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Café, Copa y Fútbol | Luis García Montero

"El empeño por jugar con la BBC de Ancelotti es impuesto"

Luis García Montero es poeta, profesor y madridista. No sé si por este orden. Es un sabio cordial con el peso adquirido por su nueva faceta de candidato.

Luis García Montero.
Luis García Montero.Felipe Sevillano
AStv

A pesar de la victoria con el Levante, ¿llega el Madrid algo temeroso al Clásico?

—Por suerte en un Clásico se crea una atmósfera que rompe con frecuencia la normalidad. Un Madrid en horas tristes puede romper la lógica y la rutina y utilizar este compromiso para incentivarse y sacar pecho.

—Ya, pero ¿realmente ve al Madrid capaz de ganar en el Camp Nou?

—En este momento está claro que el juego del Barcelona está por encima, pero también soy sincero al decir que el Madrid tiene equipo de sobra para ganar cualquier partido. No se trata tanto de esperanza como de no dar nada por perdido.

—La evolución esta temporada del Madrid demuestra que en el fútbol no hay certezas.

—Es verdad que en el fútbol no hay nada previsible. El fútbol es esa parte de nuestra infancia que rompe las costuras de la edad y se viene con nosotros cuando acabamos de cumplir años. Hay mucho de imaginación y esa es su grandeza. Pero tiene también sus razones. Por ejemplo, muchas veces las virtudes pueden convertirse en defectos y eso es lo que yo creo que le ha pasado al Madrid y lo que ha provocado la quiebra de una temporada en la que primero pareció que con el Mundialito se cumplía un ciclo y luego la sensación fue que todo se venía abajo.

—¿Qué virtudes se han convertido en defectos?

—Hay tres cosas que han afectado al itinerario del Madrid en este tiempo: primero, la situación de Casillas. Por Casillas tengo devoción, es un portero tremendo y creo que le debemos mucho todos los aficionados, no sólo del Madrid. Es muy injusto lo que se ha hecho con él. Mourinho, que hizo mucho daño en el Madrid, se lo cargó y la presidencia lo permitió. Se le destruyó la autoestima que es una parte fundamental en la preparación del portero, y una vez que estaba ya muerto, los cálculos del discurso madridista le devuelven el protagonismo y le ponen en la portería, en un momento en que está inseguro y no al primer nivel. Ese ha sido un punto débil del Madrid en esta temporada y me parece muy injusto que la gente le chille, porque Casillas se merece un respeto. Habría que chillar a los que permitieron la operación de destrozar a Casillas cuando estaba bien. Además tenemos un problema porque creo que el daño también se le ha hecho a Keylor Navas, al que no veo nada cómodo en la suplencia. Veremos cómo responde cuando tenga que enfrentarse a un gran equipo.

—¿El segundo problema del que hablaba?

—Otro ha sido los numeritos relativos al Balón de Oro y Cristiano. Eso ha descentrado al propio Cristiano hasta el punto de que el Madrid tiene un delantero que juega más para batir récords personales que para el equipo y eso ha generado una dinámica donde otros se han picado y también han pensado en sus propios resultados.

—¿El Balón de Oro es un premio antinatural?

—Hubo un tiempo donde los jugadores mejor considerados eran los que daban el pase de gol y no los que lo metían porque lo difícil en un juego de equipo es crear la ocasión y dar el pase definitivo. En cualquier caso a mí me parece que está de más convertir en una competición de todo el madridismo el conseguir el Balón de Oro para Cristiano. Se trata de que el equipo gane o pierda y esta obsesión por la marca personal se vuelve en contra de todo el equipo y somete a una tensión que acaba pasando factura. Uno no puede enfadarse cuando el equipo mete otros goles que no son los tuyos. Esta es la segunda cosa que creo que nos ha desequilibrado.

—¿Y la tercera?

—La necesidad mediática de exaltar a Sergio Ramos. A mí me parece un defensa maravilloso que nos dio una de las mayores alegrías de nuestra vida como fue el cabezazo de la Décima, pero de pronto se generó una especie de marea eufórica en la que el jugador parece estar más pendiente de meter goles de cabeza que de su labor fundamental para el equipo. Hubo un momento que él mismo se envenenó y lo hemos estado viendo intentando jugar como si fuera Beckenbauer o Xabi Alonso dando pases de cincuenta metros. A lo mejor hay que devolverle a Sergio Ramos el orgullo de ser un buen defensa. No tiene por qué ser el líder carismático ni el goleador del equipo.

—¿Cómo ve la relación de Ancelotti con el Real Madrid?

