Miroslav Djukic quiere tensión pero en Córdoba enloquecen

Durante su teórica semana de descanso, el Real Madrid ha fichado a Odegaard y Lucas Silva, además de colocar en el disparadero a Illarramendi, contratado hace año y medio por 38 millones. Añadan un asunto pendiente: la renovación de Sergio Ramos. Sin duda, hubiera sido más relajado continuar en la Copa.

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Sea como fuere, el equipo de Ancelotti vuelve a jugar hoy después de cinco de entrenamientos, lujo asiático al alcance de pocos. La cita es de tronío. Después de 43 años, el Madrid regresa a Córdoba en Liga, donde la expectación se ha desbordado: como continuación de la locura que se vivió ayer en la estación del AVE (1.500 personas), habrá lleno en El Arcángel y conjura de peñas de blanquiverdes (no digan verdiblancas si no quieren ser reprendidos).

No faltan razones para el entusiasmo local. La aparición del Madrid coincide con el mejor momento del equipo, dos puntos por encima del pozo (14º), después de 17 jornadas en puestos de descenso. Desde que el Córdoba logró en San Mamés su primera victoria de la temporada (el pasado 6 de diciembre), acumula dos triunfos, dos empates y una derrota. Por fin se nota la mano de Djukic, relevo en el banquillo de Ferrer, destituido en la octava jornada (cuatro derrotas, cuatro empates y un ascenso).

Centrados en el duelo de esta tarde, el principal temor del técnico serbio es la actitud de sus jugadores: “No quiero ni que estemos asustados, ni que seamos amigos del contrario”. Tras ser goleado por el Barça (5-0), Djukic dijo que sus futbolistas habían salido “a cambiar camisetas”. No se extrañen si hoy se abstienen de tal cosa, al menos en público.

En el Madrid, la principal duda es el sustituto del sobrecargado Isco, Khedira o Illarra. La situación es peculiar: el primero tiene intención de irse (acaba contrato y no ha renovado) y el segundo podría tener que marcharse, aunque no lo desea.

Arriba se espera a la BBC, emporio mediático. Cristiano, con 28 goles, casi dobla los logrados por el Córdoba (15), cinco de ellos marcados por Ghilas, barril cósmico nacido en Argelia. Combate desigual, sí, pero apasionante.