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Eduardo Arroyo

“El palco del Madrid es un espejo de la sociedad española”

Defiende con orgullo sus tres pasiones: el fútbol, el boxeo y los toros. La pintura y la literatura son su oficio y su vida, pero nos confiesa que el arte en España no tiene futuro.

“El palco del Madrid es un espejo de la sociedad española”

—¿Qué le parece que los dirigentes del fútbol, deporte colectivo por antonomasia, concedan grandes premios a la labor individual como el Balón de Oro?

—No me parece mal que se premie a un jugador, o a un equipo, lo que ocurre es que yo no he visto un mundo más hortera que el de los dirigentes de la FIFA, la UEFA, el COI y todo eso. La gala del Balón de Oro no pudo ser más cutre y plomiza. Un acto vulgar y hortera que no tiene nada que ver con el fútbol, que es un deporte “señor”, aunque algunos lo nieguen. Esa gente de las federaciones es un auténtico horror y un mundo corrupto e insoportable.

—Aparte de eso, ¿considera que Cristiano es ahora el mejor jugador del mundo?

—Sí, desde luego, es el número uno y ahora está por encima de Messi. También hay que tener en cuenta que estos dos jugadores son incomparables. Juegan en dos posiciones totalmente distintas. Lo que hace Messi no lo puede hacer Cristiano y lo que hace éste no lo puede hacer aquel. Pero está claro que es justo que este año se premie a Cristiano.

—¿Cómo ve al Real Madrid de ahora?

—El Madrid se encontraba estancado, en una situación bastante desarticulada desde el punto de vista directivo, con altibajos y un equipo que no conseguía levantar el vuelo. Ahora el equipo funciona, se ha asentado y puede ganar durante bastante tiempo.

—Pero basta con que el Madrid pierda tres partidos seguidos e, inmediatamente, aflore la palabra crisis.

—Hombre, no olvidemos que el fútbol es un fenómeno social importantísimo, es una locura que va a más y las pasiones se desatan. Y claro, la Prensa está ahí y hace lo que tiene que hacer, atizar el asunto. Me hace gracia la forma y el esfuerzo que hacen los periodistas para interpretar ciertas declaraciones, sean de quienes sean. Por ejemplo, el caso de Messi, ¿qué pasa con Messi?, ¿quién lo sabe? ¿se quiere quedar? ¿se quiere ir? En cada frase que dice el chico hay un enigma indescifrable.

—No es tan fácil interpretar el mundo del fútbol.

—El fútbol es algo muy complicado, muy difícil. Yo llevo toda la vida viendo fútbol y no tengo ni idea. No entiendo los cambios tácticos que hacen los entrenadores, la razón por la que un equipo se derrumba, insisto, yo no sé de fútbol y todo el mundo que habla con tanta autoridad tampoco sabe.

—Y cómo ha cambiado la cultura de este deporte, sobre todo en el aspecto táctico.

—Sí, es increíble. Ahora los zurdos juegan por la derecha, hay un doble pivote, se habla de la dupla cuando juegan arriba dos delanteros. ¡Madre mía! Cuando se hablaba de la WM, del líbero, delanteras de cinco jugadores… Cada vez el fútbol se ha ido convirtiendo en una cosa mucho más compleja y es muy interesante.

—Y el caso de jugadores virtuosos, artistas que se convierten en esforzados futbolistas a los que les han cambiado el guión, como el caso de Isco.

—Es un buen ejemplo, eso antes no se veía, ese tipo de jugadores era especial, irregulares y geniales pero no renunciaban a su espíritu. En el caso de Isco es sensacional el giro que ha dado este chaval y supongo que Ancelotti habrá tenido buena culpa de ello. Es un jugador excepcional con una progresión extraordinaria.

—¿Un entrenador es muy bueno teniendo en cuenta el equipo al que dirija?

—Es complicado porque el fútbol no es una ciencia exacta. Yo tengo mucha admiración por los entrenadores porque es la única profesión que conozco con esa precariedad. Hay tantos factores que dependen de su éxito o fracaso que me hace sentir compasión por ellos.

—¿Ancelotti o Mourinho?

—Yo no tengo nada en contra de Mourinho, me parece un tío muy inteligente y bastante divertido, tengo que reconocer, pero no es el tipo de entrenador para el Real Madrid, ni tampoco para un equipo como el Barcelona. Prefiero gente como Ancelotti, con su templada manera de manejar el asunto. Mourinho tiene una lucha personal con todo el mundo que no le hace bien al grupo. Dicho esto, ahí está, otra vez líder en la Premier.

—¿Y cómo ve a Luis Enrique?

—Luis Enrique es exuberante y yo no comprendo sus decisiones, aunque repito que no tengo ni idea. Pero creo que sus sorprendentes alineaciones crean bastante desasosiego. Y esto no quiere decir nada, sobre todo después del partido que jugó el otro día contra el Atleti, que fue magnífico, uno de los mejores partidos que he visto del Barcelona. También es verdad que puso en el campo un equipo lógico y reconocible.

—Usted asiste, a menudo, al palco del Bernabéu, ¿cómo se siente un artista entre ese paisaje de políticos, empresarios y famosos de todo tipo?

