Café, Copa y Fútbol | Antonio de la Torre
“Los valores del Madrid en los que creía se han esfumado”
Antonio de la Torre, actor de éxito, antepone sobre todo el sentido de la humildad. Su ídolo es Juanito y afirma que el Madrid ha abandonado el espíritu de grandeza.
¿Le sigue sofocando este Real Madrid que parece haber perdido el tino?
—Ya no. Hubo un tiempo en que yo era muy madridista, bueno, era del Real Madrid y del Málaga. Sentía aquella época del Madrid de Juanito pero cuando irrumpen los Galácticos empiezo a perder la pasión, dejo de sentirme identificado. Los valores del Madrid en los que yo creía se han evaporado de un plumazo. Ya no veo a ese equipo de garra y pundonor que no se achicaba y nos hacía vibrar. Ese espíritu terminó con aquel Real Madrid de la Quinta del Buitre. La imagen lamentable del martes ante el Schalke reafirma lo que digo.
—¿Por qué cree que ese espíritu ha desaparecido?
—Porque creo que es un equipo hecho a golpe de talonario. Ha habido momentos en que no se contaba con ningún jugador de esa cantera maravillosa que tiene. El presidente, Florentino Pérez, optó por el camino de la rentabilidad fichando grandes estrellas que le servían para hacer caja a costa de perder la auténtica esencia del club por el camino.
—¿Qué explicación tiene que antes de la Navidad se hablara de uno de los mejores Real Madrid de la historia y ahora el equipo se halle en esta caótica situación?
—En primer lugar el Madrid tiene un foco mediático disparatado, y eso hay que tenerlo en cuenta. Es una locura y eso está en la genética del club, ganar, ganar y ganar. Creo, como aficionado, que esta corriente de vértigo va en contra de la esencia del juego y gestionar eso es muy difícil. El factor humano siempre prevalece y, como estamos viendo, se impone siempre.
—¿Cree que las grandes estrellas que vienen al Madrid entienden la filosofía singular del club?
—Creo que jugadores como Cristiano Ronaldo sí lo entienden, tiene un espíritu ganador, de lucha incontestable. Con Toni Kroos ocurre lo mismo, con Bale tengo más dudas, pero mi jugador favorito es Iker Casillas. Creo que es un chaval formidable, han pasado los años y sigue hablando como un canterano. Se ha sido muy injusto con él y no se lo merece. Habrá tenido baches, pero creo que eso es inevitable porque es humano y eso, muchas veces, no se tiene en cuenta.
—La célebre BBC (Bale, Benzema y Cristiano) es innegociable para Ancelotti, y, sin embargo, parece claro que ese esquema no funciona. ¿Por qué se resiste tanto el entrenador a cambiar el modelo? ¿Y quién es el auténtico responsable de esta anómala situación?
—Está claro que Florentino está detrás de esa decisión que resulta fatal para el equipo. Creo que un modelo de certezas en un planeta humano está condenado a fallar. Y resistirse a esa realidad acarrea muy malas consecuencias.
—Usted es periodista deportivo en excedencia de Canal Sur, ¿echa de menos su viejo oficio?
—Amo el periodismo aunque ahora esté en unas horas muy bajas por la cantidad de despidos y los grandes intereses económicos que se han adueñado de los medios. Hombre, yo espero no volver a ejercerlo porque me encuentro muy bien en mi carrera como actor y ahora no pienso en otra cosa que seguir mejorando. Aún recuerdo mis comienzos como actor compatibilizando los rodajes con mi trabajo en Canal Sur. Terminaba una sesión de rodaje y me iba a la redacción a hacer, por ejemplo, un vídeo de la Liga Asobal, o a saber qué cosas.
—Uno de sus estrenos como periodista deportivo fue una entrevista con Juanito nada más llegar al Málaga, ¿cómo fue ese encuentro?
—Tremendo, casi no dormí la noche anterior y al encararme con él me sudaban las manos, estaba muy nervioso porque Juanito para mí, más que un ídolo, era un mito. Estaba hecho un lío porque no encontraba la forma de entrarle. Juanito llegó muy serio, con dos de sus hijos, y al verme tan excitado el tío se portó muy bien y se preocupó por tranquilizarme. Venga, me dijo, pregúntame lo que quieras.
—¿Y qué le preguntó?
—Pues a mí no se me ocurrió otra cosa que preguntarle: ¿qué podría hacer Juanito por y para el Málaga? Una pregunta horrible, complicada y sin ningún sentido. Habría sido comprensible que el hombre se hubiera levantado y me hubiera dicho, mira perdóname que tengo que ocuparme de mis hijos. Y lejos de eso el gran Juanito respondió como si tal cosa, con una naturalidad y una humildad y verdad asombrosas. El caso es que fue capaz de dotar a la pregunta de un sentido arrollador. Fue muy generoso, era muy grande Juanito.
—Juanito, Isco, hay mucho arte en Málaga.
