Kalu Uche y Barral esperan en Valencia a un Granada mermado

La tensión se podrá cortar con un cuchillo de madera esta noche en Orriols. Levante y Granada se juegan casi media salvación en un partido que para ambos supone bastante más de tres puntos. El doble más o menos. Los que suma uno y le quita al otro. Lo de toda la vida entre rivales directos.

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Los azulgrana empiezan con cierta ventaja. Mínima, pero ventaja al fin y al cabo. Juegan en casa, con una afición volcada, sabedora de lo que hay en juego. Con el golaverage, de inicio a favor, por el 0-1 de Los Cármenes. Y con la posibilidad de salir con su once de gala mientras Abel se tuvo que dejar hasta seis titulares en casa por sanción o lesión. Eso sí, cuando pite el árbitro, once contra once. A muerte. No hay más allá.

En su último partido en casa, los granotas se sacudieron el lastre de muchas semanas sin ganar. Goleando además. Con Barral a lo estrella y Uche estrenando su cuenta. La apuesta de Lucas por los dos puntas le dio resultado. Ahora falta echar el cierre a la portería de Mariño. Si no, no hay paraíso. O complicado cuanto menos.

Con los mismos puntos y notando el peligro llega un Granada que solo ha ganado un partido lejos de casa, profanando la Catedral (0-1). Entonces asomaba la cabeza por los puestos europeos con Caparrós ensalzado al estrellato. Pero justo después llegó el Levante al asalto de Los Cármenes y desde entonces, únicamente una victoria en los últimos 19 partidos. Depresión total. Con relevo en el banquillo incluido. Misma historia que sus colegas de Orriols. Hoy alguno sonreirá más que el otro.

Aunque no es Caparrós, Abel también pone morbo

No será lo mismo que si llegará Caparrós al frente del Granada, pero Abel también pondrá cierto morbo al choque de esta noche. El que fuera técnico levantinista regresa a un Ciutat donde vivió sensaciones contradictorias en apenas unos meses. De salvar al equipo a enganchar una de las peores rachas azulgranas en Primera que le terminó costando el puesto y salir por la puerta de atrás. Con Caparrós hubiera sido otra cosa. Su desplante no se olvida en Orriols. Dejó tirado a los granotas para marcharse al Granada cuando alardeaba de su compromiso con el próyecto. El técnico utrerano se subió a la parra, queriendo incluso meter en el contrato una cláusula por la que pudiera quedar libre en caso de que le llamara la Selección española. Al final, la historia se rompió de mala manera.