—Estamos hablando del planeta fútbol y el palco del Bernabéu, en cierto sentido, es un espejo de la sociedad española. Ahí están representados los partidos de distinto signo y los sindicatos, no te puedes imaginar la cantidad de sindicalistas que desfilan por ahí. Luego están los empresarios y, además, muchos invitados extranjeros. Es curioso y muy entretenido.

—Y un servicio de cátering excepcional, no se pasa mal ahí durante un partido.

—Hay una cosa que a mí me sorprendió mucho. Una vez le pregunté a un directivo del Madrid por qué ese servicio tan fantástico y ese esmero para que todo el mundo estuviera muy a gusto y me dijo que a los clubes se les puntúa mucho por estas cosas, por el trato a los visitantes, además del ambiente del estadio, las instalaciones, el estado de los vestuarios.

—¿Y qué le parecería que le cambiaran el nombre al estadio por el de Bernabéu Abu Dhabi?

—No tengo noticia de esto, pero le puedo decir una cosa: ¿sabe lo que es el Louvre, no? pues bien, en los Emiratos Árabes han construido un museo Louvre en colaboración con el gobierno francés y le han llamado Louvre Abu Dhabi, y no pasa nada.

—El boxeo es otra de sus pasiones ¿cómo lamenta que, entre unos y otros, se estén cargando este deporte?

—Es lamentable. El boxeo se lo empieza a cargar una falsa progresía, comandada por mis amigos de El País, que identifica el boxeo con la derecha. Quizá porque en aquella época el presidente de la Federación Española de Boxeo era el médico de Franco, el doctor Vicente Gil. Todo es absurdo en un país como España al que le costó mucho recuperar las libertades y ahora hemos sufrido una fatal regresión. Somos los abanderados de Europa de lo políticamente correcto que cada vez huele peor. ¡Y ahora quieren prohibir el piropo! No se adónde vamos a llegar, cada vez se pueden hacer menos cosas.

—Muchos de esos males usted se los achaca a la política de José Luis Rodríguez Zapatero.

—Absolutamente. Para este país Zapatero fue una catástrofe cultural, económica y política. Fue una especie de loco iluminado, su equipo era casi peor que los corruptos.

—Usted tuvo que exiliarse en Francia a finales de los 50, tal como está el panorama internacional ¿qué sitio saludable queda ahora para el exilio?

—Ja, ja, sí, creo que hace frío en todos los sitios ahora. Hombre, vamos a ser un poco positivos. Yo me exiliaría en Madrid, que es una ciudad magnífica. Es la ciudad, a pesar de todo, en la que yo, que he vivido tanto tiempo en París, en Milán, en Roma, siento que la calidad de vida no tiene comparación con ninguna otra. Además, la gente tiene energía, quiere hacer cosas, quiere mejorar, en ese sentido tenemos que felicitarnos.

—¿Cuál ha sido el equipo que más le ha asombrado a lo largo de su vida?

—Tengo que decir que el equipo que más me ha sorprendido ha sido la Selección española. Ha conseguido una forma de jugar admirable que ya no esperábamos después de tantos fracasos. El gran artífice de ello creo que fue Luis Aragonés, quien convenció a todos de que se podía ganar un campeonato.

—¿Y el jugador más fabuloso que ha conocido?

—Hay un jugador que me encantaba sobre todos los demás, por su elegancia, su manera de ver el fútbol, de tocar el balón, que era Luis Suárez. Él ha sido uno de los grandes que yo he visto. Es cierto que no pude seguir como es debido a Di Stéfano, porque era muy joven y le he visto muy poco debido a que al salir de España ya no podía segur el fútbol con la frecuencia de ahora.

—¿Le llegó a seducir aquel Madrid de los galácticos?

—Sí, pero me daba la impresión que era un equipo poco organizado. Había jugadores muy brillantes pero era un grupo algo descosido. En ese equipo había un jugador que a mí siempre me encantó, Guti. Ese chico era monumental y te resolvía un partido con dos genialidades. También admiré a Redondo, a Makelele y, por supuesto, a Zidane.

—El fútbol es un cuento fantástico pero el boxeo tiene más fondo literario.

—El fútbol no ha cuajado en ese sentido porque no tiene el contenido dramático del boxeo. El boxeo es algo muy grande, es un deporte noble donde los púgiles se comportan con una gran dignidad. A mí me parece algo magnífico, claro, esto se lo cuentas a la gente y te sueltan que los boxeadores son unos bestias. Allá ellos. El boxeo ha generado literatura desde los griegos y una lista de grandes películas. El fútbol no ha llegado a eso porque carece de la épica del boxeo. Y voy a decir algo que puede sorprender: es increíble la cantidad de autores literarios jóvenes que se ocupan del boxeo, no sólo en España sino en el mundo entero, sobre todo en Estados Unidos, Francia e Inglaterra.

—¿Cómo contempla el paisaje artístico español?

—El asunto del arte en España está, todavía, mucho peor que el boxeo. Los primeros responsables son los artistas, que no se hacen respetar y bailan al son que les tocan; después, los coleccionistas, la inmensa mayoría son unos vanidosos estúpidos, y luego, el Estado. Tengo que decir que estoy en total desacuerdo con las ayudas estatales, con las subvenciones y todo eso, creo que es algo nefasto. Ha habido algún momento brillante, pero no tenemos futuro. Es un desastre. No le recomendaría a ningún joven que fuera artista.