—A Ancelotti le estoy agradecido por muchas cosas, sobre todo por devolver un equipo donde el entrenador no insulta a la prensa, a la gente, ni crea operaciones de exterminio contra diversos jugadores. Que no va a una ciudad y la desprecia. Simplemente que el Madrid haya recuperado una actitud es suficiente como para ponerse de parte de Ancelotti. A partir de ahí es verdad que tenemos un problema y es que en el fútbol no todo es negocio ni todo es mediático. El presidente del Madrid puede hacer buenos negocios pero lo que no puede es intentar ser el entrenador, el secretario deportivo y someterlo todo. A mí me parece que Ancelotti tiene esa dificultad. El que no haya arreglado los desequilibrios en el centro del campo y se empeñe en jugar con los tres ídolos, me parece más una decisión mediática que deportiva. Y es una decisión que le viene impuesta. Ese es su defecto.

—¿Le pareció desmedida la comparecencia de Florentino Pérez acusando a la prensa de intentos de desestabilización?

—Me parece tan poco razonable como cuando a un político se le acusa de un caso de corrupción y en vez de aclarar las cuentas dicen que hay una campaña de persecución mediática contra ellos. El equipo está funcionando mal desde final de año; habrá que explicar por qué, diagnosticar los problemas y dar soluciones. Pero hablar de una campaña de la prensa me parece un acto de prepotencia subida de tono. Que al público se le mediatiza puede ser verdad pero casi siempre salen ganando los presidentes y no los periodistas, porque son muchas veces las que ellos consiguen que la gente trague con ruedas de molino.

—Si llega usted a presidente de la Comunidad compartirá palco con Florentino.

—Y me encantaría. No sólo con Florentino sino acudir a los palcos del Atleti, del Getafe, del Rayo y de todos los equipos madrileños, porque eso significaría que todos ellos tienen éxitos y hay que estar acompañándolos en sus partidos importantes. No conozco personalmente a Florentino pero el trato con él sería perfectamente cordial.

—La irrupción de los poderes económicos y el márketing ¿ha pervertido un poco el espíritu del juego?

—El fútbol se ha convertido en un espectáculo televisivo y está moviendo mucho dinero, con un reparto injusto de los derechos. Cuando los equipos están más igualados se ve mejor fútbol porque si no los grandes se duermen, se acostumbran a ganar, pierden incentivos. Ahora mismo con los presupuestos que hay si encima se añaden los repartos de los derechos, los abismos que se generan son tremendos. Habría que buscar repartos más equitativos para que todos puedan jugar contra todos. El fútbol ganaría en competición y energía.

—¿Cree que es necesario televisarlo todo?

—Como niño de provincias tengo doble militancia. Soy del Granada y cuando me vine a vivir a Madrid me hice socio. Me gusta mucho ver al Madrid siempre que juega fuera y poder hacerlo también con el Granada. Creo que eso es un derecho.

—¿Qué tipo de aficionado es Luis García Montero?

—Intento no descomponerme pero me apasiono mucho. Como dice Galeano, “el fútbol es lo más importante de las cosas que no tienen importancia”. Veo el fútbol con Benjamín Prado y con mi editor Chus Visor y como es lógico discutimos. Porque la grandeza del fútbol es que no es una competición de tiro con arco a las doce de la noche. El fútbol mueve su propia pasión y fortalece el sentido de pertenencia. Uno se siente muy vinculado con lo que está viendo hasta el punto que cuando miras un partido no sólo ves a los jugadores, estás viendo tus recuerdos, tu pasado, tu infancia. Esto te da un sentido de la identidad que te hace ganar con los tuyos y perder con los tuyos. Albert Camus fue portero en Argel y él decía que todo lo que sabía de ética se lo había enseñado el fútbol.

—¿Qué tal su relación de pareja con Almudena Grandes, rojiblanca confesa, en momentos como la final de la Champions?

—Nosotros generalmente somos muy armónicos, pero hay momentos en los que es mejor ser prudente. En aquella final tomé la prudencia de irme a ver el partido a casa de unos amigos, porque tenía miedo de perder los papeles y que pudiera haber ofensas que durasen un poco más de lo que es un simple juego. Creía que iba a ser un partido más fácil para el Real Madrid. Volví a casa dando tiempo a que se tranquilizaran las aguas porque comprendía muy bien el estado de ánimo en el que me iban a recibir.

—Y en su entorno familiar, ¿cómo ha sentado su decisión de convertirse en político profesional?

—Como ciudadano llevo mucho tiempo comprometido con la política, lo que nunca había pensado es dar el paso a la política institucional. La misma ética que te da el deporte es la que te lleva a dar la cara en momentos difíciles. Es duro quedarse en el banquillo cuando el entrenador te necesita. El equipo y el proyecto está por encima del interés de uno mismo. Al principio conlleva incomodidad pero mi familia me comprendió y ahora están muy animados.

—El Clásico se juega el domingo a las nueve. ¿Es una forma de alargar el fin de semana?

—Tengo un poema que se titula ‘Domingos por la tarde’ y hablo de esos fines de semana que empiezan a morirse después de comer el domingo, cuando se te mete el lunes entre ceja y ceja. La ilusión del partido que queda, alarga los fines de semana. El fútbol es un huracán en un vaso de agua, pero los vasos de agua te quitan muchas veces la sed y a mí me la ha quitado siempre los domingos por la tarde.