dos tíos se escapan y no les vuelves a ver.

—No ha tocado un balón en su vida y sin embargo es usted un gran aficionado al fútbol.

—He jugado fatal pero siempre me ha gustado mucho. De toda la vida del Real Madrid. Vivimos en una capital en la que somos los menos nacionalistas de toda España y eso es muy de agradecer. El no tener que ser nacionalista es un descanso. He vivido mucho en Barcelona y allí el fútbol está demasiado ligado con la política.

—¿El Barça es nacionalista?

—Ya le digo. Por eso soy anti Barça. Por esa actitud que tiene que a mí no me gusta nada. Como equipo me parece una maravilla y habría que recordarles que el deporte está por encima de todo. A mí cuando el Barça juega bien me parece una pasada, y si te gusta el fútbol te gusta el buen fútbol. El Barça tiene una disciplina para jugar bien al fútbol que creo que es la que le falta al Real Madrid. Ese rollo de equipo que tiene la verdad es que lo admiro. Si se dejaran de politiqueos sería estupendo.

—¿Cuál es el mejor Madrid que ha visto?

—No lo sé. El de la época de Butragueño era un equipo excelente. Entonces yo vivía muy cerca del Bernabéu, en el mismo edificio donde vivía Paco Gento, que es un tipo raro pero cojonudo. Hablábamos de fútbol y decía que el Madrid era una mierda. No le convencía ningún equipo a excepción del suyo. Era muy divertido. Luego conocí a Di Stéfano que era un encanto de señor. Le encantaban los niños. Dicen que tenía mala leche pero en esta vida en determinados sitios tienes que desarrollar esa mala leche porque si no estás perdido. Tuve la suerte de conocerle y tratarle. Ese sabía tela de fútbol. Lo tenía en la cabeza de forma permanente. El fútbol ha cambiado, se juega de otra manera. Ya le digo que la Quinta del Buitre me pareció estupenda. Luego los Galácticos fueron maravillosos pero el resultado fue un desastre.

—¿Y cuál fue el problema?

—De orden. Lo difícil es colocar a tanta gente buena cada uno en su sitio. Con los Galácticos perdimos demasiadas veces para ser lo que eran, los mejores futbolistas del planeta. Por eso le digo que debía ser una cuestión de orden. Cada uno iba por un lado. Ahora con Ancelotti creo que lo hacen mejor.

—¿El negocio puede estropear al fútbol?

—Entiendo que sí. Hay gente que no vende las camisetas que debía y por eso no está donde debería estar. Y me refiero a la cantera del Madrid de la que se han ido jugadores prodigiosos. Por todo el mundo hay grandes futbolistas que se criaron en el Madrid y que por unas causas o por otras se tuvieron que ir. Florentino prefiere comprar grandes jugadores con los que hacer jugosos negocios. También entiendo que es la única manera de manejar un equipo tan grande como el Madrid.

—¿Cuál es su jugador preferido?

—Cristiano es para mí el mejor jugador que hay hoy en día. Aunque Messi cuando está en forma es imparable. La diferencia es que en el Madrid todo va en función de Cristiano. El Barça tiene una idea de lo que quiere hacer. En el Madrid a veces da la sensación de que no lo tienen muy claro. Es un equipo muy enérgico pero a veces alocado.

—¿El desequilibrio actual entre equipos se puede cargar la Liga?

—Da que pensar. Hay una inestabilidad total en cuanto al juego. Pero también hay buenos secundarios. Si no estuvieran ellos el campeonato desaparecería. Se necesita a esos secundarios. Como yo, siempre he sido un gran secundario.

—¿Cuál es el futbolista que más le ha fascinado?

—En persona Roberto Carlos. Era un cachondo. Una grandísima persona y estupendo futbolista. Luego, me ha gustado mucho Cruyff. Y quizá mi preferido ha sido Hugo Sánchez, coronando la Quinta del Buitre.

—¿Va mucho al Bernabéu?

—Sí me gusta mucho. Es un estadio incomparable. Soy un aficionado templado, nada hooligan. Soy un hombre de paz.

—¿Más anti Barça que anti Atlético?

—Desde luego. Es que no le tengo manía al Atlético. Lo siento pero es lo que hay. El Atleti tiene una afición de la que hay que hablar. Sufridores natos y últimamente están dejando de serlo. Por orden de prioridad quiero que gane el Madrid, el Atleti, el Rayo o el Getafe. Pero eso sí todos de aquí, de casa. Y por encima de todo quiero que gane España, en cualquier deporte. Si somos los primeros en cuanto a la corrupción, creo que es más luminoso ser los primeros en el deporte. Adoro a gente como Márquez, Nadal, o Alonso, que llevan nuestro deporte a todos los rincones del planeta. Esas son las noticias que me gusta oír. Es más saludable que escuchar noticias de nuestros políticos.

—Conoce a muchos futbolistas, ¿cómo son en la distancias cortas?

—Son gente normal. Como estamos nosotros aquí. Pero también hay que decir que tienen una vida en parte muy jodida porque tienen que tener una disciplina enorme. Cuando practicas un deporte de élite, ya sea el fútbol o el waterpolo o estás permanentemente a tope o es imposible mantenerte ahí.

—Ha estrenado en Madrid la obra ‘Vamos a hablar’. ¿De qué?

—La idea surge porque decido ponerme a escribir sobre experiencias de la vida. Busco a alguien que trabaje conmigo y entonces me encuentro con un grupo de chicos que se llaman “Good save the comedy”, que son monologuistas bastante más jóvenes que yo y les contrato. Y pongo a Denni Horror en el escenario conmigo a hacer estos monólogos enlazados. La gente se ríe mucho pero también les hace reflexionar. Creo que hemos escrito algo que merece la pena ver sobre las obsesiones de la vida.

—¿Y cómo le van las obsesiones de la vida?

—A nivel personal, la vida me va de forma maravillosa. Tengo sesenta años, tengo salud y trabajo de forma constante. A nivel general me encuentro a un país en un momento de muy mal gusto. Nunca he visto una época más fea en cuanto a todo, literatura, música, hasta la manera de vestir me parece un desastre. Hay una falta de talento enorme. Yo viví la movida madrileña y aquello fue una maravilla, en la que se creó música que escucharemos toda la vida, literatura que leeremos siempre. Era otra cosa. Había otra ambición, otras ganas de vivir y de hacer cosas. Son ciclos que pasan en la vida. Hay ciclos creativos en los que la sociedad crea cosas y otros tiempos en los que se estanca, y crea un bajón que te cagas. Creo que estamos de bajón total. Lo veo todo muy hortera.

—Entonces no sé si preguntarle por el paisaje político

—Esta gente se ha ganado a pulso perder la credibilidad. Y es una pena. Estoy indignado por su falta de honradez y ese afán por seguir en el poder. Es la actitud que tienen. Bajan a mangar en bata, ya ni siquiera se arreglan para robar. Lo que está pasando en este país es patético. En el espectáculo hablo de ellos. Y al que diga que la política no le interesa, se equivoca, porque las decisiones que tomen estos individuos te van a afectar a ti toda la vida.

—¿Y la irrupción de Podemos?

—De Podemos también hablo en el espectáculo y pienso que también ‘podemos’ prescindir de ellos. Es una esperanza con la que no cuento en absoluto. Porque odio los radicalismos. A mí la gente que practica la política del resentimiento no me interesa.