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BARCELONA 2 - REAL MADRID 1

El Madrid duró lo que Modric

El equipo blanco se sobrepuso al tanto inicial de Mathieu y lo bordó hasta el descanso. Cristiano firmó el empate. Un tanto de Suárez, cuando peor lo pasaba el Barça, decidió. El equipo de Luis Enrique toma una ventaja de cuatro puntos
Real Madrid-Barcelona: El Clásico en directo

Casillas ve cómo el balón entra en la portería.
Casillas ve cómo el balón entra en la portería.PAUL HANNAREUTERS

Ganó el Barça, que pudo golear. Y perdió el Madrid, que también pudo hacerlo, aunque ahora ese recuerdo ya nos quede lejos. Sucedió que pesó mucho más la segunda parte quela primera. Ocurrió que se agotó Modric y que apareció Luis Suárez, un fogonazo. Su gol trazó la frontera entre lo que pudo ser un infierno para los locales y lo que acabó siendo un paraíso para ellos.

No sólo son tres puntos, cuatro en la Liga. El Barcelona ha demostrado la validez de su cambio de estilo. Ya no hablamos de aquel Barça que raptaba el balón y lo utilizaba como un péndulo para hipnotizar al contrario. Su esfuerzo por ser vertical ha coincidido con el empeño del Madrid por elaborar más el juego. Al mismo tiempo, se han borrado las diferencias entre buenos y malos de película. Desde esa doble perspectiva, los enemigos nunca han estado tan próximos. Comparten la impaciencia, tocan parecido y comen con tridente. El resultado, sin embargo, nos señala que el Barcelona sale vencedor del reajuste, al menos tras el combate del Camp Nou.

Fue un choque con dos resurrecciones. La primera, la del Madrid, nos situó ante un escenario que ahora se pierde en la memoria, pero que existió. El equipo de Ancelotti se repuso al gol del Barcelona, consiguió el suyo y acorraló al rival durante el último cuarto de hora de la primera mitad. Acorraló, repito. Casi en la misma medida e intensidad que el Barça asedió a su adversario minutos después.

Antes, el Madrid ya había dado muestras de sentirse cómodo en el partido. A los once minutos, Cristiano estrelló un balón en el larguero. A pesar del aviso, todavía no había superioridades manifiestas. Por eso resultó tan inesperado el tanto de Mathieu en una jugada a balón parado, pase de Messi; con Guardiola estos goles no valían. No tenía conexión con lo que estaba sucediendo. El clamor del estadio hizo temer que al Madrid se le encogiera el ánimo o se atormentara con su mala suerte. No pasó.

Conducido por Modric y lanzado por un mediocampo más relevante, el Madrid fue reconstruyendo su confianza. Todo se hubiera ido al traste, sin embargo, si Neymar hubiera aprovechado un centro-chut de Suárez que le dejó solo ante Casillas, sin tiempo para reaccionar. Fue esa ocasión clarísima que siempre precede al gol del equipo contrario. El fútbol también tiene sus tradiciones.

Cristiano logró el empate, pero fue Benzema quien inventó el gol con un taconazo espléndido que abrió un claro dentro del área. Hasta el descanso, el Barcelona braceó contra las cuerdas. El Madrid pudo marcar en varios ataques y Bale lo hizo en fuera de juego de Cristiano, su asistente. Nada hacía presagiar la reacción del Barça, menos aún después de la ocasión dibujada por Cristiano y Benzema al inicio de la segunda mitad, una pequeña obra de arte sin marco.

El gol de Luis Suárez volteó el panorama. Había avisado en la primera mitad. De cada balón largo sacaba petróleo: peligro o falta. Hasta que el pase enviado por Alves lo convirtió en letal: control y chut casi en la misma acción. El balón, por cierto, rozó en la bota de Pepe.

El Madrid no tuvo argumentos para reengancharse. Modric estaba agotado y Bale, desaparecido. El galés se esfumó después de una primera mitad con presencia y sin acierto: trabajó en defensa y falló en ataque, volvió a chupar y marcó en fuera de juego milimétrico de Cristiano. Después, nada. Ni aporte ni sustitución.

Si las oleadas del Barça no propiciaron el tercer gol (o el cuarto) es porque el destino no es tan cruel como dicen. El Madrid perdió los puntos pero salvó el prestigio. La Liga todavía es larga.