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GRANADA

La goleada en la Copa del Rey deja al Granada en la UVI

La imagen de equipo preocupa a los aficionados y deja a Caparrós en la cuerda floja. Son ya 14 partidos de Liga seguidos sin ganar más el desastre copero.

El Granada se desmorona, se diluye. Nada queda de aquellos días de ilusión del pasado verano que se prolongaron hasta los primeros partidos de la temporada. Ahora lo que se está perdiendo es la esperanza, y si Pina no lo remedia en pocas semanas este Granada podría parecerse mucho al Betis de la pasada campaña, que a esta alturas solo tenía tres puntos menos. La goleada en Sevilla hizo mucho daño a los aficionados, que empiezan a asumir que perder por 4-0 es algo cotidiano. El problema es que el Granada volvió a ofrecer una imagen de equipo inerte, sin vida, sin capacidad para competir, que hace aguas atrás, no carbura en el centro y es incapaz de anotar goles. Da la impresión de que los jugadores no corren, o al menos corren mucho menos que el rival, y han perdido la fe. Son ya 14 partidos de Liga seguidos sin ganar más el desastre copero, y desde luego nada tiene que ver el discurso de entereza que transmite Caparrós en las salas de prensa con lo que sucede sobre el campo. Nada. El Sevilla pudo ganar 0-5 en Los Cármenes de haber estado Aspas medio atinado y en la vuelta fue goleado por un rival a medio gas.

Y es verdad que la Copa no cuenta, que es un chino en el zapato, pero desde luego que fue una buena oportunidad para recuperar buenas sensaciones, alargar la leve reacción experimentada ante La Real y construir un discurso futbolístico que por cierto no existe. Oportunidad perdida. Así es difícil confiar en una sorpresa del todo imposible en el Calderón este domingo, lo que supondrá acabar la primera vuelta con 14 puntos y medio descenso en el bolsillo si la reacción no es inmediata. Pina respaldó a Caparrós tras la derrota en Córdoba pero sabe que los dos primeros encuentros de la segunda vuelta son del todo vitales. El Granada se jugará la permanencia en Riazor y en casa frente al Elche sin margen de error, obligado a ganarlo todo en casa, toda una gesta para un equipo que ahora mismo no da señales de vida.