—Es posible, pero yo creo que en el verdadero artista, en el genio, tiene que latir un aire de humildad y Juanito, con todo lo abrupto y desmesurado que parecía en muchas ocasiones, era un tipo humilde. A Isco no le conozco pero me da la sensación que también es un chico noble que llegará muy lejos. En el Málaga lo adoraban y en el Real Madrid lo ha pasado mal al principio y ha sabido chupar banquillo. A lo mejor tiene que ver con ser de provincias, yo me sigo considerando un cateto y si algo me ha ido bien en mi carrera es gracias a la educación que recibí en mi casa, mis padres son trabajadores y a mí me han inculcado unos valores fundamentales. Grandes estrellas como Nadal, Iker o Raúl tienen mucho de eso a lo que me refiero. Y todos ellos tienen algo en común, la voluntad, que es mi palabra favorita.
—¿La carrera del Cholo Simeone tiene algo que ver con esa idea?
—Totalmente. Es un tipo muy inteligente y entiende muy bien esta condición humana de mantener la voluntad alerta, como él dice, día a día, partido a partido. Este tío está para dar cursos de coaching y de lo que quiera. A veces le sale el punto de sombra camorrista y eso también le pierde, pero me da la sensación que el Cholo es un buen tío.
—Con el Cholo el Atleti ha dejado de ser un equipo perdedor.
—Es verdad, pero no pasa nada por perder. A mí me gustan mucho los perdedores. Yo soy un perdedor y aunque gane 80 Goyas me seguiré sintiendo un perdedor. Y si se gana, que sea de ley, no vale vencer de cualquier manera. No vale todo, no vale poner mucha pasta y conseguir recalificaciones extrañas para enriquecerse. No vale ser violento y mala gente. Así no quiero ganar yo.
—Hablando de ganar y perder, ¿volvería a engordar 30 kilos como lo hizo para rodar "Gordos" si se lo volviera a pedir un director?
—Creo que ya no. Fue muy fuerte, había días que me comía tres y cuatro platos de lentejas con chorizo y patatas. Ganar treinta kilos en cuatro meses tiene tela de la buena, ¿eh? Yo estaba todo el día comido o comiendo. Me despertaba por la noche y me hacía un cuenco de cereales, me lo zampaba y otra vez a la cama. Llegué a pesar 102 kilos. Fue mucho más fácil engordar, y, a pesar de todo, más divertido y mucho menos sufrido. Lo chungo fue volver a adelgazar después.
—¿Y qué tiene ahora entre manos que se pueda contar?
—Si todo va bien vamos a hacer tres películas en los próximos meses. Uno de los proyectos es la primera película que va a dirigir Raúl Arévalo, el coprotagonista de La isla mínima. Hay otra con Gracia Querejeta y una película muy curiosa, echa toda en plano secuencia, con Joaquín Oristrell, que compite en el Festival de cine de Málaga.
—¿Como su amigo Raúl Arévalo, dará el salto a la dirección?
—No sé, yo creo que se me daría muy bien la dirección de actores, pero el manejo de la cámara y la luz ya es otra cosa. Raúl para eso es más fino y, además, ya ha dirigido cortometrajes y le va más la dirección. Eso me provoca más respeto, pero ya veremos en el futuro.
—¿Cómo asiste al nuevo paisaje político que se avecina?
—Yo creo que tenemos una gran oportunidad histórica para consolidar la transición. He leído hace poco una entrevista con el escritor nicaragüense Sergio Ramírez en la que decía que la mejor revolución era saber mirar al otro. Ese es uno de los ejes de mi vida, ver al otro como un potencial amigo. Los grandes políticos han tenido esa actitud, como Martin Luther King o Nelson Mandela, que hicieron las grandes revoluciones de manera pacífica. No quiero condenar la transición española como están haciendo algunos movimientos nuevos por los que siento cierta simpatía. Parece claro que la Constitución de 1978 está obsoleta, igual que el bipartidismo, tanto en el fútbol como en la política. Ahora tenemos la oportunidad de cambiar las cosas y retomar el control de nuestras vidas.
—Pero el desengaño del personal hacía las formas de hacer política es evidente y natural.
—Sí, pero no vale decir que no interesa la política, porque tan solo el hecho de estar vivo es política pura. Como animales sociales que somos todo lo que nos rodea nos afecta, desde circular con una moto, como hago yo, al estado de las calles de mi barrio, la educación o la calidad de la Sanidad. Ahora tenemos una buena ocasión de participar y actuar de verdad sobre lo que nos afecta, y no deberíamos desaprovechar el momento. No me identifico con ningunas siglas, me identifico con las personas, por encima de ser de izquierdas o de derechas.
—¿Qué es lo que más le fastidia del actual estado de las cosas?
—No puedo soportar ni entender la pobreza. Mi enemigo es la pobreza, no los ricos, quien quiera tener un yate o cien chalets en la playa que los tenga, allá cada cual si ha llegado a ello sin cometer desmanes. Yo tengo otra manera de disfrutar de la vida, no necesito tanto dinero para eso, y es lo que quiero inculcar a mi hija. Pero no puedo tolerar que haya un ser humano que esté pasando hambre y viviendo en la miseria y gente a la que le roben su dignidad.
—Pues más claro, el agua.
—Así es, y, como diría José María García, saludos cordiales.