—De aquel mal debut en Ponferrada hasta ahora, ¿calló Bruno muchas bocas? —No sé. Entiendo que la gente no me conociera, me viera jugar mal y me criticara. Eso va en mi sueldo, igual que te alaban cuando lo haces bien. Todo ha cambiado desde Ponferrada: no sólo mi devenir, sino también del equipo, que ahora va primero.—Ya se dice que es el central más fiable del Betis. —He tenido altibajos pero, como leía el otro día en una entrevista, a los que juegan mucho no se les puede exigir siempre un 9 pero sí un 8 de media. Hay una competencia brutal, con Jordi, Héctor y Caro, pero yo quiero seguir teniendo la confianza del entrenador.—Vaya añito de problemas en el Betis. —Aquí en un año aprendes lo de varios en muchos otros equipos. Espero salir reforzadísimo de esta primera campaña. La exigencia es grande, aunque la aventura es diferente a la de mi cesión en Teruel. Cuando estuve fuera y no había para comer, eso sí era presión, era jodido. Aquí si te llaman paquete por 45 minutos te aguantas y luchas por cambiar eso. Duelen las críticas, pero no por mí, sino sobre todo por gente que se juega su reputación con mi fichaje.—Como Alexis. —Por ejemplo. Tal vez, si no fuera por él no estaría aquí. Cuando el equipo no iba bien y los fichajes no rendían al nivel que se esperaba me daba coraje que le dieran palos en mi nombre. No ya la afición, que tiene todo el derecho, sino desde otros muchos lados.—La gente del Betis. ¿Diferente a la tinerfeña? —De la afición del Tenerife sólo tengo palabras buenas, pero no hay comparación. Aquí estaban el año pasado en Europa League y ahora en Segunda. ¿Cómo esperar que no te silben cuando haces las cosas mal? No puedes pretender tener este campo, estas instalaciones, 40.000 personas y que todo sea un ‘Ji Ji’. Yo también he ido al campo como aficionado y he dicho “qué malo es este”. —¿Le sorprendió la dimensión social del Betis? —Es un equipo de Primera. Todo lo que pasa en el Betis sale en la tele. Se habla del Madrid, del Barcelona y del Betis. Hay jugadores de Segunda que van en guagua (bus) a entrenarse. Yo en verano iba con algunos compañeros a comer y, aunque todavía no habíamos jugado un minuto, nos conocían ya en los restaurantes de Sevilla. Eso no me pasaba en Tenerife ni después de jugar un montón de partidos. Los béticos sienten el equipo, leen la Prensa, tienen los cromos... Esto es otro mundo. —Es inevitable la comparación con el Sevilla, ahora que tiene cerca a los dos. —Sí, es verdad que ahora el Betis está en Segunda y al Sevilla le van las cosas bien, pero yo voy por mi casa en Montequinto y la gente hace deporte o pasea al perro con la ropa del Betis. Esta gente está con su equipo, sobre todo, en los peores momentos. Eso no lo tiene casi nadie.—¿Parece ahora Bruno menos duro o es sólo una visión? —Entre la dureza y la intensidad hay una línea delgada. El central tiene que ser contundente. Peso 83 kilos y si llego tarde, el contrario va a volar. Pero si llego antes dirán que la saco limpia... —¿Le queda a usted mucho por aprender? —Muchísimo. Aparte de ser joven, he llegado un poco tarde al fútbol profesional: el año pasado fue el primero en Segunda. En Tenerife no llevábamos el peso del partido y aquí sí. Tengo que aportar más: dar pases, sacar la pelota y, sobre todo, marcar más goles. Igual a veces soy demasiado autoexigente y a veces, aunque digan que he jugado bien, veo el partido en casa y creo que he tenido fallos. —Ya hizo un gol en Gijón. —Y sirvió para desatascar. Voy a intentar marcar varios de aquí al final de año porque los goles de los centrales, se ve en los grandes equipos como Chelsea o Madrid, dan muchos puntos. —¿Sirve Bruno en Primera? —Estando en Segunda B decían, ‘ya veremos en Segunda’, y me salió un buen año. Ahora, ojala subamos, me probaré en Primera. Será un sueño ver el campo del Betis repleto ante equipos como Madrid y Barcelona. E intentar ganarles.